CRÍTICA



  • Gloria, una historia palpitante
    Por Elizabeth López Corzo


    Gloria es una mujer de casi 60 años que confía en el amor. Está divorciada y tiene dos hijos que mantienen una vida completamente independiente de sus progenitores. 

    Es una mujer optimista, con mucha vida, cariñosa, buena amiga, flexible e inteligente, que no se cansa de agregar a su rutina diaria actividades que la entusiasmen o encuentros amorosos que surjan en un salón de baile y puedan convertirse en algo serio.

    Sebastián Lelio, director del filme chileno Gloria que inauguró el 35. Festival del Nuevo Cine de La Habana, creó una historia que consigue paralelos en cualquier época o latitud, por el carácter personal de su argumento.

    Gloria es una historia palpitante, de ayer y de mañana. Se desarrolla en el Santiago de Chile actual, donde la gente sale a las calles a sonar cazuelas para protestar por sus derechos. Pero nada de esto tiene peso en el núcleo del filme. La esencia va más allá de los hechos circunstanciales de un país.

    La esencia de Gloria se identifica con las necesidades de los seres humanos, sin distinción de razas o estratos sociales, y aunque se advierte una preferencia hacia lo femenino -ya que la protagonista es una mujer-, el filme se refiere a una preocupación más bien generacional.

    No se trata de una película de jóvenes que no encuentran en camino en una sociedad cada vez más injusta, como solemos encontrar en el cine de estos tiempos, sino de personas que han disfrutado de la vida y en el umbral de la vejez siguen cuestionándose el futuro, siguen creyendo en el amor aun cuando se encuentran solos y no reciben más que desilusiones y rechazos.

    Si bien Gloria encuentra una conexión inmediata con el público de la tercera edad, el guion de Gonzalo Maza está tan bien elaborado, que los jóvenes tampoco podemos resistírnosle ni evitar sentirnos estimulados con la historia.

    Gloria es una heroína que en la medida que el filme avanza va reafirmando su posición de mujer que espera y sueña sin miedo, hasta que finalmente admite el fin de un romance que podría ser el último y comienza a disfrutar plenamente la nueva etapa de su vida: la vejez.

    El filme ha sido laureado en varios certámenes internacionales, como el Festival de San Sebastián 2012 y la actriz Paulina García se ganó con todas las de la ley el Oso de Plata en Berlín 2013.


    (Fuente: Cubasi)


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