“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • Ecuador reclama su espacio en el mundo del cine documental

    Durante dos semanas, Ecuador se sacude ese halo de hermano menor que está asomándose a cada faceta de la vida y reclama su espacio en el panorama audiovisual internacional con el festival Encuentros de Otro Cine. Desde el pasado martes hasta el 20 de mayo, se proyectan en salas de cine independiente de tres ciudades más de un centenar de títulos extranjeros que no eclipsan, sino que hacen brillar a las 16 propuestas de uno de los nichos mejor explotados del país: el cine documental. “Sí te puedo decir que el cine documental ecuatoriano tiene una enorme repercusión afuera, tanto en festivales como en premios internacionales. Más que el de ficción”. El que presume de género es Alfredo Mora, director del festival que celebra este año su decimoséptima edición con ocho largometrajes y ocho cortos con sello nacional.

    Para sostener su aseveración, Mora abre dos frentes. Por un lado, la presencia al alza de títulos nacionales en eventos extranjeros. Por otro, el efecto llamada que ha tenido este año el festival EDOC. Cada edición, dice, la convocatoria de octubre a diciembre atrae a entre 400 y 600 proyectos de fuera, más otros 200 seleccionados por los organizadores de entre los festivales de renombre. “Pero este año, recibimos 1.500 títulos de 96 países y nos gusta pensar que ese es un buen termómetro de cómo está considerado EDOC en el exterior”. El trabajo de curaduría es tan cuidadoso, alaba Mora, que dos de sus programadores han sido jurado “en dos buenas convocatorias de este año y la anterior directora artística, María Campaña Ramia, está trabajando dentro del equipo de Ambulante, el espacio creado por Gael García Bernal, y en el IDFA (Festival de Cine Documental) de Ámsterdam”.

    En cuanto a las propuestas de cine documental que han tenido repercusión internacional, cita como ejemplo Territorio de Alexandra Cuesta. Fue seleccionada como una de las 25 mejores películas latinoamericanas del año pasado por una web especializada y le valió a su directora el pase para obtener una beca Guggenheim. “Pese a que el cine documental se hace aquí con muy pocos recursos, como el de ficción, tiene mucha exposición. Ya la tenía antes del festival. De hecho, por eso nació EDOC”, explica el director del evento.

    Aunque el plato fuerte de la edición 2018 es la retrospectiva del director mexicano Everardo González, que acaba de estrenar su última película en Berlín, Alfredo Mora también salpica sus recomendaciones con el producto nacional: Quebrada, de Felipe Cordero; Luz de América, de Diego Arteaga; o Siguiente Round, de Ernesto Iturralde y Valeria Suárez. Son un extracto de las 138 películas de 35 países que se reparten en 13 secciones y tres ciudades (Quito, Guayaquil y Cotacachi) con 10 invitados internacionales.

    “Nos interesa un cine documental que tenga que ver con la realidad pero que también tenga algo del autor, de su punto de vista. Que sea un documental de cine, es decir, lo contrario de lo que cree el ciudadano de a pie: que el cine documental es solo una biografía actuada”, aclara el director de EDOC. Esa apuesta es la que ha convertido al festival en el de más trayectoria y más grande. “Este es el único momento del calendario en el que el público cinéfilo puede acceder a estos contenidos”, advierte Mora, ya que el documental ecuatoriano no se distribuye en las salas comerciales ni en los canales de televisión.

    Esa restricción podría salvarse si, como propone el director, hubiera una política pública potente orientada a la producción nacional de cine. Si la obligación que tiene la televisión de incluir en su programación un porcentaje de iniciativas independientes no se franquease con una simple multa o si los canales comprasen los proyectos cuando están en su fase de producción (para garantizar la difusión y el financiamiento) en lugar de cuando ya están terminados, el cine documental ecuatoriano llegaría a un público de consumo y no solo al cinéfilo. El interés, medido por el cada vez mayor número de asistentes en el festival EDOC, es una muestra de ello. “No queremos ser contracultura”, decreta el director del festival.


    (Fuente: Elpais.com)


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