“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Parabellum, imaginando el fin del mundo
    Por José Luis García

    Apacible pero catastrofista al mismo tiempo, la ópera prima del egresado austriaco en la Universidad del Cine de Buenos Aires, Lukas Valenta Rinner, es una película audaz y arriesgada que recupera cierta originalidad para el cine llamémosle apocalíptico. Amenazados por el fin del mundo, un grupo de residentes de Buenos Aires reciben lecciones de supervivencia en un centro turístico del pantanoso Delta del Tigre.

    Amargamente cómica al principio, Parabellum tiene la capacidad de ofrecernos a los espectadores distintas vías por las que transitar dependiendo de nuestra propia visión particular del mundo que nos rodea, forzando una situación tal vez remota, tal vez no tanto, que tiene que ver con esas fallas humanas que según algunos nos podrían conducir hacia el apocalipsis.

    Hernán, un geólogo de edad mediana que trabaja para un centro de investigación público, llega con un grupo de extraños a una casa aislada del Delta; entre ellos están amas de casa, profesionales, y un anciano instructor de tenis que van a recibir clases prácticas sobre cómo sobrevivir ante una catástrofe con prácticas tan dispares como la de fabricar y manejar explosivos caseros, ejercicios de supervivencia en el agua, o el disparo de un revólver. “Cuanto más suave apriete el disparador, mejor va a ser el disparo”, le dice el instructor a uno de ellos.

    Rinner intercala imágenes estáticas con otras en movimiento para mostrarnos los distintos procesos que va viviendo el grupo en lo que se presume que es una especie de manual por capítulos, -hay algunos intertítulos-, para asegurar la continuidad de la humanidad en el planeta. La narración juega mucho con algunos elementos musicales, de sonido, que apoyan algunas secuencias para transmitir lo que es un clima relajado en apariencia, pero que nunca esconde esa tendencia de los personajes a la paranoia disimulada, donde nadie confía ni conversa con nadie en una especie de vuelta al primitivismo más depredador.

    El filme es sencillo de seguir y no defrauda las expectativas porque sabe conjugar muy bien lo que es una dinámica algo intrigante con los actos de unas personas desprovistas de humanidad que están obsesionados con la seguridad, además de casi robotizados gracias a la televisión, así como hechizados por esa civilización y unos arquetipos de presente y futuro que satisfarían a los defensores del capitalismo puro y duro. Parabellum explora de manera sobria y radical la provocativa seducción de las armas de fuego hacia estos individuos discretamente atemorizados, que han visto cómo el ejército clásico y otras fuerzas del orden frente a las contingencias ya son parte del pasado y que ahora, sálvese quien pueda.

    Incierta, ambigua, y para nada mística, la película nos muestra a unos seres normales y cotidianos que se encuentran al límite, fingiendo estar bien pero que no lo están, y sin que en ningún momento se nos haga notar cuál es su perfil psicológico. Todo esto quizá pueda ser comparable al miedo que puedan sentir algunos argentinos respecto a los niveles de violencia ciudadana que algunas televisoras privadas, igual que en otros países, se encargan de exhibir sin pudor durante horas hablando continuamente del mismo tema, volviendo a repetir en el minuto 42 lo mismo que ya dijeron en el 17. Quizá por eso, Rinner enfoca su último plano secuencia hacia un horizonte que constituye una auténtica jungla post-moderna.


    (Fuente: Cinestel.com)


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