publicación No. 5

  ISSN 2218-0915
La cinematografía ecuatoriana vive hoy un momento particularmente interesante.
Tania Hermida


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La cinematografía ecuatoriana vive hoy un momento particularmente interesante.
Tania Hermida
La realizadora ecuatoriana Tania Hermida no demoró en percatarse que la realización profesional la encontraría en las bellas artes, aunque sus estudios iniciales no guardaban relación alguna con el cine. Tras probar suerte en algunas facetas del arte como la literatura, el teatro y la música, descubre en el cine el modo de expresión con el cual se sentía realmente identificada.

Su primer largometraje, el filme Que tan lejos (2006) obtuvo el Segundo Premio Coral en el Festival de La Habana, y el Zenith de Plata en el Festival des Films du Monde de Montreal  ambos en apartados dedicados a las óperas primas.

Diana Colomé: Es un placer compartir con usted en el marco de este 34 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano y poder conocer sus inicios, aspiraciones y nuevos proyectos. Sabemos que eres graduada de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, ¿qué representó y representa actualmente esa institución para usted?

Tania Hermida: Yo soy egresada de la segunda promoción de la escuela, es decir, casi de esa primera camada de estudiantes que venimos a formar parte de ese proyecto y que nos convertimos, poco a poco, en militantes de este proyecto para la vida. Un proyecto colectivo que tiene que ver con el audiovisual, pero también con un proyecto colectivo de vida, que rebasa lo estrictamente audiovisual en términos de creación y producción y que alcanza todo lo que supone volver a nuestros países y construir las condiciones para que exista otra forma de hacer cine; construir las instituciones, el marco jurídico y, al mismo tiempo, crear nuestras obras, que se van colocando ya en las pantallas nacionales y afuera, como este cine, donde la producción latinoamericana, con miradas propias, es nueva siempre, renovándose siempre. La Escuela y la Fundación para mí son como un alma máter en todo sentido. Yo llegué aquí con 19 años, entonces, obviamente, estos son los fundamentos de mi aproximación al cine, al audiovisual, porque el cambio y la crítica sobre el mundo, sobre el cine hoy son forjados aquí, en esta Escuela, en este país, aparte de las raíces echadas por esta Fundación y a partir de todo lo que se trajo a este país. Es decir, la Escuela —tú debes conocer más que yo, quizás toda la historia—, pero es una escuela que, desde que uno llegaba, hasta ahora, se está todo el tiempo desafiando a construir mirada propia, a tener mirada crítica sobre el mundo y a construir historias propias. Entonces, eso implica ciertamente como un proceso constante de renovación, un proceso constante de aprendizaje y…, pues, ya, aquí estoy.

D. C.: Se ha desempeñado como profesora en la Universidad de San Francisco, de Quito. Desde su visión: ¿cómo valora el cine que realizan los nuevos creadores en la actualidad?

T. H.: Bueno, yo di clases durante muchos años, siempre a tiempo parcial, porque siempre quise mantener la autonomía, poder producir mis películas. Entonces, no me he dedicado a la academia al cien por ciento, pero sí, durante muchos años, trabajé en la Universidad de San Francisco de Quito, que era la única que, en ese momento, ofrecía una carrera de cine en el Ecuador. Ahora, el Ecuador llega a un momento muy particular, y a partir del próximo año se abrirá, por primera vez, una universidad pública con carreras de cine y yo he participado también de ese proceso asesorando en el diseño de la carrera y demás.

En el caso del Ecuador, yo creo que estamos viviendo un momento particularmente interesante, porque Ecuador tiene casi una cinematografía emergente. Es  decir, hasta hace casi seis años se producía una película cada tres o cuatro años; y ahora estamos produciendo cinco o seis largometrajes por año, y otros tantos cortos documentales. Y todo eso ha sido parte de una política pública sostenida por un proceso que nosotros llamamos allá la Revolución Ciudadana, que está transformando el rostro del país desde dentro y hacia afuera. Hemos creado el Consejo Nacional de Cine, un fondo de apoyo a la producción nacional, en todas sus etapas, y además, se creó un Ministerio de Cultura por primera vez, ministerio que en Ecuador no existía hasta el gobierno de Rafael Correa. Entonces, eso, por supuesto, amplió —con todas las dificultades que supone crear un nuevo ente en el  ejecutivo de cualquier país—, pero supuso colocar, por primera vez, a la cultura en el paquete de la política pública, y eso ha transformado al Ecuador en un país en donde la producción creció en un 300 %. Hoy por hoy hay un fondo permanente de apoyo a la producción y a la cosa del cine en el desarrollo de proyectos; hay un sistema nacional de festivales que financia una serie de iniciativas de exhibición y, por un lado eso, todo lo que es una política pública. Y por otro lado, algo que ya venía sucediendo en el mundo entero desde hace tiempo, que pienso es la aparición del digital y la disminución de costos, que se supone ha generado mejoras para realizadores, cineastas y videastas que están haciendo su trabajo en diferentes medios.

