Un mundo maravilloso de Luis Estrada (La ley de Herodes) es una película mexicana con gran producción. Es sorprendente el buen trabajo visual que se puede hacer en México juntando los recursos humanos y económicos necesarios. Cuenta con un excelente reparto y un tema que no podría ser más actual. En 1999 salió La ley de Herodes como respuesta a la transición política que se estaba viviendo, una crítica clara al dinosaurio político que tantos años mandó en nuestro país. Un mundo maravilloso es su equivalente en esta nueva etapa de cambio que sufre nuestro país, le da duro y a la cabeza al sistema panista de manejo de poder.

El género es de igual modo algo bastante peculiar, tomando en cuenta lo que se ve normalmente en el cine mexicano actual. Una mezcla de melodrama, comedia de enredos y humor negro que a ratos hace reír, otras dan ganas de llorar y una que otra hasta asusta.

La crítica al sistema es clara y el público objetivo es la clase media, aquellos que forman parte del grupo representado (los pobres) difícilmente tendrán acceso al filme y seguramente no se sentirán identificados. Son los pobres desde la imagen de un clase mediero (aunque no dudo que Luis Estrada haya investigado más que yo).

En mi comprensión, el director busca que nos preguntemos la dirección que está tomando nuestro país y la dinámica de las clases sociales, la postura que toma cada una ante los cambios en el poder, nuestra relación con un mundo globalizado, el libre mercado y los sistemas económicos. Sin embargo, me parece que la falta de identificación del público con los personajes hará más difícil que estos comprendan a los personajes y por ende se apropien de su sentir. La mayoría de las personas que irán al cine a ver esta película serán de clase media y esos al final salen perdiendo (lo cuál me dejó consternada). En esta historia hay villanos pero no héroes, ¿Con quién nos vamos a identificar nosotros? ¿A quién vamos a apoyar? o ¿Ahora quién podrá ayudarnos?