CRÍTICA



  • La zona es un espejo de la sociedad
    Por José Juan Reyes


    Cuando la corrupción lo domina todo, entonces la justicia y el poder quedan en manos de quienes más tienen. Bajo esa premisa Rodrigo Plá presenta en la película La zona, un cuento que es un espejo de la sociedad. La historia se desarrolla en el interior de una unidad habitacional de lujo, donde las personas se han refugiado para escapar de la inseguridad. Pero están rodeados de la realidad del país, es decir, de la enorme desigualdad.

    La curiosidad natural de la adolescencia, transformada en delincuencia por la crisis, hace que un joven entre a robar a ese lugar, donde se encuentra con otro muchacho de su misma edad, entre quienes surge una amistad que les va develando afinidades, pero sobre todo las marcadas diferencias entre ambos. La cinta cuenta con las actuaciones de Daniel Giménez Cacho, Maribel Verdú, Mario Zaragoza y Carlos Bardem.

    Plá expone así la manera en que se han radicalizado las posturas, para dar pie a un relato que muestra la desigualdad y el racismo. Todo ocurre en un espacio urbano, en el que la división entre ricos y pobres es evidente.

    “La película está basada en un cuento de mi esposa del mismo nombre. Algo que nos hizo llegar a esta historia fue ver cómo cada vez es más frecuente encontrar calles privatizadas. La gente ha hecho esto por la inseguridad, la polarización y la impunidad total en la que vivimos. Esto ocurre en México y todas partes del mundo. Y aunque hace unos años festejamos la caída del muro de Berlin, estas divisiones han proliferado en todas partes; tenemos uno con Estados Unidos que divide al país pobre del rico; otro entre Israel y Palestina, por ejemplo”.

    En el lugar donde se desarrolla la historia, la riqueza acumulada, sea poca o emblemática, adquiere calidad de culto y por tanto sus moradores la defienden contra todo; de ahí el miedo al que nada tiene, que se traduce en el confinamiento por decisión propia en estas fortalezas disfrazadas de unidades habitacionales. Son recintos blindados custodiados por la cámara omnipresente del vigilante asalariado, que por miedo a perder su empleo obedece cualquier orden por arbitraria que esta sea, o encubre toda clase de tropelías, por monstruosas que nos puedan parecer.

    “La relación entre estos dos adolescentes, que se ‘espejean’, es lo que lleva a los personajes a exponer sus prejuicios y contradicciones. Para la película decidí que el thriller era la mejor manera de contarla, porque además me gusta mucho la novela policiaca. La reflexión es acerca de cómo en un mundo globalizado nos asilamos cada vez más. Al mismo tiempo es una película que entretiene, en el mejor de los sentidos”.


    (Fuente: Filmeweb No. 39)


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