“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

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  • Filme otro: estudio de Ángela López Ruiz sobre el cine experimental en la región

    Estudiosa del cine experimental, curadora y artista visual, Ángela López Ruiz acaba de publicar el resultado de una investigación que le llevó más de diez años. Comenzó este trabajo en 2006, cuando se topó con un archivo fílmico mientras realizaba una curaduría para la Fundación de Arte Contemporáneo (FAC); ese rescate de películas uruguayas se llamó Proyecto Intersticio. El libro Poéticas del cine experimental en el Cono Sur (1945-1958)-(1961-1967), estará disponible como e-book en Amazon, y también puede conseguirse en el Instagram del Laboratorio de Creación y Cine Experimental de la FAC.

    ¿Cómo te definís? ¿Realizadora, curadora, o todo es parte de un mismo proceso?

    Ante todo, me defino como artista visual. Mi trabajo como investigadora surge de la urgencia por preservar mi propia obra y la de mis colegas videoartistas; con esto me refiero a que los soportes cambian permanentemente y esta actualización requiere cierta capacitación a la que no todos accedemos. Considero que la curaduría está relacionada con la forma de exponer las investigaciones, y ahí se repite el loop: artista, más curadora, más investigadora. Definir en compartimentos es más una necesidad del otro que de quien lo realiza.

    ¿Cómo llegaste al mundo del cine experimental?

    Primero, en los ciclos de Cinemateca Uruguaya, que aunque no se lo definiera como cine experimental se mostraba este cine. Luego vino el videoarte, que me fascinó aún más por la accesibilidad del soporte VHS. Más allá estaba la pregunta acerca del cine experimental en Uruguay, ya que las referencias inmediatas no daban cuenta de películas categorizadas así. En 2005 tomé contacto con la cineasta experimental argentina Narcisa Hirsch, quien luego expuso su obra en la FAC, y a partir de las charlas sobre sus obras en soporte fílmico comenzamos a pensar en las proyecciones en este formato. Desde ese momento hasta 2007 se cruzaron las coordenadas de la recuperación de películas experimentales de la década de 1950, la creación del Laboratorio de Cine y la investigación acerca de los festivales de cine documental y experimental del SODRE. Esta tríada es el núcleo de otras investigaciones, curadurías, etcétera.

    ¿Cómo te lleva la relación con el cine experimental a tu extenso trabajo como curadora?

    En principio se trató de un trabajo colectivo, ya que se hizo en conjunto con colegas de la FAC y expertos de todo el mundo que han venido de visita al Laboratorio. Es posible que esto suene pretencioso, pero la metodología de los artist run film lab es así: se generan redes para intercambiar saberes y hacer posible el camino de difusión de este tipo de películas. Este segmento del trayecto fue muy disfrutable, también lo fue la parte más dura, la realizada para el proyecto ISMO ISMO ISMO. Cine experimental en América Latina, donde hacíamos encuentros anuales con teóricos y cineastas del continente para compartir los avances de nuestras investigaciones. En este caso el trabajo fue arriesgado, ya que exigió una conceptualización e incluso la epistemización de ciertas prácticas cinematográficas que se multiplicaban en cada encuentro, pero a la vez teníamos que acotar contenidos para dar sentido al programa conjunto. En este caso tomé un camino que ya venía trabajando, que fue el de destacar la invisibilización de las mujeres y disidencias en el campo del cine. Me centré en el sur de América Latina, pero al armar la curaduría tuve el privilegio de extenderme a todo el continente e incluso a la diáspora. Esto fue como abrir una caja de Pandora, y a partir de este proyecto he podido compartir estas películas en diferentes eventos.

    ¿Cuál es la intención del libro?


    Compartir una investigación que llevó aproximadamente 13 años, un trabajo que tuvo distintas etapas y se vio fortalecido por todo lo que mencioné anteriormente, o, básicamente, que dé cuenta de la información encontrada, además de las diferentes líneas de investigación que se reflejan allí. Es decir, trata de dar cuenta de un proceso que nace con el encuentro de películas fascinantes, muchas de ellas no catastradas o apenas mencionadas, las cuales, por medio de un trabajo curatorial y luego de una investigación académica, dejan entrever el rol que cumplió el cine en los diseños culturales de los procesos políticos que se dieron en la época abordada. El propósito es interpelar la categorización, la normativa, la reglamentación que da nombre a las prácticas artísticas y cinematográficas y los procesos por los cuales estas categorizaciones se disuelven o desepistemizan.

    ¿Qué lugar tiene hoy el cine experimental en Uruguay?

    El impulso que se le ha dado al cine experimental latinoamericano viene a través del mercado del arte, en especial de la museística contemporánea, que considera esos archivos (incunables, fragmentos o copias) como piezas importantes para la formación de una colección que complete el arco de la descripción de una época. Estoy simplificando bastante el tema, pero es con el afán de abordar el caso de Uruguay. Una de las metas del proyecto del Laboratorio era llevar este tipo de cine a las salas de arte; esto parece bastante simple, pero en principio sólo contamos con la Colección Engelman Ost y el auditorio del Museo Nacional de Artes Visuales. Hoy ya se ha generado un espacio para este tema y existe la posibilidad de tener la proyección en fílmico en la nueva Cinemateca. Ese objetivo está cumplido, así como el de la difusión del revelado artesanal y del circuito para la autoproducción en soporte fílmico, que permite no sólo el hacer un tipo de cine que podríamos llamar experimental sino también amplificar otras prácticas que devienen de él: cine expandido, filmperformance, filmpoesía, etcétera. Hay otra línea de abordaje, que es escribir desde la propia práctica. Existen antecedentes en Brasil, la revista HAMBRE:cine experimental, también el blog de Pablo Marín; ambas son referencias sustanciales para pensar lo que hacemos. Más allá de este libro, estamos tratando de reflexionar, disrumpir, cuestionar esto que hoy llamamos cine experimental desde nuestras palabras escritas; cuando digo estamos me refiero al Laboratorio y a otros colegas allegados a él. En este camino se cruzan también los estudios de la danza, la performance, las narrativas del arte hecha por artistas. Fue en ese camino que nos encontramos con May Puchet y Elisa Pérez Buchelli, con quienes compartimos cursos académicos y nos sumamos a una idea que tenía Guillermo Zabaleta: hacer una especie de mapa de artículos de investigación sobre “prácticas artísticas intersticiales”. De ahí nació el Proyecto Intersticios, que si bien es un trabajo en proceso, ya lleva varias etapas de exposición y esperamos que haya más.

        Las obras uruguayas rescatadas por el laboratorio pueden verse en el canal Proyectos Intersticios en Vimeo. El libro estará disponible en el Instagram @laboratorio.cine.fac.

    (Fuente: ladiaria.com.uy)


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