CRÍTICA



  • Oscuro Animal, conflictos,… y sin embargo la vida
    Por José Luis García


    Oscuro Animal es un hallazgo para cualquier espectador cinéfilo. Mejor Película Iberoamericana de Ficción y Mejor Director en la última edición del Festival de Guadalajara (México), el filme logra comunicarse con el público a través de una historia rodeada de un grave conflicto social y emocional que está presente mediante la representación corporal ya que casi no hay diálogos, un aspecto del que te olvidas al verla y no lo echas de menos porque la cámara está al servicio de la historia que se quiere contar.

    Oscuro Animal narra la necesidad imperiosa de huir que tienen por separado tres mujeres jóvenes de la guerra rural colombiana. Cada una de ellas por su cuenta va a emprender un viaje hacia el sosiego y una vida más digna. La película expresa la necesidad impuesta de ese desarraigo forzoso a través de primeramente una estancia muy tensa y más tarde una travesía no exenta de dificultades. El silencio verbal acentúa la percepción de un terror que se pretende disimular.

    El director colombiano radicado en Buenos Aires, Felipe Guerrero, nos propone un filme perturbador en el que poco a poco iremos averiguando mientras lo observamos, que estas mujeres están arrinconadas y molestas por la violencia, motivo por el cual apenas dialogan con quienes tienen al lado, de modo que lo que vemos parece una guerra de todos contra todos. Igualmente vamos a encontrar crueldad y agresiones en algunos momentos de su vida diaria, así como distintos niveles de autoexigencia para vencer al extrañamiento y la negación influenciados por el hecho de que tampoco pueden hablar y expresarse en estas circunstancias.

    Guerrero asocia con la cámara esa frondosa vegetación de la selva colombiana con la aparición de un supuesto “Oscuro Animal” que acecharía a las jóvenes en su tránsito hacia un lugar más seguro y digno para sus vidas en donde puedan comer (el hambre es aquí otro tema recurrente), sonreír y disfrutar de la vida.

    Los distintos tipos de música que se escuchan a lo largo del filme parecen querer evidenciar los contrastes del conflicto. Con proximidad y un estilo casi documental, el realizador huye de mostrar exhibicionismos, que siempre son innecesarios, para presentarnos a unas mujeres humildes atrapadas en un entorno social que languidece. Como son tres personas distintas y cada una de ellas va por separado, aquí no existe otra trama central reconocible que no sea la de apelar a la conciencia social y a la evidencia de que los problemas generales nunca podrán ser resueltos en solitario. Habida cuenta de lo dura que es esta película, concluiremos que no hay nada más positivo que la cohesión y la paz social.


    (Fuente: Cinestel.com)


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