“Yo tenía muy claro que era Morelia donde quería estrenar esta película. Es el festival que más me gusta y tengo una historia muy linda con él porque todas mis películas estuvieron ahí como La canción de los niños muertos, que incluso ganó. Es un festival que siempre me ha cobijado”, reconoció Pablos.
En su estreno mundial dentro de la sección Horizontes de La Biennale di Venezia, uno de los encuentros fílmicos más importantes del mundo, David Pablos se mostró orgulloso y emocionado por ver la reacción de los espectadores sobre el cuestionamiento que hace en su historia sobre las relaciones familiares.
“La esencia de este proyecto es la familia y la fraternidad. Lo importante era ahondar en la relación de dos hermanos que son muy distintos y en por qué uno tiene que querer a sus padres o a sus hermanos, solo por el hecho de nacer en un lugar que no escogemos”, expresó el cineasta.
Otro punto fundamental de esa película filmada durante seis semanas en Sonora es la herencia, plasmada en pantalla no solo de manera física, sino también por el carácter emocional. Esto se ve reflejado mediante una madre -interpretada por María Renée Prudencio- y su hijo adolescente, personificado por Rodrigo Azuela.
El hijo mayor teme heredar la locura de su madre quien un día deja una nota a sus dos hijos: “Tuve que salir. Mamá”. El hecho hará que Samuel (Américo Hollander), y Rodrigo, comiencen un viaje en su búsqueda. La relación entre los hermanos se vuelve tensa y se fractura conforme viajan por el paisaje desértico.
“Es un personaje que debe mantener una distancia y una relación poco fluida al estar separado y sumido en su propia tristeza”, dijo Prudencio sobre su papel. La actriz también destacó que la historia de Pablos es “un bello trabajo cinematográfico, un cuento contado en imágenes”.
La vida después comienza con la infancia de Samuel y Rodrigo porque, de acuerdo al director, se trata de un momento fundamental entre los hermanos y era importante mostrar esa parte entrañable. “No todo está mal en sus vidas. Las cosas no son en blanco y negro por lo que el tono de la escena inicial es más lúdico y alegre”.
En cuanto al trabajo con los niños, David Pablos mencionó que fue divertido y a la vez difícil y se mostró encantado con la transición que logra marcar de la infancia a la adolescencia, pues la escena contiene una esencia de poseía y magia.
“Es la película que tenía mente, que quería hacer. Por muchos lados creció con aportaciones de los actores y todo el crew. El aprendizaje que obtuve al final fue reforzar cosas que ya sabía”, concluyó.
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