Nadie que esté mínimamente enterado de la cinematografía en Dominicana, pone en duda que tenemos en Claudio Chea y Fernando Báez a dos maestros de fotografía de nuestro país. Para su nueva película, Flor de azúcar, Báez nueva vez ha contado con el talento de Chea como director de fotografía y los resultados están a la vista de todos: un brillante ejercicio de cinematografía.

Nadie que esté mínimamente enterado de la literatura en Dominicana, pone en duda que tenemos en Juan Bosch a un maestro de la narrativa. Precisamente su cuento La nochebuena de Encarnación Mendoza es el que ha servido de base para el guion de Flor de azúcar, escrito también por Fernando Báez.

Flor de azúcar es una de las mejores buenas nuevas que ha tenido el cine dominicano en los últimos meses. Es un filme muy apropiado para medir el desarrollo de los técnicos de nuestra industria cinematográfica y la evidencia es abrumadora: estamos muy bien plantados en las categorías técnicas, muy necesarias para lograr filmes que sean dignos de admiración en otros países.

Ya me referí a la fotografía del filme, producto de dos de nuestros mejores talentos en esa área, pero también Flor de azúcar tiene otros elementos destacables: la música, producida por los talentos de Pedro Eustache y Pedro Pagán; el diseño de sonido, a cargo de Franklin Hernández; magnífica edición, adecuada actuaciones de todo el elenco; y un largo etcétera, que están a la par de otras industrias que tienen haciendo cine mucho más décadas que nosotros.

Pero Flor de azúcar no solo es importante porque evidencia la madurez de nuestra industria, sino porque aborda sin prejuicios uno de los períodos de nuestra historia (finales de los años 40) que es esencial en la definición de nuestra identidad como nación. Al margen de sus aportes en el conocimiento de las relaciones históricas entre Haití y Dominicana y de la armoniosa relación entre nuestros pueblos.

La opresiva omnipresencia de Trujillo y su dictadura se sienten en todo momento y la carga de denuncia social es la adecuada para no subvertir la carga dramática del filme.

En definitiva, tenemos en Flor de azúcar uno de los mejores estrenos dominicanos del 2016.