Lo confieso sin tapujos, estaba intimidado. Tenía la misión de entrevistar sobre la equidad de género en el cine cubano a Rebeca Chávez, quien se dedica también a la crítica cinematográfica y al periodismo. Sin embargo, la temática de mi entrevista la convidó al diálogo. La plática develó algunas de las dificultades que deben superar las cineastas cubanas para llevar sus creaciones a la gran pantalla.
¿Existe discriminación hacia la mujer en nuestro cine?
Lo voy a asumir en el perfil más amplio. A pesar de que en el siglo XXI y en Cuba existe una serie de disposiciones legales, a nadie se le ocurre decir que las negras o los negros son inferiores o que las mujeres son incapaces.
Sin embargo, es real que le cuesta muchísimo trabajo a las mujeres hacer cine. Sino, pregúntese por qué pasaron tantos años del primer largometraje que hizo Sara Gómez, al segundo que institucionalmente hice yo. En todo ese período, ¿las mujeres no quisieron hacer un largometraje? La explicación no puede ser tan sencilla.
La mujer tiene que sortear un montón de listones, de prejuicios ocultos. Cuando hay tantos obstáculos al cuarto dices: ¡Basta! ¡No puedo más con esto!
El primer impedimento es que el inversionista confíe en que tienes la capacidad y la resistencia física. No hay pruebas documentales, pero es así. Ahora son menos, pero yo diría que las nuevas tecnologías facilitan más todo, quitan esos escollos.
Son pocas las mujeres cineastas en el mundo. Es difícil. Ahora hay más que antes. Siempre estuvimos en otros planos creativos, generalmente como editoras. Era difícil encontrarse una mujer camarógrafa, sonidista, porque existían trabas. Entre los argumentos estaban, por ejemplo: ¡el peso de la cámara! Pero ¿y en la dirección?
Hay que tener un largo aliento en esta profesión que, en primer lugar, es muy cara; se necesita mucho dinero y este es un país que nunca ha tenido como para mantener una industria de cine. No obstante, sí ha tenido una visión cultural e ideológica de lo que significa el valor de la imagen, el valor del patrimonio, tener una mirada autóctona de su propio país.
Es muy difícil para una mujer todavía actualmente hacer una película. Tiene que ser una arquitecta financiera, una arquitecta logística.
Marlilyn Solaya, en una conversación reciente me decía: “… pero tardaste tantos años en hacer una película” y, un momento después, confesó que llevaba 10 lidiando con el guion de la suya: Vestido de novia. Resulta ser que su largometraje –que surge de un documental- es una persona trans que decide hacerse la operación. Los problemas de inserción social son los de todas las mujeres. Es decir que hay una problemática de la mujer en primer lugar como género… y otro tema es cómo la mujer puede llevarlo a su expresión artística, como puede incorporarse a llevarlo, a trascenderlo o aportar nuevas ideas y no quedarse en el estamento de la denuncia. Por eso tenemos que luchar porque finalice el doble turno. Nuestra infraestructura no ayuda a que la mujer cubana disponga de su tiempo libre.
¿Cómo pudo Rebeca Chávez abrirse paso en el ICAIC?
A mí me gusta el cine, lo adoro. Para mí no existen diferencias. Es una manera de colocarse ante un tema, algunos son estrictamente documentales, otros de la ficción.
Tuve como base hacer crítica de cine y estudiar y… estudiar. Me formé como cineasta y agradezco al ICAIC porque obligaba en aquel entonces a tener una sólida cultura humanística. Venía de Santiago de Cuba con la decisión de hacer cine y tuve que tomar muchos trillos para llegar al ICAIC. Y me alegro, porque llegué por mi esfuerzo personal como tienen que llegar los cineastas, demostrando una y otra vez. Es una carrera de obstáculos muy larga.
¿Por qué más documentales en su obra que otros géneros?
Hice documentales porque la vida estaba organizada de ese modo. En el caso del ICAIC era donde se probaban las armas. Es el menos costoso y hay que saber narrar. Hacer una película demanda un esfuerzo físico, económico e industrial muy sustantivo para un país como el nuestro.
Uno siempre lo que quiere es contar historias, sea documental o ficción. Hasta ahora todo lo que he hecho ha sido por deseo personal. Una vez me pidieron hacer un documental por encargo y, no lo pude hacer. Porque con lo que no tengo conexión, no puedo crear.
¿Considera al cine una vía de lucha por la equidad de género?
No me gustaría que hubiese una equidad a la inversa. Estoy en contra de que a uno por ser mujer le den todas las facilidades. ¡No! Tiene que estar en correspondencia con su nivel cultural y capacidad artística. Si estás en condiciones de igualdad debes tener las mismas opciones. Sería lo peor dejar que una mujer por la condición de su sexo acceda a algo para lo cual no está capacitada. Desde un cargo de Ministra a uno de directora, tiene que tener el talento, los recursos.
Yo quisiera poder tener candidatas a la presidencia y poder votar por ellas. Tener mujeres del calibre de Dilma, Cristina, Bachelet. Fíjate que en América Latina la mujer tiene una posición muy importante. La estructura nuestra todavía es muy complicada de entender. ¿Por qué la presidenta de la FMC surja de un proceso que venga del entorno natural de las mujeres? Una presidenta designada es muy diferente, hay una diferencia sustancial en el imaginario popular. Los tiempos cambian, y por tanto los procesos de promoción de la mujer deben pasar por otros caminos.
¿Están las TICS democratizando el proceso creativo?
La realidad contemporánea es que las TICS están en la calle, abaratan los costos e incluso algunos poseen tecnologías con más calidad que la estatal. Pero esto deber estar presidido por la fe en el triunfo. Es un riesgo que hay que correr, pero debemos apostar por ello.
Rudy Mora ha propuesto que se hagan telenovelas, teleseries por encargo. Cuba que fundó la radionovela está a la cola de estas. La televisión cubana está plagada de series norteamericanas, sin embargo, hay talento para hacer cosas autóctonas. Hay mecanismos de negociación que podrían dar un salto si se apoyara la producción independiente para la televisión.
Es un proceso difícil, pero ahora puedes escuchar los nombres de varias mujeres cineastas. Te puedo enumerar cinco o seis mujeres que dirigen, años atrás esto sería impensable. Ahora están Ariagna Fajardo, Marilyn Solaya, Jessica Rodríguez, Magda González Grau, y otras mujeres con una excelente obra. En otros tiempos eran Sara Gómez, Belkis Vega, Teresita Ordoquiz, muy pocas.
Todo esto tiene que estar amparado en licitaciones, con ideas y un clima favorable para ello. Debe acabarse el dedo, porque hay materiales que vamos a descubrir dejando hacer. Es la única forma de probarlo. Así también habrá más mujeres.