“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

NOTICIA
  • Fidel Castro Ruz y Gabriel García Márquez. Foto TeleSur


    Retrato de Fidel firmado por Gabo
    Por Elías Argudín Sánchez

    Intercambiamos una fresca y radiante mañana habanera, a inicios de enero de 1984. Sirvió de escenario una de las casas de protocolo de El Laguito. Dos estudiantes de periodismo a punto de graduarse llegamos hasta Gabriel García Márquez, el premio Nobel de Literatura, para que nos hablara de su vida como reportero; sin embargo, el Gabo dio un giro maestro a la conversación, y terminó hablando de Fidel.

    "Vengo a La Habana con asiduidad", explicó entonces. "Fidel me visita con frecuencia. Empezó a preocuparle los contratiempos que causaba a los huéspedes de los hoteles, derivadas de las necesarias medidas de seguridad. De ahí la invitación para empezar a quedarme en esta casa. Lo hago cada vez que vengo a Cuba. En vida también lo hacía Graham Greene, el Nobel inglés de Literatura y amigo de Cuba. No dudes que un día las autoridades de la Isla hagan un museo de esta residencia".

    García Márquez charlaba entusiasmado, sin interrupciones ni necesidad de que mediara interrogante alguna.

    "Por qué hacer una tesis acerca de mi obra periodística cuando tienen entre sus compatriotas uno de los mejores exponentes del oficio, en Latinoamérica. Fidel es un periodista brillante. Ahí está su obra de denuncia y convocatoria, recogida en periódicos y revistas, de cuando era dirigente estudiantil y joven abogado. Y también, ya después del triunfo del 1 de enero (1959) sus discursos, en disímiles tribunas.

    "Muchos de sus textos pudieran incluirse en las antologías que recojan lo más depurado en materia de crónicas o reportajes. La intervención a raíz del ciclón Flora clasifica como un excelente ejemplo".

    A lo largo de su vida Gabriel García Márquez sostuvo relaciones cercanas e incluso entrañables con muchos líderes políticos, pero sabido es que a ninguno admiró más que al comandante en jefe Fidel Castro, con quien cultivó amistad cercana y de largo aliento.

    El Gabo acompañó a Fidel en actos públicos, recepciones, visitas oficiales y hasta fue portador de un mensaje privado —muy confidencial— al entonces presidente norteamericano Bill Clinton. "Fidel es de los hombres más humanos y sencillos que he conocido", me dijo García Márquez la única vez que tuve el privilegio de dialogar con él. Lo comentó con la tranquilidad de quien hace referencia a una verdad de Perogrullo, de esas que no precisan ser probadas.

    Sin embargo, meditó unos segundos, y ofreció argumentos:

    "Cuando mandatarios de todo el mundo tienen por costumbre festejar el 31 de diciembre por todo lo alto, sin importarles mucho la suerte de sus pueblos, él, por el contrario, visita campamentos cañeros, celebra con constructores... Mira, este año (1983) compartió con internacionalistas cubanos de la construcción, heridos como consecuencia de la invasión norteamericana a Granada. A uno de ellos, Manduca (Mario Martin Manduca), quien recibiera un tiro en la columna vertebral y quedara inválido, le sugirió plasmar en blanco y negro sus experiencias de trabajo con los granadinos. A mí, en cambio, me pidió que le ofreciera ayuda con algunos consejos, trucos del oficio. Hoy —advirtió como ejemplo-iremos a su encuentro. Ahorita pasa a recogerme".

    De Fidel, el Gabo nos contó muchas otras cosas. Los grandes medios de comunicación capitalista pretendían dibujarle como un hombre sin espacio para la sonrisa. No obstante, el colombiano, quien por artes del oficio se había convertido en un excelente escrutador de almas, aclaró:

    "Es dueño de un finísimo sentido del humor. Cuando menos lo esperas te hace un chiste. Y no solo los hace, también los disfruta como nadie".

    Después de más de dos horas de conversación, nos despedíamos satisfechos cuando nos echó la mano por el hombro, y aprovechó para hacer una acotación:

    "A pesar de las críticas y comentarios de enemigos y detractores, el Comandante puede dormir tranquilo. Es dueño de una obra que le trasciende a él y a las fronteras de la Isla. De igual modo, rebasará su tiempo. Fidel ya derrotó a los yanquis y a la muerte".

    (Fuente: Tribuna de La Habana. Publicado en la edición 33 del 14 de agosto)


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