La certeza es la pieza que representó a Cuba en la tercera edición del proyecto de producción y difusión latinoamericano de documentales DOCTV, de 2012. Este mediometraje clasificó en el concurso de documentales del presente festival. Su director, Armando Capó Ramos, egresado de la FAMCA y la EICTV, tiene además un guion de ficción, escrito por Abel Arcos, en el concurso de guiones inéditos. No es poco.
El tema de La certeza nace de una anécdota de tu biografía personal. ¿De qué se trata?
El proyecto está vinculado a una experiencia de vida. Un día mi padre me cuenta una historia que no me había dicho nunca, algo que tenía que ver con mi pasado y salía ahora. Esta historia es la que despierta mi interés en investigar el tema para un posible documental. Terminaba 1993, en plena crisis económica, yo tenía 12 años y estaba ingresado en el hospital pediátrico de Holguín con una bacteria en los pulmones. Debido al uso de los antibióticos, desarrollé una gastritis y mi situación médica empezó a empeorar. Los médicos le dijeron a mi padre: “come o se muere”. Desesperado, mi padre acudió a un templo espiritista (que es el mismo templo en el que grabé el documental). La ceremonia fue tan impactante y lo que le pudo decir Raúl, el maestro espiritista, sobre su hijo enfermo, le causó a mi padre tal impresión, que en vez de volver a casa fue pedaleando en su bicicleta hasta el hospital, distante 32 kilómetros del templo. Era un 31 de diciembre: mi regalo de fin de año fue ver a mi padre a través de un cristal a las cinco de la tarde. Para él, ese día empecé a comer.
La certeza es un documental de personajes en un ámbito muy particular. ¿Qué te hizo escoger unos y no otros? ¿Cómo estableciste los lazos de empatía necesarios para que te ofrecieran su historia?
Porque nunca me vieron como un extraño. No soy un habanero que viene a verlos como un objeto de estudio, nunca llegué a cuestionar lo que sentían o por qué asistían al templo. Tampoco negué que no soy un creyente, ni espiritista, ni católico, ni santero y que solo creía en la sinceridad de la fe que ellos profesaban, que para mí esa sinceridad era suficiente. Pero lo que definitivamente rompió cualquier posible barrera inicial es la anuencia de Raúl Leyva, líder espiritual del templo La Nueva Paz del Señor, que además fue la primera persona a quien me acerqué y prácticamente me abrió las puertas del templo y su amistad. Ya la manera de escoger quién puede ser o no un personaje del documental pasa por muchas otras consideraciones. Y siempre intuición, aunque te puedas equivocar.
El tema del espiritismo de cordón o de las prácticas religiosas populares transculturadas del Oriente de Cuba casi siempre ha soportado dos formas de aproximación en el audiovisual: la mirada etnográfica, científica y la aproximación pintoresquista. ¿Qué piensas que aporta tu enfoque a este asunto?
No estoy seguro de que pueda aportar algo nuevo. Siempre intenté que el documental no fuera para nada una visión antropológica ni seducida por lo folclórico del tema. A mí me importaban las personas, mantener un respeto hacia sus creencias y su realidad. No juzgarlas o hacer un documental que a priori obligue a los espectadores a establecer una posición. Dentro de lo posible, ocultar mis opiniones y prejuicios.
Teniendo tu obra documental tanto que deberle a formas idiosincráticas del relato de ficción (uso de puestas en escena alegóricas, potenciación del peso ambiental y atmosférico de las locaciones, diseño de personajes con fuerte contenido metafórico, más que testimonial), ¿será este tu último documental puro y duro y el paso definitivo a la dirección de ficción?
Ojalá fuera así, porque podría realizar lo que de verdad deseo hacer en este momento como realizador. Pero estoy seguro de que volveré al documental muchas veces antes de poder concretar un proyecto de ficción, y no tengo nada contra el documental, lo disfruto mucho. Creo que es un problema de urgencia, y siento que las historias que me interesa contar ahora no caben en un documental.
¿Cómo te sienta concursar en este festival —donde ya recibiste una mención por La marea (2009) — y tener un guion en la liza?
Pues encantado. Tengo mucha expectativa con el guion inédito de mi primer largo de ficción: Agosto. El año pasado, cuando aún era un argumento, fue apoyado por Cinergia y la Fundación TyPA al Taller de proyectos de Colón, en Argentina. Veremos qué pasa.