La artista visual y psicóloga Toia Bonino estrena Orione (2017), su ópera prima documental presentada en el [19] BAFICI, donde ganó el premio a la Mejor Dirección, que gira en torno a Ana, la madre de dos delincuentes juveniles, uno preso y otro muerto por la policía. "Más que elegir la historia diría que la conocí, no la estaba buscando", dice en una charla con EscribiendoCine.

Siendo una reconocida videoartista con una vasta obra en ese ámbito, ¿qué te hizo querer filmar un largo documental? Considerando el riesgo artístico que eso conlleva. ¿Qué diferencias hubo entre ambas disciplinas?

En realidad, no sé muy bien como un trabajo me va llevando a otro. Estudie pintura, pero el primer trabajo que hice en el barrio, es un libro objeto con fotografías en el frente y relatos en el dorso que cuentan la vida de tres mujeres del barrio. Luego el primer trabajo audiovisual, Manteles", podríamos decir que es más bien documental. Un poco azarosamente me alejé de eso, y volví nuevamente con el barrio y con el documental varios años después. En realidad las categorías nos sirven para analizar las producciones, pero no es que a estas les gusta mucho ajustarse. Viendo mi producción en su conjunto hay diversos matices que acercan o alejan las obras a unas u otras categorías, pero no es que eso se corresponde con una decisión predeterminada.

¿Cómo elegiste contar esa historia y de qué manera te acercás a los personajes?

Más que elegir la historia diría que la conocí, no la estaba buscando. Llegué a ella, en primera instancia a través de Ana. Hace diez años atrás yo estaba realizando Manteles" en el barrio Don Orione y en ese momento la conocí. Yo preguntaba por los manteles y ella me contó sobre las servilletas que usó su hijo la última navidad que pasaron juntos, y que ella aún conservaba. Me contó con mucha lucidez y con cierta distancia, que por momentos disimulaba su sufrimiento, la historia de sus hijos.

Luego me fui acercando a otros relatos de la historia y así a los diferentes materiales que componen la película. El entramado particular de la historia de los hijos de Ana, lo dramático de la historia, el modo de hablar de ella, y sobre todo el hecho de que ella no me exigiera tomar una posición sobre lo ocurrido, fueron las premisas que permitieron narrar esta historia en particular.

Orione nos sumerge en un mundo de contradicciones en las que vos como realizadora no tomás partido sino que le dejás esa tarea al espectador, algo que no es habitual en un cine que trata de bajar línea directa o indirectamente, ¿qué te llevó a pararte en un lugar neutral, por decirlo de alguna manera?

La verdad es que justamente eso fue una de las pocas certezas que tenía en el momento de empezar a realizar la película. Fue la brújula con la que contaba. Yo quería narrar esta situación mostrando sus complejidades y aristas, incomodar un poquito al espectador, si se quiere. No hacer un panfleto, por más políticamente correcto que fuera. Y eso fue posible gracias a la relación particular que construimos con Ana. Ella accedió a contarme una y otra vez su versión de la historia, me prestó sus películas familiares, sus cartas y fotografías, pero lo más sorprendente y vital para mí, es que no me exigió tomar una posición en relación a lo ocurrido. Yo la escucho, a veces le cuento de mí, pero sobre todo no soy condescendiente con ella. Ninguna de las dos lo necesita, y eso se nota, creo, en la película. Estos materiales de la vida privada conviven con otros de muy distinta proveniencia, formando un rompecabezas con piezas que nunca terminan de encajar.

La historia está trabajada en diferentes registros y formatos que a la vez identifican el punto de vista, ¿esta idea apareció en el montaje? ¿Lo considerás un documental de montaje?

Me cuesta pensar mi producción en esas etapas o procesos propios del cine. Prefiero pensar la realización de un modo integral. No es algo que se agregó al final, sino que estaba desde el inicio. En el hacer va encontrando su forma.

Uno de los momentos más significativos del film es el final y como construiste la esperanza cuando podrías haberlo terminado antes cayendo en el lugar común, ¿tuviste dudas de terminarlo así o fue una decisión tomada desde un comienzo?

Mmm… disiento un poco con lo que decís. No me parece un lugar más o menos común el clima con el que termina la película. Es verdad que podría haber terminado antes, con esa imagen del molinete girando por ejemplo, que podría remitir a las vueltas de la vida y la muerte, si querés. Lo pensé en un momento, sí. Pero preferí mostrar como toda esta tragedia y muchas otras, transcurren en el ámbito cotidiano más apacible.

Es raro encontrar en este tipo de documentales referidos a lo social con una estética definida en la que forma y contenido son trabajados al igual, ¿por qué creés que para la mayoría no pueden ir unidos forma y contenido cuando se abordan temas sociales?

Bueno, es un halago para mí que veas en Orione" esa amalgama entre forma y contenido. Podría ser que la problemática social y la preocupación por el qué narrar descuiden el cómo.