Quien haya visto una sola vez la feria de Malecón y D sabe que se trata de un sitio limítrofe con la locura. Es lo más parecido que conozco en Cuba a un mercado persa, repleto de tiendecillas frágiles, donde proponen inimaginables transacciones y canjes, donde se hablan todos los idiomas. Es fácil explicarla como un micromundo, con todo y sus leyes.
El otro día hubo, además, un equipo de filmación trabajando por allí. Entre tamaño barullo, pasaban desapercibidos. En verdad, tratabase de un grupo reducidísimo, con cámara pequeñita y una pareja de actores haciendo su faena, como clientes comunes y corrientes, entre las mesas de la carpa de Rumbos que da a la calzada.
Los actores, Herón Vega y Susana Pous, parecían debatir un tema difícil. La mujer lleva todo el tiempo la iniciativa. Mientras el hombre responde a sus emplazamientos, ella prende un cigarrillo, con un despliegue gestual entre sensual y soberbio. Tiene dominada la situación. Apenas dan el corte y comienza el corre-corre en derredor. Un rabioso chubasco se desata sobre el litoral y la feria queda transformada en cuestión de segundos en un páramo fantasmal.
Los cineastas cargan con todo en un santiamén y buscan refugio a un par de cuadras. De haberse tratado de un equipo mucho mayor la operación habría tomado su tiempo, pero en este caso la agilidad es uno de los atributos logísticos del reducido equipo que filma Frutas en el café, primer largometraje de ficción del realizador Humberto Padrón.
Cuando pongo agilidad quiero decir capacidad para producir el filme con el mínimo de personas implicadas; simplicidad del equipo (una cámara mini DV, un boom, monitor y videocasetera donde al director sigue cada toma); trabajo entre amigos, gente que se conoce y participa apenas porque cree en esta idea de hacer un filme cubano de manera independiente.
Bajo la lluvia
Mientras el cielo se vierte sobre la tierra y los truenos la sacuden, Humberto Padrón y yo nos sentamos a conversar. El primer tema tendría que ser por fuerza la expectativa que despierta su regreso. Después del alboroto provocado por Video de familia (2001) -cuyos méritos van más allá de los premios en los festivales de La Habana, Los Ángeles y Nueva York o en haber hecho visible el trabajo de un nuevo grupo de realizadores de cine en Cuba- el muchacho tiene sobre sí demasiadas miradas (digo yo).
Pero dice él: "Chico, no me preocupan las expectativas. Si un creador se pone a pensar en superar cada trabajo anterior en vez de trabajar le pueden salir mal las cosas. Todas las películas de Coppola no son El Padrino o Apocalipsis now."
¿Y de dónde sale la idea de Frutas en el café?
Este es un proyecto que tenía hace mucho tiempo, aunque no lo pude concretar porque siempre prioricé otras cosas. Para graduarme tenía que ser con un corto, y lo que tenía a mano era Video de familia. Frutas en el café es una historia anterior, pero había algo en su estructura que no me funcionaba para hacerla redonda. Hace como tres meses, después de mucho tiempo sin tocarla ni pensar en ella, encontré la pieza que faltaba. Entonces hablé con Alejandro Brugués (autor de Bailando chachachá) y le pedí que la escribiera lo más rápido posible. En tres o cuatro semanas estuvo listo el guión.
¿Y por qué decidiste producirla de manera independiente?
Hay proyectos que exigen trabajarlos "en caliente". Hice un cálculo del costo de producción y con dinero que tenía y otro que me prestaron me lancé a filmar en 18 días. Así que me estoy tomando las libertades que me da la gana. Además, siempre he hecho mis películas casi de manera independiente. Soy un artista independiente en el sentido más noble y limpio que tiene el término, pues significa que no pertenezco a una plantilla. La política del ICAIC ahora mismo es no tener más directores en plantilla hasta que las condiciones económicas lo permitan. Y además del tema económico, hay procedimientos para analizar proyectos que se han vuelto obsoletos y están obstruyendo el desarrollo del cine cubano.
¿Cuál es el tema de Frutas en el café?
Siempre quise escribir algo sobre cómo una persona normal puede encontrarse en una situación tan difícil donde tenga que decidir si se corrompe. A los protagonistas de las tres historias que componen Frutas en el café los enfrento a conflictos donde deben elegir entre corromperse sexualmente o no. Cada uno tiene motivaciones distintas: uno lo hace por dinero, otro a cambio de sexo y el tercero por una obra de arte, una pintura.
¿A qué se ha debido este silencio tan largo tuyo?
Es que después de Video de familia recibí muchas invitaciones a festivales. Eso es bueno, pero te quita concentración. Así que desde el año pasado decidí tomar el tiempo que necesitara para definir mi próximo proyecto. De hecho, tengo dos: una película sobre los balseros y un guión del propio Alejandro al que le tengo mucha fe. Aparte de eso, creo que hace un año no hubiera estado listo para hacer esta película. Tal vez sea la falta de entrenamiento, pero ahora asumo mis propios riesgos. Lo que disfruto de esta película es filmarla. Es mi primera experiencia de esta clase, con tantas locaciones, tantos exteriores y actores. Además, te suceden cosas que no esperabas. Esto, por ejemplo...-y señala hacia el diluvio que afuera inundó la calle.
Su equipo escampa enfrente. Parlamentan unos minutos sobre si esperan a que la tarde se despeje y la feria recupere su típica faz. Pero deciden renunciar. Dan el "corten" definitivo y coordinan el trabajo correspondiente a la jornada siguiente. Humberto se me acerca: "Por suerte conservamos el valor de ayudarnos por nada. De otra manera sería imposible hacer cine así. Entre nosotros es muy difícil hacer una película, incluso un corto. Así que si tienes los recursos y la posibilidad, pues hazla."
El equipo de Frutas en el café tiene, entre otros, a Oscar Valdés en la fotografía, Ricardo Pérez en el sonido y Carlos Urdanivia en la dirección de arte. Los personajes protagónicos corren a cargo de Jorge Perugorría, Yailene Sierra y Gilda Bello, y en el elenco participan Marisabel Díaz, Néstor Jiménez, Omar Franco, Mario Guerra, Raúl Pomares y Manuel Oña. La edición toca a Dull Janiel.