Con una trama sencilla y un ritmo pausado, planos fijos largos y acciones cotidianas con un trasfondo de profundo dolor, el mexicano Fernando Eimbcke deslumbró con Lake Tahoe en el Festival Internacional de Cine de Berlín, en una jornada de marcado tono mexicano.
La segunda película de Eimbcke se presentó en la competición por el Oso de Oro, en la que la mexicana Kate del Castillo impactó a su vez con su actuación en otro filme, Julia, del francés Erick Zonca, ambientado en gran parte en Tijuana.
Tras su interesante y multipremiada ópera prima, Temporada de patos, sobre un grupo de personas aburridas un domingo en un departamento de Ciudad de México, Eimbcke estuvo a la altura de las expectativas con Lake Tahoe, centrado en un adolescente en duelo por la repentina muerte de su padre.
"La adolescencia es una época con muchos conflictos. Estás confundido y cometes muchos errores. Pero es cuando más libertad tienes", explicó el director, y admitió que se inspiró en su propia vida para esta historia. "Es imposible no hacer una película autobiográfica. Yo también perdí a mi padre. Pero traté de trabajar el guión desde el personaje y alejarlo de mi propia experiencia", agregó.
"Cuando se murió mi padre, todo se volvió absurdo, el tiempo transcurría de forma extraña. Por eso la película tiene un ritmo lento, aunque estén pasando muchas cosas". "Es una película nacida de un proceso doloroso, la muerte de mi padre, en que me di cuenta de cómo el tiempo corre de otra manera", explicó Eimbcke, director que en su segundo largometraje se consagra como estilista de su "gusto por trabajar con elementos mínimos".
Para ello, se valió, entre otras cosas, de largos planos fijos, como en las películas del japonés Yasujiro Ozu, cuya Tokyo Story admitió que le marcó mucho. "Me gusta mucho el montaje interno, que los personajes se muevan dentro del cuadro". El filme cuenta la historia de un muchacho, Juan, en busca de una pieza de recambio del automóvil que acaba de estrellar contra un poste, entre talleres cerrados o mecánicos absortos en la desgana.
Lake Tahoe sitúa otra vez en primer plano al nuevo cine mexicano, que el año pasado brilló en Cannes con Luz silenciosa, de Carlos Reygadas, y en Venecia, con Cochochi, de Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas.
Cruces de carretera estáticos, en cámara fija, combinados con fundidos en negro -"me di cuenta que a ellos corresponde lo más importante del film", dijo Eimbcke- forman parte de esos "mínimos".
Trabajar entre escaseces no significa, en Eimbcke, falta de miniciosidad. Nada en los 85 minutos del film es casual, todo responde al empeño de reflejar cómo cada uno transporta su dolor.
La mano de la madre asomando tras la cortina de la bañera, fumando, llorando y rodeada de álbumes familiares, bastan a Eimbcke para reflejar el desgarro de esa mujer. Para la proyección en el cine del barrio de una película de Bruce Lee recurre a otro mínimo preferente: la pantalla en negro, con los ruidos de kung-fu fondo.
Eimbcke regresó así a la Berlinale que conoció unos años atrás, como invitado del Talent Campus, taller para jóvenes talentos, donde se forjó su Temporada de patos, el primer largometraje.
Rodada en Puerto Progreso, Yucatán, Lake Tahoe acudió a la Berlinale defendida por el director y por sus actores Diego Cataño, el protagonista, junto a Juan Carlos Lara y Daniela Valentine.
"Aprendí mucho haciendo el personaje. Trabajar en la película me ayudó a crecer", dijo Cataño, intérprete ya en Temporada de patos.
Lake Tahoe no sale del reducto por momentos precario y anclado en el tiempo lento de Puerto Progreso, mientras que el México que refleja Julia, de Erick Zonca, es escenario de una persecución policial disparada de ritmo y dramatismo.
La segunda película a competición es Julia, segundo trabajo del director de La vida soñada de los ángeles, también trasladó al público a México. Tilda Swinton, quien se convirtió en seria candidata al Oso de Plata a la mejor actriz, se mete en la piel de una alcohólica desesperada por conseguir dinero, que secuestra al nieto de un millonario y lo lleva hasta Tijuana. Kate del Castillo, que acudió a la capital alemana a presentar la película, encarna a la madre del pequeño, ex alcohólica y algo perturbada, de quien Julia toma la idea del secuestro.