La multifacética y maravillosa Agnès Varda recibió el merecido Premio Donostia. El teatro Victoria Eugenia se levantó entero para aplaudir a la cineasta belga que recogió el galardón de manos del director del Festival de San Sebastián, Jose Luis Rebordinos.

Una visiblemente emocionada Agnès ha señalado que siente abrumada por la distinción, pues la lista de los homenajeados con el Premio Donostia está llena de nombres glamurosos. “Es un premio que me impresiona muchísimo porque he visto la lista de premiados y son todo estrellas y realizadores. No sé si es la primera vez que se lo dan a una persona marginal como yo, que apenas hace dinero”, dijo la cineasta. Precisamente este año el Zinemaldia ha cambiado las reglas y ya no homenajeará solo a las estrellas del celuloide, también a quienes hayan hecho aportaciones profundas al mundo del cine.

En la rueda de prensa Agnès ha recordado que ella tiene tres vidas ya que, además de directora de cine, también es fotógrafa y se ha dado a las artes plásticas. Su personalidad explosiva, arrolladora y tierna, característica de quien vive acorde a sus principios, ha logrado encandilar a todos los presentes. Ella tiene la capacidad de hablar despacio y al mismo tiempo mostrarse apasionada e inspiradora.

Después del homenaje se estrenó el último trabajo que Agnès ha realizado en colaboración con el artista JR. Se trata del documental Visages, villages (Caras y lugares) en el que ella y su compañero han viajado a los lugares más abandonados de Francia para entrevistar y fotografiar a sus habitantes. Después ampliaron los retratos y los extendieron sobre las fachadas de los edificios o de los trenes, para que lo ignorado pasara a ser visto por todos.

“No queríamos mostrar a gente con propiedades o dinero, sino a las personas normales, esos son los que nos gustan. La idea era trabajar juntos a pesar de la diferencia de edad y documentar las miserias de la vejez reinventándola”, dijo la cineasta ante una audiencia entregada. “He asumido que soy vieja, pero que también la vejez es una materia de creación. Cada vez se pueden encontrar formas nuevas a la vida, a la verdad y a los diferentes trabajos”, añadió.

Agnès fue una pionera del cine feminista y sigue convencida del poder transformador de la sociedad. Durante la rueda de prensa reflexionó sobre los cambios que se han producido desde que ella se inició en el séptimo arte. “Cuando comencé a hacer cine en Francia había tres o cuatro mujeres. Quise hacer un cine radical, en tanto que mujer. Sugerí a las mujeres que estudiasen cine, que saliesen de las cocinas, de sus casas y tomaran las cámaras de cine. Ahora en Francia sí hay bastantes mujeres cineastas que han sido aceptadas por la industria porque hacen dinero. El dinero es la clave”.

La creadora de obras como Cleo de 5 a 7 (1962), La felicidad (1965, Oso de Plata en el Festival de Berlín), Sin techo ni ley (1985, León de Oro en el Festival de Venecia), Jacquot de Nantes (1991) y Los espigadores y la espigadora (2000, premio Gold Hugo en el Festival de Chicago) volvió a hacer gala con su compromiso de no asociarse con la publicidad. Incluso escondió las botellas de agua que patrocinaron la rueda de prensa. "No me gustan los fotocall porque todo es publicidad detrás. No podemos ser rehenes de la publicidad. Yo quizá podría ganar más dinero si hiciese publicidad, pero no quiero vender cosméticos, no quiero vender productos, no quiero vender jamón. Por eso no gano dinero, pero hago un cine que es libre”. Esta independencia económica es lo que ha otorgado gran parte de su esencia en sus trabajos.

Justo la misma que también se puede apreciar en Visages, villages. En la cinta la cineasta y JR fueron a casa de Jean Luc-Godard —el otro representante que queda del Nouvelle Vague—, pero el resultado final no fue el esperado. “Todo el mundo ha sido amable con nosotros menos Godard que nos cerró la puerta de su casa. En realidad Godard ha escrito sin proponérselo la última escena de mi película”. El próximo gran homenaje que recibirá Agnès será en la gala de los Oscar, donde recibirá el premio honorífico por toda su carrera.