CRÍTICA



  • Chico & Rita, un bolero de música y color
    Por Lourdes Marqués


    Esta semana se estrena en los cines españoles, tras pasar por diferentes festivales, Chico & Rita, la nueva cinta —premiada con el Goya de animación— de Fernando Trueba, quien por primera vez incursiona en este género sin abandonar su otra gran pasión, la música latina. Para convertirla en imágenes ha contado con la complicidad del dibujante y diseñador Javier Mariscal. Ambos, junto con algunos de los actores que han participado en el doblaje de voces, la han presentado este lunes en Madrid.

    Se ve el hermanamiento entre ambos codirectores, Trueba y Mariscal. Hay desde el principio, desde antiguo, un sentimiento de compartir puntos de vista, amores profesionales, que se vienen a plasmar en un trabajo partiendo de unos vídeos sobre Compay Segundo, y al ver la Habana Vieja, encontraron el formato, la clave.

    Película de animación para adultos, Chico & Rita nació con la idea de hacer la visualización de un bolero, la música y el sentimiento cubanos estaban ahí desde el principio. No se buscó el melodrama, se buscó eso, la vida misma, con sus altibajos, con la emoción a flor de piel. Un proyecto que nace desde la amistad de Mariscal y de Trueba, que ya naciera en el 74, cuando en la facultad Mariscal andaba con cómics de El Víbora. Mariscal afirma rotundo que querían hacer algo a lo grande, algo así como lo mejor nunca hecho nunca jamás, película hecha por producción española para vender mucho en el mejor mercado internacional posible, "hay que ser pretencioso". Mariscal habla del privilegio de poder hacer algo de calidad, en un país, España, donde el prejuicio sobre lo local y la cortedad de mentes hacen que no se den pasos de gigante, donde no se arriesgue en pos del triunfo.

    Parte de ese riesgo, en opinión de Mariscal, es que todos los españoles son "gallegos", y escribir sobre Cuba y su cultura, con ojos foráneos es como que un extranjero escriba sobre cante jondo. No sólo eso: la animación parece adolecer de guiones flojos, que se crecen con la expresión corporal del actor. Aquí no, sólo son dibujos, y han de convencer.

    No es un trabajo al uso. No es animación por ordenador. Se trata de maquetas, maquetas y más maquetas como fondos, se rueda en estudios —en Cuba— con actores reales, para luego mejor captar sus movimientos y expresiones en los dibujos.

    Rezuma "cubanería" toda la filmación, mérito tanto de los guionistas, de los documentalistas como de los propios actores y cantantes. Hay mucha verdad detrás de esos trazos, que en voz de Mariscal, buscan ser simples. Pero tras esa simplicidad de trazo, hay una gran documentación. Muchos documentales, películas visionadas sobre la verdad de la época, se palpa la voluntad de veracidad. Se patearon La Habana, visitaron y se mimetizaron con Nueva York para plasmar la diferencia cultural y de estética, y se acometió un gran esfuerzo porque eso quedara explicitado en el resultado. Y se pasa en voz de ambos directores, el test de cubanidad.

    Mariscal habla de que en el cine hay mucha mentira. Y mentira son los muchos, muchos decorados que se han ideado, con toques de elementos reales, porque hay que llenar cinta y muchos espacios, comenta. Hay tantos elementos de verdad, personajes reales en el guión que le dan ese aire de veracidad: Marlon Brando, las Vegas, el Empire State, sacan La Habana Vieja, en un intento, como dice Mariscal, de aunar en la misma filmación, "el botijo y el porrón, la guitarra y el arte flamenco". Es la apoteosis del bolero, dedicado a la gente de Cuba, a Bebo Valdés, y el final de la película se vio arropado con sus buenos diez minutos de aplauso de reconocimiento.

    La música nace junto con el guión; hay un 50 % de temas musicales añadidos, pero se parte de canciones, sones que inspiran al propio guión. Música variada, que va desde "Love for Sale", Cole Porter, Stravinsky, Charlie Parker. De hecho, se inspira en la verdad del bolero central que Bebo Valdés escribiera para su hija, y que se traduce en la ficción al tema musical tras la primera noche de amor de Chico y Rita. Y la historia del bolero acaba con la propia canción de una artista reconocida en España y fuera de ella como Estrella Morente.

    Toda la música se grabó en Cuba, con músicos cubanos. La grabación en formato cine de su interpretación sirvió luego de base para dibujar de forma más fidedigna. Afirma Trueba que estaba obsesionado con las escenas de música y baile y que afortunadamente, ese saber hacer de la época ya salía sin mayores complicaciones de parte de los actores de carne y hueso que servían de modelos para el dibujo.

    Limara Meneses, la actriz que dobla y da vida a Rita, habla de su encuentro con Trueba, de cómo hubo de "contener" todo el rato su expresividad y su verbalidad, pero contó con el permiso de Trueba para meter expresiones cubanas, como "¿quieres que te haga un dibujito? "¿Tú estás sordo o qué?".

    Mariscal subraya todo el rato que se trata de un equipo de profesionales, donde él da la cara y empieza el proyecto, unas 200 personas a perfilar y volver a perfilar los personajes hasta hacerlos creíbles, reconocibles, no meros iconos.

    Antonio Resines explica que él no es actor en el proyecto sino parte de la producción. Él no vio nunca el conjunto del plan, vio partes, pero conocía a Trueba y Mariscal, y se quedó maravillado al ver en qué abocaban sus fondos. Lo hizo por fe en la amistad para con unos grandes profesionales, que afirman todo el rato que la animación hoy es un presente arriesgado, pero que definitivamente será la gran apuesta cinematográfica en los próximos cinco años.


    (Fuente: NOTICINE.com)


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