publicación No. 7

  ISSN 2218-0915
Comentarios a “De lo imperfecto a lo popular”, de María Alzuguir Gutiérrez
Ángel Ernesto Pérez
Aun cuando es un texto bastante breve, lo primero que se debe subrayar de “De lo imperfecto a lo popular”, de María Alzuguir Gutiérrez, es su preciso y puntual desglose de las ideas de Julio García Espinosa. Luego, el reconocimiento explícito que hace de una de las figuras fundamentales del cine latinoamericano; un creador que sobresale tanto por la inventiva estética y el riego estilístico con que enfrentó siempre el cine, como por el alcance de su pensamiento intelectual.  

“De lo imperfecto a lo popular” reconoce la coherencia con que García Espinosa sistematizó en un cuerpo de ideas coherente visiones y perspectivas que hicieron parte de un proyecto que, a la altura de los años 60, quiso reinventar el cine. Ubicándolo en el centro de las tensiones que caracterizaron su tiempo, la autora advierte el legado teórico del cineasta y la actualidad del mismo, a través de un balance que trasciende los límites de Por un cine imperfecto, al ponerlo a dialogar con otros tantos de sus ensayos. De ese modo, su análisis advierte la complejidad de los criterios de García Espinosa sobre lo que él entendía como cine popular, despejando así los criterios estrechos que se han vertido sobre Por un cine imperfecto
 
Por un cine imperfecto se configura como un ensayo de estética mucho más que como un mero texto sobre cine. Es un cuestionamiento sobre la propia función del arte. García Espinosa cree que el arte tiene la capacidad de expresar cosas que no pueden expresarse de otro modo y, por lo tanto, tendría un poder cognitivo. Con base en Kant –aunque solo mencione al filósofo explícitamente en textos posteriores–, García Espinosa afirma que, a diferencia de la ciencia, los resultados del arte no tienen una aplicación inmediata, lo que hace que el arte no sea un trabajo y sí una actividad desinteresada del hombre. El placer estético estaría relacionado exactamente con el placer de sentir la funcionalidad de la inteligencia y de la sensibilidad sin que haya en eso una finalidad específica. Sin embargo, mientras no sea posible romper con el arte como esfera separada de la vida y convertir la cultura de masas en arte popular, el arte interesado deberá incentivar en el espectador la función creadora, una actitud de transformación hacia la vida.

Este ensayo devenido manifiesto advertía temprano las dotes teóricas del autor de Son o no son sobre la cultura en general, ya no solo del cine. Y ese el criterio fundamental que encuentro en la valoración de María Alzuguir Gutiérrez. Entretanto, es esencial su llamado de atención sobre lo popular como una obsesión que centró la visión intelectual de García Espinosa —lo popular como un núcleo de grandísima y auténtica cultura, como un espacio dador de sentido para el cine, y que atravesó su pensamiento, más cuando encontró ahí caminos notables para el Nuevo Cine que se estaba forjando. Comenta la ensayista:
    
En 1971, en el texto En busca del cine perdido, ya no defiende la disolución de la clase artística, sino que ella trabaje para producir un arte popular que, conforme dirá más tarde, deberá establecer una comunicación no alienada, renovada y enriquecida con el público, devolviéndole el espíritu crítico […] De acuerdo con García Espinosa, la aventura del cine cubano después de la revolución siempre fue una búsqueda del fin de la dicotomía entre pensamiento y diversión y el intento de realizar un cine popular.

María Alzuguir Gutiérrez escribe enfocada en hacer notar la agudeza del cineasta, el alcance y la amplitud de sus reflexiones:

En su lucidez, García Espinosa busca soluciones de compromiso entre varias posiciones antagónicas: entre la autonomía del arte y su instrumentalización política, entre el compromiso político del artista y su libertad, entre pensamiento y diversión, entre formalismo y arte panfletario o didáctico […] entre la ruptura con la narrativa hollywoodiana y el experimentalismo radical –que, la mayor parte de las veces, tiene la «mentalidad pequeñoburguesa como única destinataria» […]–. Como Gutiérrez Alea en Dialéctica del espectador (1982), García Espinosa rechaza un cine que revolucione la superestructura sin «conmover a la base» […]. ¿Cómo encontrar el equilibrio entre esos polos? En el respeto al espectador. Para García Espinosa, la libertad del creador no está por encima de la libertad del espectador […].

Al argumentar esos vectores medulares de quien legara uno de los grandes clásicos del cine cubano, Aventuras de Juan Quinquín, está nuevamente poniendo sobre la mesa los valores ineludibles de sus criterios, la profundidad de su pensamiento y su trascendencia.

Gutiérrez, María Alzuguir, “De lo imperfecto a lo popular” en: Cinema Comparat/ive Cinema, n.9, 2016, pp. 55-61.

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