Es un orgullo para nuestra industria cinematográfica (Colombiana) ver cómo las últimas producciones están rompiendo barreras que antes parecían imposibles, posicionándose como productos competitivos en el mundo del cine y de la crítica más representativa del séptimo arte. Y un ejemplo de ello es Los nadie, una producción que empezó con pie derecho desde su primera proyección en la inauguración del Festival de Cine de Cartagena de Indias. Una noche con muchas expectativas por una película que replantearía una expresión generacional, musical y visual que años antes, como se ha referenciado en múltiples veces, ya había tenido su representación más viva en la película de Víctor Gaviria, Rodrigo “D” no futuro. Y a pesar del gran peso que llevaba a cuestas por el contexto audiovisual previo, cuando la película terminó los elogios y excelentes comentarios comenzaron a sentirse, convirtiéndola  en poco tiempo en una de las películas más importantes y representativas de los últimos meses del cine nacional.

Y es que no es para menos, cuando por primera vez en la historia del cine colombiano una película pone un pie en el Festival de Cine de Venecia, logrando además durante este certamen el Premio del Público de la Semana de la crítica.  Antes de su estreno, Los nadie ya ha empezado a acumular reconocimientos que la convierten en una película muy esperada, especialmente por el público más joven.

Es muy interesante entender el vínculo que tiene la historia con su director, pues se nota desde un comienzo el trabajo entre líneas de cada escena y cada diálogo, emitiendo en ello una posición crítica y clara de un grupo de amigos que se ve enfrentado no sólo a su realidad, a su espacio, a su familia y a una caótica ciudad sino también a los avatares propios de una edad en la que parece posible comerse el mundo,  a pesar de que la vida y las condiciones se alejen mucho de los sueños. Durante toda la narración se enmarca esa necesidad de traspasar la desesperanzadora realidad,  para sentar una posición firme, rebelde, libre y soñadora que envuelve indiscutiblemente a nuestra propia sociedad y a los jóvenes que hacen parte de ella.

Otro factor que interviene fuertemente en esta propuesta es la música, que siempre se comporta como el medio a través del cual se puede hacer visible de una manera menos directa, pero igual de efectiva,  el pensamiento y las sensaciones más profundas de los protagonistas. Hay un juego sugestivo y encantador que demuestra que la estructura de la película estuvo muy bien pensada desde todos los puntos de vista, haciendo que cada uno de los elementos propuestos tanto en imagen, sonido, personajes y locaciones aportaran un elemento importante al concepto más intrínseco de la producción.

Más allá de contar la historia de Los nadie, me interesa poder hacer visibles esos detalles que hicieron tan llamativa mi experiencia con la película, pues considero que se hicieron muchas apuestas en las que un concepto universal de la juventud tomó forma en una pequeña parte de la población colombiana, no sin descuidar siempre ese aura en el que se evoca que eso que está sucediendo ahí, sucede con igual intensidad en cualquier lugar del mundo.

Creo que aparte de ser una propuesta muy interesante para pensar, indagar y cuestionar muchas cosas de nuestra propia juventud o lo que alguna vez fue para nosotros ese momento,  Los nadie  es una oportunidad para apreciar los talentos más jóvenes del cine colombiano, esos que están robándose las miradas en las salas de países con gran trayectoria cinematográfica y que esperan lograr en su propia tierra el impacto social y artístico que poco a poco está transformando la industria. Una combinación de malabarismo, música, ansias de libertad y pasión que sin lugar a dudas contrapone en la imagen la necesidad de ser y de vivir con el panorama de blanco y negro de la frívola ciudad.