Lo que yo veo, ahora, es una gran diversidad en el Ecuador, una diversidad muy grande y eso me parece un signo de salud, una cosa muy positiva, hay una gran diversidad de formatos, de tendencias, de miradas, etc. Evidentemente, dentro de esa diversidad, yo creo que hay una cosa fundamental que me ha dado la Escuela y que es un poco lo que yo trato de colocar siempre sobre el tapete, que no es el tema de los nuevos medios tiene que, siempre —al igual que con los medios tradicionales—, tener como contraparte una mirada crítica; es decir, esa facilidad con la que se produce hoy día no necesariamente garantiza que lo que estemos produciendo sea mejor; al contrario, yo sí he sentido que existe una desproporción entre la cantidad de cosas que se producen y las cosas que realmente tienen un sentido, porque de alguna manera nos interpelamos como sociedad, como individuos, como cultura. Entonces, para mí, es súper importante —pensando ya hacia el futuro—, que esa diversidad, que ese boom de producción a todo nivel de algún modo vaya ganando en calidad crítica, en mirada propia, que no sea simplemente un tema de cantidad y de diversidad, sino un tema de calidad, y que realmente esos medios sirvan para mirar de otra manera, que no sean solo medios para reproducir formas de mirar el mundo.

D. C.: Crónicas, María llena eres de gracia, Que tan lejos, En el nombre de la hija, son algunos de los proyectos en que sea visto involucrada; ¿con cuál de estos trabajos se siente más identificada?

T. H.: Evidentemente me identifico con mis propias películas, que son las dos últimas que mencionaste: Que tan lejos y En el nombre de la hija,  las cuales yo escribí, dirigí —que esos son mis oficios— y produje, que no es mi oficio, pero que en el cine independiente es casi tarea obligada para los realizadores que estamos avanzando en América Latina, porque, si no producimos nosotros nuestras películas, nadie se va a hacer cargo de ello. Entonces, las otras dos son películas en las que yo participé: la una ecuatoriana en coproducción con México, la otra gringa, como asistente de dirección, que es un poco el oficio al que yo me dediqué durante un tiempo, no solamente porque, evidentemente, necesitaba tener un trabajo, sino, además, porque sentía que desde esa mirada, dentro del mundo de una producción,  uno puede aprender muchísimo para ganar experiencia para sus propios proyectos luego. Pero las dos últimas son mis películas, los dos largometrajes de ficción que yo tengo; y, claro, significan y significaron en ese momento y significan para mí ahora como el haberme atrevido finalmente a agarrar el buque y atravesar el mar, después de mucho aprendizaje y con todo el riesgo, porque, de todas maneras, por mucho aprendizaje que uno tenga, el güedro de lanzarse al mar es enorme, como el mar.

Entonces, siempre yo admiro eso, porque, finalmente, ese es mi propio barco y lo vamos a cruzar. Hemos tenido una experiencia súper positiva con las dos películas. Las dos han estado aquí, en el Festival de La Habana, la primera ganó Opera Prima, en el 2006; la segunda, ganó el Premio Sandino, el año pasado, y las dos películas se han exhibido en Ecuador y han tenido una aceptación de público muy importante, lo cual para mí ha sido fundamental. Si algo a mí me importa mucho es que empiece a ver estos rostros diferentes, identitarios, en mi propio país, que es mi mundo, mi cultura, y un poco el universo inmediato que yo quisiera sentir, que logro tocar, que logro conformar. Y luego han tenido también una trayectoria muy interesante en los festivales y han sido reconocidas en el extranjero, lo cual no deja de ser importante, no solo por uno como productora o directora, sino que para el Ecuador significa un poco también ese reconocimiento que es necesario para que se vaya colocando sobre el tapete el tema de que la producción propia tiene un valor, valora nuestras partes, tiene un sentido, le da existencia a un país, no solo hacia adentro, sino hacia afuera.

