“Nuestro objetivo final es nada menos que lograr la integración del cine latinoamericano. Así de simple, y así de desmesurado”.
Gabriel García Márquez
Presidente (1927-2014)

CRITICA


  • Gualeguaychú: El país del carnaval, una explosión de cuerpos
    Por Rolando Gallego

    El director de “El cazador” detiene, una vez más, su mirada en cuerpos jóvenes, vitales, deseantes, para hablar de cómo el paréntesis de una fiesta puede unir y acercar a seres disímiles y permitir momentos de goce y entretenimiento.
     
    “La música une a la gente. La música mezcla al burgués y al rebelde”, cantaba Madonna en Music, y aquí podríamos aplicar esa frase pero aggiornandola a “el carnaval une a la gente”, porque en Gualeguaychú: El país del carnaval (2021) Marco Berger habla de cuerpos expectantes a la fiesta más grande del país, en donde, tras un año de trabajo, se liberan fantasías entre sungas gastadas, plumas, lentejuelas y la construcción de una masculinidad más cercana al burdel que al olimpo griego.


    Vilmar Paiva es un joven que atraviesa su días sin preocupaciones, y Berger lo acompaña con la cámara lúcida de Martín Farina, dupla que vuelve a ponerse al servicio de un relato en donde la mirada y el encuadre, independientemente del carisma propio de cada uno de los participantes, permiten, una vez más, explorar el universo masculino sin esquemas.

    En tiempos de deconstrucción, en donde el patriarcado comienza a ver de otra manera los vínculos entre hombres, y así, Gualeguaychú: El país del carnaval se nutre de la espontaneidad del intercambio amistoso para reflejar, sin censuras, ni condicionamientos previos, relaciones entre hombres que saben, además, que en la próxima exposición en la pasarela del carnaval, podrán sumar anécdotas a las largas tardes al sol, tomando tragos, en la previa de una fiesta que paraliza al pueblo.

    Vilmar habla, mucho, el contraste entre los momentos en los que captura las escenas, de los que sólo se reflejan preparativos, permiten también tomar distancia al espectador sobre aquello que se muestra, contextualizando, de manera potente, el verdadero significado del carnaval para sus participantes.


     
    La película se divide en dos líneas dramáticas, y aun siendo un documental de observación por momentos, en una teje la progresión a partir del protagonista y sus amigos, quienes se permiten ser libremente más allá de las censuras patriarcales sobre aquello que deberían realmente ser desde una mirada heteronormativa. Por el otro la de la fiesta, la del brillo, la de la exposición, la de la lujuria. Representando el tiempo del carnaval desde el vértigo que Vilmar vive en el corsódromo, arriba de un escenario o simplemente arengando a sus amigos desde la platea.

    Y en esa platea hay mujeres, multiplicadas por mil, porque si vien Gualeguaychú: El país del carnaval es una película sobre hombres, el rol de la mujer se refuerza con la aparición de personajes que revalidan los deseos de esos jóvenes que cuentan anécdotas y que deben explicar que más allá de su pasión por la fiesta del carnaval, su sexualidad no se pone en jaque cada vez que se acerca a uno de sus compañeros.

    Hay un momento muy interesante, además, en el que un recién llegado (Gastón Re) al lugar pregunta sobre qué lugar ocupa el carnaval de Gualeguaychú a nivel mundial. Vilmar responde dubitativamente, porque sabe que ninguna respuesta va a ser similar a la que él tiene dentro suyo, la de un carnaval número uno, el que espera todo el año para compartir con sus amigos, con sus conquistas, con sus deseos y anhelos más profundos.

    (Fuente: EscribiendoCine.com)




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