“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • Caballo dinero: Muerte y decadencia en Lisboa, Portugal
    Por Miguel Ángel Pizarro

    El cine portugués es ese gran desconocido, incluso para los propios portugueses. Este año se han podido ver en España magníficas propuestas como la trilogía de Las mil y una noches de Miguel Gomes o Hielo, dirigida por Luís Galvão Teles y Gonçalo Galvão Teles y protagonizada por la española Ivana Baquero. Historia que juegan entre la realidad y lo experimental. En esa línea, llega a salas españolas Caballo dinero, del aclamado director Pedro Costa y que se alzó con Leopardo de Plata a la mejor dirección en el 67º Festival de Locarno.

    Ventura es de Cabo Verde pero lleva viviendo toda su vida en el barrio lisbonense de Fontainhas. Ahora Ventura se encuentra en un hospital, en él recorre sus largos y tétricos pasillos, poseído por un sueño febril. En ese lugar, Ventura recuerda su Cabo Verde natal, ese país que abandonó para buscar una vida mejor en Lisboa, antes de la Revolución de los Claveles. En ese hospital, ya viejo y enfermo, surgen varios fragmentos de sus recuerdos, entre ellos los que unen la Lisboa en la que vive actualmente y aquella del 25 de abril de 1974, la de la Revolución, un momento lleno de incertidumbre para todos aquellos inmigrantes que vivían en las zonas periféricas de la ciudad.

    Crónica de las líneas límites

    Pedro Costa es uno de los cineastas excepcionales del cine actual, con una mirada muy propia y alejada de los estándares del cine de autor europeo, es más, está muy lejos de las obras portuguesas anteriormente citadas o de Rita Azevedo Gomes, que presentó recientemente en Locarno Correspondências y que estrenó hace poco en España La venganza de una mujer. Con Caballo dinero, referencia al animal que tenía Ventura en su Cabo Verde natal antes de morir picoteado, Costa sigue mostrando las ruinas del antiguo barrio de Fontainhas, zona deprimida de la capital portuguesa y lugar para el narcotráfico y donde muchos inmigrantes tuvieron que sobrevivir, como hizo desde Ossos y que continuó con En el cuarto de Vanda o la magnífica Juventud en marcha.

    Precisamente de Juventud en marcha rescata al personaje de Ventura aunque en este caso, el anciano está sumido en una especie de hospital lúgubre que puede ser la metáfora de una cárcel o del purgatorio, un lugar de esperar para saltar hacia otro nivel. En ese sentido, hay que tomar Caballo dinero como una película en la que la narrativa es libre, no hay una trama concreta, como tampoco un guion elaborado. Costa deja fluir a sus actores, sus realidades y verdades. En ese extraño camino, Ventura se encuentra con el personaje de Vitalina, mujer que narra la pesadilla que vivió durante el viaje en avión de Cabo Verde a Portugal. Realidades que se mezclan con ficción, como si de un letargo profundo se tratasen.

    Hipnótica y reflexiva

    Recuerda, salvando las distancias, al Caravaggio de Derek Jarman, en el sentido de entremezclar recuerdos, hasta épocas. No obstante, Caballo dinero también tiene la esencia de la propia saudade portuguesa, mostrándose como un canto melancólico hacia las heridas de un pasado que, en el final de la vida, pesa.

    Contando con ello y a caballo entre ficción, surrealismo y documental, Caballo dinero resulta una experiencia sensorial extraordinaria, que atrapa por su apesadumbrada estética, así como su comprometido sentido de realidad social. Quizás el cine de Pedro Costa sea desconocido para el gran público, pero su nombre ya está grabado en la historia del cine. Un honor que, aunque sea con dos años de retraso, pueda verse esta extraña joya en salas españolas.


    (Fuente: Ecartelera.com)


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