Creo que lo que me ha pasado a mí ha ido pasando con el cine ecuatoriano en general. Entonces, estamos, como te decía al principio, en un momento muy interesante en Ecuador. Se empieza a ver una vivencia de los ecuatorianos y las ecuatorianas de ir al cine a ver producción nacional, que es una cosa que antes no sucedía, y empieza a haber una presencia del Ecuador en los diferentes festivales con una producción diversa.

D. C.: ¿En qué proyectos está inmersa Tania Hermida en estos momentos?

T. H.: Ahora mismo, yo estoy cerrando, digamos, el capítulo de mi segundo largometraje, porque, si bien la película estuvo lista hace un año y se estrenó en Ecuador hace un año, ha hecho todo este año su recorrido en los festivales; en la producción independiente, nosotros, en las dos películas hemos hecho el seguimiento hasta el lanzamiento del DVD, en mi propio país. Entonces, acabamos de lanzar la versión DVD en el Ecuador y esto es también una parte importante desde mi punto de vista del proceso de distribución de una película, porque hay todo un público que quizás no tiene la sala de cine como una de sus salas.

D. C.: Preferencias…

T.H.: Preferencias o posibilidades en términos económicos. Hay un importante mercado de DVD al que nosotros estamos accediendo, los productores ecuatorianos, en alianza con las tiendas que tradicionalmente llamamos, porque en el Ecuador, por un lado hay una política de defensa del derecho de autor, pero, por otro lado, una política también de no criminalizar a la persona que busca trabajo, en una situación de marginalidad, como puede ser el dado de algunos vendedores de DVD. Entonces, eso ha hecho que coincida una cosa muy loca que me gusta contarla, porque es inédita, porque en nuestro país es donde, en las tiendas de DVD, el cine ecuatoriano se vende en versión original. Más caro que el DVD que te puede costar un dólar, pero la gente lo pide, lo compra y paga por el cuatro dólares, cinco dólares, tres dólares, cincuenta, depende de cuál sea la película. Y, entonces, de algún modo, ese espacio lo hemos ido ganando. Entonces, estamos en ese proceso de vender la versión original de nuestras películas; y, a partir de ahí, sí ya el próximo año me voy a sentar a escribir otra vez.

D. C.: Además de esa aspiración que nos ha comentado, ¿qué otras tiene para este año?

T. H.: Yo creo que te acabo de responder, para un creador pasar la página de su segunda película es un momento importante. En el cine independiente es muy complejo, uno le dedica, más o menos, cinco años de vida a cada proyecto: entre que lo escribe, lo financia, lo dirige, lo postproduce, y luego lo distribuye… Entonces, tiene uno que estar muy apasionado por el tema, tiene que estar muy apasionado por la historia; y tiene que tener mucha fe en que lo que está haciendo tiene sentido, porque es un esfuerzo grande. Yo ahora estoy en ese proceso como de transición, de dejar atrás ese segundo largo de ficción, tengo muchas ganas de dirigir un documental, esa es una de las cosas que en la Escuela yo valoré mucho: formarnos como directoras tanto para ficción como para documentales, sin una línea divisoria entre un género y otro. Entonces, quiero lanzarme a un proyecto documental, y vamos a ver cómo van las cosas.

D. C: Muchas gracias.

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Tania Hermida (Cuenca, Ecuador, 1968). Guionista y directora. Estudió en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños. En el 2003 comenzó a escribir lo que se convirtió en Qué tan lejos, película vista por más de 200 000 espectadores en Ecuador, y fue recibida cálidamente en el extranjero haciéndose merecedora de dos premios internacionales. Ha realizado además tres cortometrajes: Ajubel, Cuba 1989; El Puente Roto, Cuenca 1991; y Aló, Quito, 1999.


Diana Colomé Bustamante (La Habana, 1985). Licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la Información, Universidad de la Habana, 2010. Entre el 2004 y 2005 se desempeña como técnica de biblioteca en la Biblioteca Casa de las Américas en La Habana. A partir del 2005 comienza a laborar como Técnica de Biblioteca en el Centro de Información, Documentación e Investigaciones de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.

- www.cinecic.com.ar/
- www.cinematecadistrital.gov.co/servicios.htm
- www.cinecubano.com/persona/escuela.htm
- www.cubacine.cu/directorio/icaic.htm
- www.filmotecadeandalucia.com/
- cuib.unam.mx/mapabiblio/datosbiblio.pl?biblio=416
- www.documentalcolombia.org/index.html
- www.enerc.gov.ar/inst_biblioteca.html
Dirección : Juan Carlos Sardiñas López
Edición : Beidy Medina Villasuso
Imágen : Alejandro Celada Sanz
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