CRÍTICA

  • Mirando al sur todo se asoma
    Por Joel del Río


    Aparte de que los premios le hagan justicia, o no, a ese carácter ecuménico e inabarcable del evento como un todo, este año el Festival de la Habana ha estado marcado por la altísima calidad y tremenda variedad de la mayoría de las obras insertadas en las competencias oficiales ?largometrajes de ficción, óperas primas, documentales, animados?, que se parangonaron en la preferencia del público cubano con las mejores películas del cine mundial. Intentaremos dar una ligera idea de la enormidad de calidades disfrutadas durante los diez días de Festival, en cuanto a las facetas que le dan mayor sentido al evento, es decir, el cine latinoamericano.

    La primera recomendación fue zafarse de prejuicios y no retroceder ante un filme porque se desconociera los nombres de quienes integraban el elenco técnico o artístico. Algunas de las películas más hermosas, disfrutables y premiables de este año fueron primeras obras, y ya se sabe que no siempre las grandes estrellas están dispuestas a regalar su brillo al debut de ilustres desconocidos, las brasileñas Ciudad baja, de Sergio Machado; Contra todos, de Roberto Moreira, y Olga, de Jayme Monjardim, se contaron entre las óperas primas ?absolutamente distintas en cuanto a género, tono, tema y pretensiones? que resultaron fuertes impactos en las agendas de todo cinéfilo con fuerte vocación abarcadora.

    Da gusto reconocer que las señales de animación más certeras, en las cinematografías latinoamericanas, provienen en mayoría de realizadores jóvenes o neófitos. Entre las películas brasileñas más descollantes en los últimos doce meses se encuentra la antes mencionada Ciudad baja, producida por la Videofilmes, de Walter Salles, el director de Diarios de Motocicleta y Estación Central. Han sido elogiados, y premiados, a todos los niveles, el trío protagónico que integran Alice Braga, Wagner Moura y Lázaro Ramos, este último recordado por su descomunal Madame Satá. Ciudad baja recrea, con hondo dramatismo, un triángulo amoroso entre dos hombres, amigos de la infancia, y una prostituta que encarna la sobrina de Sonia Braga, tal vez el mayor sex symbol que haya producido Latinoamérica desde los tiempos de María Félix a partir de películas como Doña Flor y sus dos maridos, Gabriela y Tietá de Agreste. 

    Tanto Ciudad baja como Cine, aspirinas y buitres han sido dos de las mejores embajadoras del cine brasileño en el exterior a lo largo de 2005 y despertaron positivos comentarios en La Habana, junto con el regreso del director Roberto Gervitz con Juego subterráneo, inspirada en un cuento de Julio Cortázar, y que cuenta la historia de un hombre que se inventa un extraño juego, en el metro de Sao Paulo, para encontrar a la mujer de su vida. Desde la perspectiva sicologista, que no descuenta la mirada documental, y el sólido empaque visual, el filme nos regresa también a algunos descollantes profesionales del cine brasileño: Jorge Durán ?director de la memorable El color de su destino? es coguionista; el productor es Francisco Ramalho Jr; de la fotografía se encargó el prestigioso Lauro Escorel, y entre las actrices se encuentran las muy reconocidas Maria Luisa Mendonça, Julia Lemmertz y Maitê Proença


    (Fuente: La Jiribilla)



    Más información en: www.lajiribilla.co.cu/2


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