“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Cómprame un revolver, entre lo tierno y lo inconsciente
    Por Redación elantepenultimomohicano.com

    Empecemos con un dato: solo en el pasado mes de marzo se produjeron en México casi 2800 homicidios. En el estado de Colima, por ejemplo, la tasa de criminalidad fue de 96,7 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Ante esta escalofriante situación, puede que uno de los factores que influya en el hecho de mantenerse con vida sea la suerte. Así lo verbaliza Huck, quien apunta que su padre ha tenido mucha y que ese sería el mejor legado que le podría dejar. Huck lleva el pelo corto y oculta su cara con una máscara. Los narcotraficantes que dominan la zona suelen secuestrar a mujeres, así que su padre, para protegerla, hace todo lo posible para que pase por un niño. A Huck le gusta jugar con tres amigos suyos que siempre andan camuflados como arbustos para lograr una importante misión: acercarse a los malos y recuperar el brazo que le cortaron a uno de ellos.

    Tras recorrer varios festivales con la estimulante Te prometo anarquía, el director Julio Hernández Cordón construye en Cómprame un revólver una especie de fábula a medio camino entre la ingenuidad infantil y la crueldad del mundo del narcotráfico. El México que imagina el director es un lugar desértico donde cada uno sobrevive como puede bajo la impune ley del gatillo. Una ley arbitraria que depende de la mucha o poca paciencia del que empuña el arma, de ahí que la suerte siempre deba hacer acto de presencia para continuar respirando. El director se mueve entre dos planteamientos a la hora de retratar la realidad. Por un lado, narra desde la observación, sin adoptar ningún punto de vista concreto, la violencia a la que son sometidos el padre y la hija. Por otro lado, se acerca a la mirada de la niña para intentar captar la manera de ver y entender lo que pasa ante sus ojos. Así, yendo de uno a otro, la película no acaba de encontrar su propia voz y queda un tanto desdibujada. Pero es cierto que cuando consigue capturar la vitalidad y la imaginación de la infancia alcanza momentos brillantes, como la parte final del filme en la que los niños se cobran su propia venganza poética. En ese acercamiento entre lo tierno y lo inconsciente propio de un niño es donde el contraste con la barbarie del mundo de los adultos da sentido a la cinta.


    (Fuente: elantepenultimomohicano.com)


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