ENTREVISTA



  • Entrevista a Nele Wohlatz, directora de El futuro perfecto, en competencia en Locarno
    Por Diego Batlle


    Nacida en Hannover, Alemania, en 1982, pero radicada en Argentina, esta realizadora codirigió con Gerardo Naumann el corto Novios del campo y el largometraje Ricardo Bär (BAFICI 2013). También concibió películas en solitario como Schneeränder y La mochila perfecta hasta llegar a esta ópera prima de forma independiente, que narra la historia de Xiaobin, una china de 17 años que llega a Buenos Aires sin hablar una palabra en español.

    El resultado es un fascinante estudio sobre la progresiva adaptación de una extranjera, experiencia que también vivió en Argentina la propia Wohlatz. En esta charla con OtrosCines.com explica cómo surgió el film, el particular método de trabajo y su visión del cine.

    -¿Cómo surgió la idea de este primer largometraje en solitario y cómo fue el proceso hasta concretarlo?

    -Quería filmar a una extranjera en Buenos Aires, su proceso de llegada a una nueva sociedad, sus problemas en la adaptación. En ese momento yo daba clases de alemán en el Centro Universitario de idiomas (CUI) y comencé a entrevistar a los extranjeros que estudiaban español allí. Resultó que los cursos intensivos eran en su mayoría para estudiantes chinos. Entre ellos, estaba Xiaobin. Recién había llegado y casi no hablaba español, pero su vida me generó mucha intriga. Tenía 17 años y justo se había reunido con sus padres a los que no había visto durante años porque la habían dejado sola en China, y recién acá conoció a sus hermanitos.

    Su familia vivía aislada en una suerte de Mini-China dentro de su lavadero, no hablaban español y no hacían ningún intento de volverse parte de su nueva sociedad. Querían que Xiaobin también se mantuviera lejos de los argentinos, pero ella sabía que acá podía realizar el ascenso social que en China no le estaba permitido.

    Después de haber pasado la adolescencia lejos de su familia, no aceptó que sus padres le dijeran qué hacer. A la vez, tenía una estrategia particular para preparar su futuro: no gastó energía en peleas, simplemente dijo que “sí” a todo y empezó a preparar su independencia en secreto, ahorrando dinero, inscribiéndose en la escuela de idiomas. Entendí que me encontraba con una persona de carácter muy fuerte, que tomaba sus propias decisiones y que trabajar con ella no podría funcionar de otra manera que en equipo. Así que le propuse hacer una película juntas, no sobre ella, sino junto a ella, sobre nuestras experiencias como extranjeras.

    -¿Cómo la convenciste de actuar su propia historia de vida?

    -De entrada, pensé la película en una doble-estructura. La vida de Xiaobin está interrumpida por clases de español donde vemos un grupo de chinos probando hacer cosas con su nuevo idioma. Empezamos a pasar tiempo juntas, caminábamos por la ciudad, íbamos al cine, cocinábamos, hablábamos mucho. Mientras tanto yo iba anotando pequeñas anécdotas, observaciones y comentarios de ella.

    Para desarrollar la estructura dramática le pedí ayuda a Pío Longo que es guionista. ¿Pero cómo haríamos que Xiaobin se convierta en la actriz de su propia vida? Necesitábamos probar lo que estábamos escribiendo para entender cómo funcionaba ese proceso de ficcionalización de la vida de una persona real, así que empezamos a ensayar: Xiaobin y Pío actuaban pequeños diálogos que escribimos basados en cosas que ella me fue contando. Los ensayos también sirvieron como clases de actuación para Xiaobin.

    Después de un año para abrir esos encuentros comencé a dictar un taller de actuación para chinos que estudian español en el CUI. Me imaginaba para la película unas clases de español que no fuesen del todo realistas, que sucedieran más bien en una situación de limbo, en la que los estudiantes formasen una suerte de coro griego que comente la vida de Xiaobin, usando frases del manual de idiomas. Que subrayen la parte más teatral de las clases de idioma. En el taller probamos muchas cosas hasta que logramos ese tono. Y de paso generamos un elenco. Cuando sentí que era el momento justo, empezamos con el rodaje de las clases de idioma ahí mismo. El aula que aparece en la película era nuestro espacio de ensayos.

    -¿Cómo fue la filmación?

    -El rodaje fue muy extendido en el tiempo porque Xiaobin trabajaba de lunes a viernes y solo teníamos los fines de semana. El rodaje principal fue de noviembre de 2015 a febrero de 2016. Durante la semana hacíamos la preproducción para las escenas que se filmaban el fin de semana siguiente. Éramos un equipo muy chico en el que cada uno asumió más responsabilidades de lo que dice su papel en los créditos. Fue un proceso intenso, pero lleno de alegría, una experiencia muy particular para todos.

