La ya muy remanida figura del vaso medio lleno o medio vacío sirve, sin embargo, para analizar los pros y los contras de Los 33, una película que se ubica lejos de lo que desearíamos (una mirada 100% chilena concretada por talentos locales), pero -por suerte- también de lo que tanto temíamos (exotismo y pintoresquismo for export).
Dirigida por una realizadora mexicana sin grandes antecedentes, hablada en inglés, rodada en parte en Colombia, producida en una buena proporción por capitales estadounidenses y protagonizada por un elenco multinacional, podía esperarse lo peor de Los 33. En ese sentido, hay que decir que resultó una película bastante digna. También es cierto que no tiene demasiado riesgo y que no difiere demasiado de lo que cualquier telefilm sobre el tema podría haber mostrado.
En una de las primeras escenas vemos a Juliette Binoche vendiendo empanadas de pino y tememos lo peor ¿Por qué una notable actriz francesa se presta a una escena así? Luego veremos que ella es María Segovia, conocida como “la alcaldesa del campamento Esperanza” y una de las protagonistas “emocionales” del filme junto con el brasileño Rodrigo Santoro, que interpreta al ministro de Minería Laurence Golborne.
Mucho se ha hablado de que la película -coproducida por Carlos Eugenio Lavín, procesado por corrupción y fraude tributario por el caso Penta- es una “excusa” para el relanzamiento político del expresidente Sebastián Piñera, pero en verdad su figura (encarnada en la ficción por Bob Gunton) no tiene demasiado vuelo. En todo caso, el gran beneficiario político podría ser Golborne, que sí es uno de los “héroes” del filme.
No tiene demasiado sentido volver sobre la historia de los 33 mineros de Atacama porque la misma fue contada una y mil veces y su rescate, transmitido en vivo por todos los canales del planeta. El filme reconstruye (muy bien) el derrumbe de la vieja mina de oro y cobre de San José en Copiapó en agosto de 2010 para luego concentrarse en la supervivencia en condiciones infrahumanas a más de 700 metros de profundidad y el “cinematográfico” rescate ocurrido 69 días después.
Los que sostienen el relato son actores extranjeros. No solo por los citados Santoro y Binoche sino también porque el líder Súper Mario Sepúlveda está a cargo de Antonio Banderas; Luis Urzúa, de Lou Diamond Phillips; y Alex Vega, de Mario Casas. Y el ingeniero André Sougarret -responsable de la parte técnica del rescate- está interpretado por el siempre noble Gabriel Byrne. Ninguno de ellos construye la actuación de sus vidas, pero -otra vez- la melange no es lo ridícula que podía esperarse. A esos papeles hay que sumarles los cameos de Mario “Don Francisco” Kreutzberger y Leonardo Farkas, entre otros.
La dirección de Patricia Riggen (La misma luna, Girl in Progress), correcta más por lo que evita que por lo que hace, la cuidada fotografía del peruano Checco Varese (marido de la realizadora y DF de El aura) y hasta la música del fallecido James Horner (con toques latinoamericanistas que se mezclan con temas clásicos como "Gracias a la vida") conforman un largometraje prolijo, simple y, a su manera, eficaz ¿Que la historia daba para mucho más? Es cierto, como también que Los 33 es un filme efímero y superficial. Pero ante la catástrofe que se preanunciaba termina siendo incluso una pequeña sorpresa.