“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

ENTREVISTA


  • Eslinda Núñez: «Hay que tener la mente abierta y el corazón también»

    Un gran aplauso recibió a la actriz Eslinda Núñez, Premio Nacional de Cine, a su entrada al Salón de Mayo del Pabellón Cuba, al que asistió para participar en el espacio Encuentro con…, que promueve la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en el contexto de la Feria de la Cultura Cubana Arte en la Rampa.

    Marleydis Muñoz Fleites, directora de Comunicación de la AHS, condujo, con muy buen oficio, por esta vez el encuentro y estableció un ameno diálogo en el cual la actriz relató momentos importantes de su vida y de su exitosa carrera.

    «Mis primeros años transcurrieron en Santa Clara, Banao, Sagua la Grande, porque a mi padre lo trasladaban de trabajo y con él se iba toda la familia… pero increíblemente el amor me trajo a La Habana».

    Así, relató que siendo ella muy joven, su novio —convertido hoy en su esposo de toda la vida, el cineasta Manuel Herrera— aceptó trabajar en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos y ella lo conminó: «si no te casas conmigo en dos meses esto se acaba»; y al público presente le advirtió, «yo parezco débil pero soy fuerte, no crean».

    A la capital trajo todas sus inquietudes artísticas, sus poemas, sus obras de teatro y sus dibujos, «pero yo realmente pensaba en ser pintora y al llegar a La Habana me reuní con un grupo de pintores y llegué a exponer dos pequeñas piezas en la Plaza de la Catedral».

    Pero unos amigos la estimularon a que se sometiera a las pruebas de la pequeña academia Teatro Estudio que dirigía Vicente Revuelta en Neptuno y Campanario, y fue aprobada: «vi abierto el mundo ante mí (…) el teatro me permitía desdoblarme y hacer cosas que quizás en mi vida nunca había pensado que podía hacer».

    Recordó con agradecimiento a sus profesores de Teatro Estudio: Raquel y Vicente Revuelta, Orquídea Rivero, Zoa Fernández; también a Julio Mata, de quien recibió clases en la Casa de las Américas para su debut teatral en la Sala Las Máscaras.

    Su riguroso entrenamiento como actriz integral continuó en el Teatro Musical con un grupo de distinguidos profesores como Rodolfo Valencia, actuación; Alfonso Arauz, acrobacia; José Luis Posada, dibujo; Tony Taño, orquestación y Zoila Gálvez, música, entre muchos otros. «Fue una escuela tremenda que me dio la seguridad de que podía seguir haciendo muchas cosas si yo mantenía ese mismo ritmo».

    La directora de Comunicación de la AHS se refirió entonces al trabajo de Eslinda con dos directores memorables del cine cubano: Tomás Gutiérrez Alea, Titón, y Humberto Solás, e inevitablemente se habló de su personaje Noemí, en Memorias del Subdesarrollo y de Lucía, en el segundo tiempo de la cinta de tal nombre.

    «Memorias... es una película que en su momento no fue tan bien acogida como sucedió al paso del tiempo. Con Lucía pasó otro tanto, el tiempo, yo pienso, que las reivindica; para mí fue una experiencia extraordinaria trabajar con Titón, que era un director muy afable, que aceptaba ideas de todas las personas y las ponía en práctica; lograba una atmósfera de trabajo tranquila y agradable; yo me sentí muy bien, muy cómoda.

    Trabajar con Solás fue un gusto tremendo también, aunque era muy exigente; yo sabía que tenía que tener la confianza absoluta de que precisamente él me iba a guiar por los mejores senderos para que pudiera encontrar el personaje, por el cual yo sentía un poco de temor, porque era una gran responsabilidad, ya que Lucía era muy etérea, muy romántica y pensaba que no podría dar todo lo que él pretendía; (…) Humberto ha tenido fama de director tiránico pero yo te puedo decir que no es así, sencillamente era obsesivo y trataba de llevar a vías de hecho toda la fantasía y los sueños que tenía en la mente y yo me di cuenta de que valía la pena arriesgarse y seguir sus ideas. Hoy en día me alegro de haber seguido sus consejos».

    Eslinda será siempre Lucía; sin embargo, en su sólida carrera, ha encarnado otros muchos personajes menos lánguidos y suaves.

