CRÍTICA



  • La larga noche de Francisco Sanctis, ágil narración elegante

    Dentro de la Buenos Aires del Proceso de Reorganización Nacional, si te llegaba a las manos un papel con los nombres de dos personas buscadas por el gobierno, sólo podías hacer dos cosas, o deshacerte del papel y borrar de tu memoria que alguna vez lo viste, o arriesgarte a dar la voz de alarma y conseguir que tu nombre acabe figurando en ese mismo papel. Esta es precisamente la situación en la que se ha encontrado Francisco, protagonista de La larga noche de Francisco Sanctis quien, tras recibir la misteriosa llamada de una compañera del instituto, se ve obligado a involucrarse en un peligroso juego de agentes secretos.

    Absorbido por una agotadora sensación de tedio, cansado de ser humillado en su trabajo durante más de siete años de falsas promesas de promoción de las que nunca sacaba más que una caja de incentivo al “mejor empleado”, Francisco decide asistir a la misteriosa cita a la que Elena, La gorda, Vaccaro —no tan gorda últimamente—, lo ha convocado. Con el coche en marcha y dando vueltas a la manzana sin detenerse, Elena solicita al protagonista que memorice dos nombres y una dirección para, a continuación, deshacerse del papel con un dramatismo muy teatral.

    La estupefacción de Francisco y la reticencia ante la proposición, fundamentada en el evidente terror a las posibles represalias dentro del marco de la última dictadura argentina, se irán confundiendo gradualmente con un sentimiento culpable y misericordioso por la suerte que puedan correr esas personas que ya forman parte de su vida, de quienes jamás se podrá olvidar, ni de sus nombres ni de su dirección; son íntimos amigos que nunca se han conocido.

    Mediante un ejercicio minimalista similar al que utilizó Scorsese en After Hours, el director mostrará los esfuerzos del protagonista por localizar y advertir a las futuras víctimas del peligro inminente que les acecha. Los motivos de esa persecución gubernamental son irrelevantes; en tiempos de dictadura, cualquier desavenencia ideológica con el régimen puede acabar definiendo tu destino, eso es una certidumbre muy extendida de la que Francisco no puede huir.

    Con una serie de mentiras, este poeta frustrado sacará su lado más romántico, escondido durante 20 años en la revista de poemas de una publicación estudiantil, y se pondrá el sombrero y la gabardina para convertirse en uno de esos personajes de la literatura negra que, presumiblemente, lo han inspirado en su transformación, como los realizadores noveles Francisco Márquez y Andrea Testa se han visto influidos por ellos en la ágil narración elegante de esta ópera prima.


    (Fuente: Elantepenultimomohicano.com)


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