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FIL LIMA 2020: libro recopila los primeros textos del cineasta Armando Robles Godoy

Por Enrique Planas
El pasado 10 de agosto recordamos la muerte de uno de los soldados más combatientes del cine peruano, mientras que el próximo 26 de octubre de 1970 celebraremos los 50 años del estreno de una de sus grandes victorias: La Muralla Verde. Y, pese al conocimiento y reconocimiento que se tiene del desaparecido cineasta Armando Robles Godoy, ningún estudio crítico se ha publicado sobre él. “La batalla por el buen cine. Textos críticos (1961-1963) es uno de los primeros esfuerzos por pagar esa deuda. En marco de la FIL Lima 2020, el crítico y docente de la Universidad de Lima Emilio Bustamante compila aquellos militantes escritos publicados por Robles en el diario “La Prensa” y reflexiona sobre aquella poética que el entonces joven creador empezaba a construir. Sumemos a ello una entrañable presentación a cargo de su hija, la escritora Marcela Robles.

“Son muy importantes sus inicios en el periodismo antes de hacer cine”, explica Bustamante. En efecto, Robles empieza como periodista en “La prensa” pocos años después de regresar a Lima, luego de una larga temporada como colono en Tingo María. Cuando es nombrado jefe de redacción, tras haber corrido la calle como redactor, empezará a escribir su columna diaria sobre cine. Los suyos eran textos críticos dirigidos a un público masivo, en los que reseñaba críticas, pero también redactaba notas informativas y temas de farándula, asumiendo una función docente a través del periodismo. “Hay algunas notas educativas sobre el lenguaje cinematográfico, con miras a educar al público en la apreciación de las películas pero también con la intención de que sus lectores pudiesen realizar sus propias películas caseras”, señala el compilador, recordando la popularidad que el formato de súper 8 tenía en el mercado doméstico.

Armando Robles Godoy tenía una relación ambigua con la crítica. Por un lado, la realizada con seriedad y pasión, y por otro, él mismo minimizaba su rol, diciendo que “la crítica es la eyaculación precoz de la producción intelectual”. ¿Cómo ves esta contradicción?

Esa frase, efectivamente, la repitió muchas veces. Pero también acuñó otra, que pongo como epígrafe del libro. “Yo tengo una meta personal muy precisa, hacer cine. Aunque el recorrido sea largo, penoso y paciente, lo recorreré. Mi labor de crítico forma parte de esa meta. Y por eso le doy toda mi capacidad y amor”. En estos textos críticos, publicados del 61 al 63 en “La Prensa”, hay mucha pasión. A Robles le interesa que los lectores puedan aprender a apreciar el cine. Tomaba la crítica como una herramienta de docencia, y en varias entrevistas reconoce que la crítica fue muy importante para él, que le permitió ver las películas de otra manera. Hay una situación ambigua, efectivamente, pues consideraba que la crítica no podía traducir en palabras toda la riqueza de una película pero, por otro lado, admitía su importancia de la crítica en su propia obra.

En tu análisis en el libro, consideras la crítica de Robles como una bisagra dentro de la crítica de cine, a medio camino entre las notas periodísticas y la que se desarrolló con intenciones más académicas, como lo hizo la generación alrededor de la revista “Hablemos de cine”. ¿Cómo defines a Armando como crítico?

Sus escritos son muy atractivos, muy apasionados. Tú sabes cómo son las discusiones entre cinéfilos: parece que están discutiendo el destino del mundo y solo están analizando algún aspecto de una película y sus interpretaciones suelen ser muy personales. Por ejemplo, Robles rechazaba al cineasta Vicente Minnelli, siendo un creador importante. En cambio, siente aprecio por Alain Resnais, Michelangelo Antonioni y Andréi Tarkovski, a quien le dedica varios artículos por “La infancia de Iván”, su primer largometraje. Uno puede polemizar con sus textos, indignarse incluso por lo que dice en ellos, pero no se puede negar su pasión de cinéfilo.

Un tema central del libro tiene que ver con su polémica con los redactores de “Hablemos de Cine”, a propósito del estreno de su filme En la selva no hay estrellas. Tanto en la entrevista publicada por esta revista, como por el texto de Robles publicado como un anexo, se manifiesta el enfrentamiento de dos formas opuestas de entender el cine. ¿Con la distancia que nos da el tiempo, como ves esta polémica?

Yo creo que no les hizo bien. La oposición de ambos puntos de vista sobre el cine era interesante, y se pudo profundizar. Pero la pelea que vino después, durante casi tres décadas entre ellos, fue infructuosa. Eso perjudicó a ambos bandos, pues no se profundizó teóricamente en sus diferencias. Fue un distanciamiento hasta cierto punto personal, aunque mantuvieran cierta cordialidad. Pero no hubo posibilidad de diálogo, lo cual fue penoso. Hay que tener en cuenta que los redactores de “Hablemos de cine” eran entonces muchachos de veintitantos años, muy jóvenes. Cinéfilos muy apasionados e individualistas, que estaban enfrentándose a la figura magnética y fuerte que era Robles. Ellos estaban atraídos por otra figura magnética: Desiderio Blanco. Eran dos posiciones irreconciliables, curiosamente, ambas modernas.

¿Qué postulaba cada bando?

Desiderio Blanco tenía una visión muy atractiva e influyente, casi mística. Un cine capaz de revelar la realidad en toda su pureza, como no podía ser vista en la vida corriente, pues la mirada de la gente estaba teñida de ideologías. Lo que me parece interesante de la entrevista es que se vislumbran esos dos modos de entender el cine. Robles decía que el cine es un arte provisto de un lenguaje, con el cual un director, que es un autor, puede expresarse a sí mismo, puede realizar una búsqueda expresiva y estilística. Y Desiderio Blanco afirmaba que el cine es un arte de la realidad, que no puede alterar la realidad objetiva a riesgo de traicionarse a sí mismo. Robles apuesta por el uso del montaje y de todas las formas estilísticas posibles, y los otros más bien limitan el uso del lenguaje a la puesta en escena, el plano secuencia, incluso decían que no era posible expresar los sueños ni los recuerdos, pues había que mantenerse en la realidad objetiva, mientras que Robles va mas allá, diciendo que no debe haber límites a la expresión.

¿Ganó alguno de los dos?

Visto en perspectiva, de manera personal, pienso que Robles tenía razón en esa polémica.

¿Para terminar, que textos de cine de Armando Robles faltan recopilar?

Faltaría ver los textos publicados en “El Comercio”, escritos muchos años después. Ellos conforman otra batalla. Este libro lo que pretende es recoger su primera batalla por el buen cine. Allí está el germen de lo que sería su actividad fílmica. Entonces Robles no solo hizo crítica, sino también activismo cinematográfico, peleando por una Ley de Cine, manifestándose sobre la importancia de una Cinemateca y de una labor docente en el cine. Faltaría recoger lo que viene después, escritos de una época en que ya estaba prácticamente terminada su labor fílmica. Esos textos de “El Comercio”, son anteriores a su última película, Imposible amor. Faltaría rescatar también su obra literaria, sus cuentos y una novela tan impresionante como Veinte casas en el cielo. Recordemos que Robles fue escritor antes de ser cineasta. Incluso su vínculo con “La Prensa” comenzó tras haber ganado un premio literario de cuento organizado por ese diario.

(Fuente: elcomercio.pe)