    «En un momento sentí que no era bueno para mí seguir haciendo personajes con esa temática romántica, pensé que debía romper con todo eso y renuncié a dos personajes porque los sentía muy cercanos a Lucía; uno de ellos me duele todavía».

    Después fue construyendo su carrera, dijo, haciendo teatro en el Grupo La Rueda, en Teatro Estudio, aun cuando comenzó a trabajar en el ICAIC, «porque nunca me ha gustado estar alejada del teatro; si no lo he hecho últimamente es porque no me han brindado la posibilidad de hacer algo verdaderamente interesante».

    Sobre su arribo a la televisión aseguró que lo debe al dramaturgo y director Carlos Piñeiro, que le ofreció el personaje de Palma en El Chino, de Carlos Felipe: «vi que en televisión se podía hacer cosas interesantes».

    Mencionó entonces algunos de los múltiples espacios en los que ha incursionado en la actuación televisiva, entre ellos la recordada novela Cuando el agua regresa a la tierra, dirigida por Mirtha González Perea, y también comentó sus reiterados desempeños bajo la dirección de Ruddy Mora y Tomás Piard.

    Se reiteró la abnegación siempre proclamada de la carrera actoral y Eslinda dio su opinión: «Este es un trabajo de entrega, amor y sacrificio, pero también de disfrute (…) hay una recompensa tremenda que es el cariño, el respeto que uno siente cuando está con el público; eso te da valor, te da fuerzas y te entusiasma para hacer la próxima obra. Yo siempre pienso que el próximo personaje va a ser más interesante».

    La laureada actriz es una fervorosa madre y amantísima abuela, que agradece a su familia la comprensión y el apoyo que le han dado para construir y consolidar su carrera.

    Evocó a su madre, una mujer muy fuerte a la que admiraba y respetaba mucho «Me enseñó a ver la vida de otra forma, a buscar lo mejor de la gente y a dar de mí lo mejor también».

    De la vida uno puede esperar muchas cosas, pero la unión de la familia, ahora con mis tres nietos, me hace vibrar de emoción, sentirme feliz y me ayuda a seguir dando lo mejor de mí a pesar de que el tiempo pasa; lo bueno de todo esto es que me siento muy vital todavía, no me miro mucho en el espejo (risas) pero me siento con muchas ganas de hacer cosas. Estoy contenta con la vida porque he aprendido mucho (…) Yo aprendo de todo, el día que no aprendo nada me parece que es un día inútil; eso es lo más bello que tiene la vida.

    La vida hay que vivirla como viene y tratar de enderezarla cuando está un poquito desajustada, eso sí, pero hay que aprender, hay que tener la mente abierta y el corazón también».

    Confesó haber tenido mucha suerte en la vida, y se refirió entonces a varias personalidades de la cultura cubana con las que mantuvo amistad y de las que mucho aprendió, como Alejo Carpentier y Wifredo Lam, de los que recibió muy buenos consejos; y Solás, «un verdadero artista, que siempre siguió mi carrera; él empezó a ver televisión cuando yo empecé a hacer televisión, y me daba muy buenas sugerencias».

    Carpentier es además uno de sus escritores preferidos; «comencé a leerlo en La Habana y me fascinó tanto que me leí todas sus obras de primera y pata», y entre sus novelas, El siglo de las luces tiene un lugar importante en los recuerdos de Eslinda.

    «Humberto había escrito el guión del personaje de Sofía, de El siglo de las luces, para mí (…) pasaron diez años y no pude hacer Sofía, (…) hubiera querido hacerla; eso me ha pasado con algunos personajes, pero no me gusta vivir de nostalgias».

    Explicó seguidamente la actriz por qué gusta tanto de trabajar con directores jóvenes: «confío mucho en ellos porque vienen con ese arranque, con ese ímpetu que tiene la juventud, y pienso que se establece una interrelación buenísima entre ellos y yo, y he logrado cosas muy interesantes.

    Mi labor me fascina porque trabajo con diferentes creadores con estilos diversos, y eso me enriquece infinitamente (…) es lo más rico que tiene mi trabajo, encontrar que puedo transformarme, lo mismo al adaptarme al estilo del director que al buscar cambios en los personajes que hago».

    Al finalizar el encuentro, Eslinda recibió un presente de la AHS de manos de su presidente Rubiel García.


    (Fuente: Susana Méndez Muñoz)


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