CRÍTICA



  • La casa muda, cine comercial, de género, bien hecho
    Por Juan Andrés Belo


    La sobria inscripción inicial que ‘advierte’ que la película está “basada en hechos reales” es engañosa. La parte real de todo el asunto es tomada lateralmente por la película, y es en lo que quedó sin explicación donde pone el ojo. Es decir, lo real de los hechos no tiene ninguna importancia en el relato. Los sucesos que vemos son, de ‘pe a pa’, inventados. El señalamiento es menos para dar importancia a lo que se va a contar y más en virtud de impactar al espectador sensible.

    Toda la impecable movida de promoción, que tuvo su resultado a las claras (ver aquí), está basada en un engaño similar: la película no está filmada en un sólo plano -como se dijo-, sino que se genera la sensación con unos no-muy-sutiles pasajes de oscuridad.

    Pero señalar estas cosas como argumentos en contra sería un error, como lo sería también decir que los personajes se comportan, por momentos, de manera idiota. Porque La Casa Muda, del uruguayo Gustavo Hernández, es una película comercial -y por lo tanto engañosa- y de género. Y como toda película de género, parte de ciertas convenciones preexistentes que conforman las reglas del juego entre película y espectador. Hay que aceptarlas o estás fuera. Entonces: ¿Por qué la protagonista le da la espalda al único lugar desde donde puede venir el peligro? Porque eso nos pone los nervios de punta. Y de eso se trata: de meterse más adentro y seguirla, de que pensemos: ‘Ay, no, no subas la escalera’, y que ella suba igual; de querer saber más.

    Y decir esto ya es decir mucho: cine comercial, de género, bien hecho. Y además de lograr cine de terror, que impacte y que se inserte dentro de un mercado global, el director Gustavo Hernández logra esbozar un estilo en la película. El papel del arte como constructor de la ‘personalidad’ de la casa; la clásica melodía de terror que avecina un peligro que nunca llega (porque quizá no existe); las actuaciones por sobre todas las cosas creíbles. Y el tiempo… generador de la tensión previa al primer golpe, pero también responsable de que el protagonismo de la casa tenga la contundencia que debe. Hernández conoce el lenguaje y lo usa para narrar la historia siguiendo los lineamientos del género; todavía faltaba en Uruguay alguien con la confianza para hacerlo. En este sentido, La Casa Muda es un suceso importante en la cinematografía uruguaya.

    Pero no hay verdadero misterio en la película. Hay sustos, tensión, y miedo, pero no misterio. El misterio es inexplicable, y ni el final de una película puede resolverlo. En La Casa Muda todo se resuelve, y bien clarito. Quizá el punto más alto con respecto al misterio es cuando, después de haber podido escapar, la muchacha termina volviendo a la casa. La sangre en su remera y el terror del que acaba de escapar no detienen una curiosidad obsesiva, que hasta le impide contestar las preguntas que le hace el patrón. Algo la atrae directamente hacia el corazón de lo que allí sucede. Pero a partir de ese punto, y como siguiendo un requisito, cada una de las puertas que se abrieron comienzan a cerrarse con líneas de diálogos -que revelan la información de buenas a primeras-, o con elementos casi igual de directos.

    El giro final del argumento no es incoherente ni estúpido: es forzado. Porque si bien las fotografías llevan al espectador hacia ciertas sospechas, no parece sucederle mucho a ella, cuando es en ella que se está dando el crack del desenlace.

    La secuencia final, después de los créditos, termina de hacer gala a la sobre explicación. Y es que en el fondo la propuesta termina siendo adolescente, como lo es casi todoel cine de terror de hoy en día.Por


    (Fuente: Paraver.com.uy)


Copyright © 2024 Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Todos los derechos reservados.
©Bootstrap, Copyright 2013 Twitter, Inc under the Apache 2.0 license.