CRÍTICA



  • En honor de la Reina Madre
    Por Alfonso Molina


    María Lionza: aliento de orquídeas, de John Petrizzelli, es el segundo largometraje documental venezolano que se estrena este año, lo cual marca una diferencia importante para un público que no está acostumbrado a ver cine de ese tipo. Pero sobre todo, este nuevo trabajo de uno de nuestros documentalistas más notables establece una orientación extremadamente interesante en la medida en que busca generar una posición más activa por parte del público ante una manifestación del sincretismo religioso venezolano. El culto a la Reina Madre surge no como algo exótico o “simpático” sino como lo que es: una firme creencia popular.

    Petrizzelli aborda este complejo personaje de la vida real —sí, de la vida real, más allá de su existencia religiosa— desde la perspectiva del documental antropológico, con rigor y precisión, pero también con la óptica del creador que ejerce su poética a través de ciertos trazos de ficción.
    Recuerden cuando André Breton decía que lo mejor de lo fantástico es que forma parte de la realidad. Y es verdad. María Lionza, con su riqueza mítica, forma parte de nuestra realidad y sería necio o dogmático negarlo. Esto lo sabe el realizador y por ello acometió su labor con total fidelidad a la esencia de la cultura popular, sin enjuiciar a sus cultores ni demostrar un punto de vista superior. La mejor opinión sobre esta deidad surge de los personajes populares, sean creyentes o no.

    A través de cinco personajes —un peluquero homosexual, una funcionaria del Seniat de clase media, un muchacho delincuente pero muy devoto, una yerbatera anciana y un curioso señor que asume una especie de autonomía religiosa— y de una peregrinación a Sorte, la montaña mágica, el film indaga en las raíces del culto sin recurrir a “autoridades”. No existen las explicaciones de los investigadores académicos —ojo, que los hay y son muy serios, al menos en la UCV— ni la actitud de quien produce un documental para la televisión del Primer Mundo. Son los fieles quienes exponen la dimensión real de la adoración de la Reina Madre. Esos cinco personaje exponen sus motivaciones personales desde una posición básicamente emocional, fundamentada en la fe, pero también en sus respectivas condiciones particulares e íntimas. Al mismo tiempo, marcan diferencias con el catolicismo, la religión de mayor raigambre popular en Venezuela y toda América Latina, en la medida en que su diosa los acepta tal como son, no los excluye ni los señala como pecadores.

    Una de las mayores virtudes de María Lionza: aliento de orquídeas es que se presenta de forma muy atractiva que atrapa al espectador desde el principio, como si éste estuviese asistiendo a un relato de aventuras, sobre todo porque cubre la ruta hasta Sorte donde suceden ciertos ritos y actividades que ilustran el sentido de su religiosidad sincrética, donde elementos del catolicismo se mezclan con las creencias indígenas y las africanas. A diferencias de otros documentales que se hicieron a finales de los setenta y comienzos de los ochenta, el film de Petrizzelli evade la especulación “salvaje” de los ritos ni presenta a los fieles como desalmados capaces de cualquier cosa.

    A pesar de estar grabada en video y luego transferida a cine, el resultado final es una producción muy bien cuidada, atenta al detalle, que no deja al azar ciertos aspectos que pueden parecer ficción. Tal vez lo único que desentone —y esto puede ser un recurso poético— es el performance de la modernidad de María Lionza, interpretado por cristina Castillo, la única actriz de la producción. De resto, a mi juicio, todo armoniza admirablemente.

     


    (Fuente: noticierodigital.com)


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