Con una potente imaginería visual, heredera de muchas influencias anteriores, pero muy personal, Guillermo del Toro construye una estupenda fantasía adulta con forma y personajes de cuento, pero que esconde un trasfondo decididamente cruel y dramático.

La película no admite medianías ni neutralidades en cuanto a su planteamiento ideológico, los malos son muy malos, y los buenos, aúténticos héroes. 

Simplemente es la excusa para construir una trama de poderoso dramatismo que se acrecienta cuando los pasos de la protagonista (Ofelia, poético nombre) la alejan de un mundo de fantasía que se revela como único medio de salvación del mundo real, pero igualmente cruel y difícil, alarmantemente conectado con la inminente realidad.

Ciertamente podemos pensar que la combinación que ofrece esta película es tan extraña e incompatible que no puede resultar nada coherente de ella. Pero es que del Toro firma un guión tan bien construido que consigue relacionar todo a la perfección, no solo en su conexión de ambos mundos, sino también en la estupenda progresión que adquiere su relato, ganando enteros constantemente hasta desembocar en un final (reminiscencia vaga de El resplandor) sublime, tanto por su fuerza dramática (inusual en una película de este tipo) como por su poética, reunión de todo lo que del Toro ha ido consiguiendo a lo largo de la cinta gracias a su estupenda labor (tanto de dirección como de montaje).

Los actores están correctísimos y adecuados en sus roles, que modulan dotándolos de especiales matices. Muy destacable es también el trabajo de ambientación, tanto de los ambientes reales como de los fantásticos, dotados ambos de ese poso de irrealidad constante que una historia de este tipo necesita.

Además, no se echa de menos un número mayor de monstruos y criaturas, pues la película produce una sensación de equilibrio que es raro encontrar hoy en día.

El laberinto del fauno es una nueva demostración de que el género fantástico puede ser verdaderamente grande cuando está bien hecho, y espermos que del Toro siga en esta onda y pueda ofrecer en el futuro títulos como éste, que no solo nos habla de los horrores de cualquier guerra, sino tambien de la importancia de la segunda oportunidad, de la inocencia, de contraposición...y termina con un final mesiánico muy atractivo.