CRÍTICA



  • Tropa de élite: seres humanos convertidos en monstruos
    Por José Maldonado


    Esta película brasileña trae mucha polvareda y polémica. Tropa de élite, para empezar, es la película más exitosa y más vista en la historia de Brasil, pero esto casi tres meses antes de su lanzamiento oficial. El motivo, las copias ilegales que inundaron las principales capitales de Brasil; se dice que unos tres millones de personas vieron está versión. Pero la versión estrenada se diferencia de esta copia pirata, pues se le añadieron escenas y se alteró la narración en diversos momentos.

    La película se centra en las fabelas que rodean Río de Janeiro, pero el filme se aleja de ese tono épico y cinematográfico de Ciudad de Dios y casi de modo documental y sin ninguna concesión, nos muestra en toda su crudeza el día a día de un grupo especial de policía militar y como “trabaja” en las fabelas. Este grupo denominado BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales) es el más especializado y duro, al que se le encomienda la represión de los narcotraficantes y que no circule la droga por las fabelas.

    La historia se centra en el capitán Nascimento y en voz en off nos va comentando su día a día y cómo va perdiendo la cordura. Nascimento, a causa de la visita del Papá, debe realizar un gran control en las fabelas.

    Paralelamente conoceremos a Andre Matías y Neto, unos policías militares bastante honestos que ven cómo la corrupción de la policía les aboca a alistarse al BOPE, que supuestamente no es tan corrupta y que lucha contra los narcotraficantes como si de guerrillas urbanas se tratará.

    Andre y Neto verán en su instrucción cómo se les deshumanizan y las pruebas duras a las que son sometidos para entrar en el cuerpo especial policial. Mientras uno de ellos solo busca la acción, el otro intenta honestamente acabar con el tráfico de drogas y con los narcotraficantes de las fabelas.

    Básicamente la historia se centra en el punto de vista de la BOPE, pero tocando a colación una gran diversidad de temas de actualidad sobre la situación que se vive en las fabelas.

    Tanto es así que la polémica de la cinta está servida, llegando a ser de gran debate en Brasil. Desde las practicas de tortura, asesinatos y demás escabrosas y crudas imágenes que se presencian a cargo de la BOPE y de los narcotraficantes hasta la corrupción que inunda al sistema, siendo las grandes víctimas de las fabelas la gente normal que vive en ellas, donde las BOPE y los narcotraficantes solamente cruzan el fuego de sus armas.

    Parte de la polémica del filme es sobre las opiniones vertidas sobre su carácter fascista, que creo que no existe. Si creo que hay personajes fascistas, pero no creo que la película lo sea. Aunque sí veo un poco cierta apología al BOPE, desde que son impolutamente incorruptos (que no me lo creo) hasta la descripción superficial y un poco caricaturizada de los personajes de una ONG.

    La fidelidad a la realidad que impregnan sus fotogramas y su crudeza es encomiable; se retrata la vida cruel, pero alejándose como digo del romanticismo de Ciudad de Dios. Además también critica a los consumidores de droga (generalmente de clase media) que desde el punto de vista social del filme contribuyen a que surjan más narcotraficantes y que el círculo vicioso no cese.

    Esta visión “hiperrealista” del filme es realizada por el director José Padhila, autor del documental Ónibus 174, donde se cuenta el secuestro con rehenes de un autobús en un barrio carioca y con fatales consecuencias. Así pues, en un principio la idea de Tropa de Elite era hacer otro documental, pero la policía se negó a salir en el filme. Además, la película está inspirada en el libro Élite de la Tropa del antropólogo Luis Eduardo Soares junto con dos ex capitanes de la BOPE.

    El filme tuvo problemas en su rodaje, como cuando unos asaltantes robaron una furgoneta con armas que formaba parte de la película y secuestraron a miembros del equipo mientras grababan en una fabela. O que ex policías intentarán que la cinta fuera prohibida, etc. Aunque su director no cejó en su empeño.

    Padhila ha intentado filmar una situación harto difícil, y es encomiable su deseo de mostrarnos una porción de cómo están las cosas en tan cruenta situación. Sin concesiones y con gran crueldad, Padhila aporta una buena película que ninguna persona a la que gustó Ciudad de Dios debería perderse; y tampoco a aquellos que quieran ver más o menos cómo está la situación de las fabelas y la crítica que muestra cómo todo ser humano se puede convertir en un monstruo.



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