Como una alarma en la noche que nadie parece escuchar, pero que perpetúa su aullido, así es la modesta aunque enérgica protesta del cine de Walter Salles: una sirena permanente en la conciencia del espectador una vez abandonada la sala. No prima en su trabajo el estilismo, no busca en sus películas el cálculo, sino la emoción, y es que Salles es un cineasta de la urgencia, de la mirada firme hacia delante, que filma enfrentándose con dureza a los problemas, pero sin desdeñar el cariño por sus personajes. Tanto en Estación Central de Brasil como en esta Medianoche, Salles se pone de parte de sus personajes, ya encarnen estos los más atroces vicios o exhiban sus escasas virtudes. Para él el hombre es siempre la víctima.
Medianoche, rodada bajo los auspicios de la cadena de televisión francesa Arte para el proyecto colectivo El año 2000 visto por... es una historia contada a paso de taxímetro, inmediata, apremiante, que necesita una solución vital inminente y un desenlace tan visceral como las vidas de los retratados. La historia convergente de dos habitantes de esa urbe que es Río de Janeiro, una fascinante y terrible ciudad-universo que asemeja un fallido experimento de la civilización entendida como aglomeración de mercancía humana, es la excusa de Salles y Daniela Thomas (la codirectora del proyecto) para simbolizar la mínima distancia que separa a los seres humanos divididos por la inexorable arbitrariedad de una cuenta corriente. Pese a ello Joao y María, una vez unidos en el mágico momento de la medianoche del fin de año, juntan sus temores y desesperanzas para continuar camino hacia un nuevo amanecer que iluminará por igual rascacielos y favelas. Un amanecer quizás cruel, o a lo mejor irónicamente violento, pero que no logrará hacer olvidar a ninguno aquél instante mágico.
La medianoche es una separación artificiosa, al igual que lo es la caprichosa sociedad denunciada por los directores. Al final sabemos que es la misma estela de cohete, la misma luz de las estrellas y la misma angustia la que comparten los protagonistas, pero, al menos, este momento de ficción junta dos mundos menos dispares de lo que parece.
Medianoche, una producción que transita entre el cortometraje largo y la película corta, funciona como grito de emergencia ante un mundo y un medio, la imagen en movimiento, que ha dejado de luchar demasiado pronto por la justicia y la esperanza de cada día.