    -¿Esta historia de alguien que tiene que aprender un idioma y adaptarse a una nueva sociedad está inspirada en tu propia experiencia radicándote en Argentina?

    -Sí. Cuando tenía la idea para la película, estaba viviendo en Argentina hacía tres o cuatro años y todavía estaba confundida sobre mi misma como parte de esta sociedad. Hablaba español, pero me perdía las partes finas del lenguaje, el subtexto en mi nuevo idioma cotidiano. Entonces pensé que si no me sentía parte, debía trabajar justamente con mi perspectiva de extranjera.

    Así decidí hacer una película sobre otra extranjera en Buenos Aires. Ir construyendo un personaje determinado por el aprendizaje de un idioma, que crece a lo largo de la película a medida que habla más español. Intenté que en la película todos los dispositivos reflejen la perspectiva de alguien que aprende un nuevo idioma y aprende a leer su nuevo lugar. Hay muy pocas locaciones, que se repiten y que cumplen funciones esenciales para el recién llegado: escuela, supermercado, restaurante, casa.

    Buscamos locaciones reducidas en su información visual, lugares arquetípicos que se acerquen a la idea del lugar. Evitamos mostrar los elementos pintorescos de Buenos Aires, queríamos presentar una ciudad grande que podría ser cualquier otra, sin historia, porque el recién llegado no comparte historia con el nuevo lugar.

    Más tarde, cuando ya estábamos rodando, entendí que lo que estábamos haciendo era buscar la belleza dentro de un idioma cotidiano mal hablado, crear sentido usando un lenguaje muy pobre. Que hacer la película también significaba apropiarse de nuestro nuevo idioma. Eso me puso muy contenta. Es muy importante reconocer que el idioma es un ser vivo que cambia constantemente, no es una cosa terminada, nunca está listo, y no coincide con fronteras nacionales.

    -¿Por qué optaste por una adolescente china (caso aún más extremo que el tuyo) y una relación con un joven de origen indio y no con un argentino?

    -Quería hacer una película sobre alguien que siente una gran distancia hacia su nueva sociedad. Pensé que era mejor que mi protagonista también fuese una extranjera para mi, de una cultura ajena a la mía, y viceversa. A lo largo del proceso nos hicimos amigas, pero siempre queda un resto de distancia y de incomprensión. Esa distancia se refleja en la película. Xiaobin me sigue pareciendo un misterio. 

    En la película, y en la vida real, Xiaobin se encuentra en una situación de limbo. Su vieja identidad china ya no está entera, y lo nuevo todavía está lleno de incertezas. No le interesa salir con un chino, porque busca distanciarse del sistema de sus padres y armar algo nuevo, pero tampoco con un argentino porque son demasiado lanzados para ella. Así que elige a alguien en una situación parecida a la suya, un extranjero para los demás y para ella, y como extranjero en una posición de igualdad con ella. También me interesó que una limitación como no manejar el idioma oficial puede generar unidad. Y que ella está rompiendo el tabú de sus padres, que no aceptarían que salga con un “extranjero” (así dicen a cada persona no china) como parte de su rito de pasaje.

    -¿Cómo fue desarrollándose el proceso creativo con Xiaobin?

    -Durante el proceso de ensayos, iba compartiendo mis observaciones con Xiaobin. Le dije, por ejemplo que no podemos saber quiénes somos y que no me gustan los intérpretes que sobreactúan para explicar todo lo que le pasa a su personaje, que eso genera estereotipos y que es mucho más interesante no explicar todo. Eso le pareció lógico y fue la base de todo lo que desarrollamos para su actuación.

    La película se pudo hacer gracias a la curiosidad de Xiaobin. Todo lo nuevo le da intriga, se aburre bastante rápido, pero mientras algo es novedoso, lo usa para su aprendizaje. Prefiere hacer las cosas y ver que pasa. Y también Xiaobin veía en la película una herramienta para responder al racismo cotidiano con el que se enfrenta como china en Argentina.

    Con el guion ya avanzado, en determinado momento ella entendió el mecanismo con el que yo convertía fragmentos de su vida en escenas para la película. Entonces empezó a proponer escenas que le parecían necesarias. Un día, le comenté que quería incluir su futuro próximo a la película, en diferentes variaciones. La misma noche recibí un e-mail de ella, con cuatro fantasías sobre su futuro.

    Ese correo electrónico fue el guion para los futuros que se ven en la película. Me encanta que sean un poco exagerados, que ella tuviera el genero del melodrama en su mente cuando los escribió, pero que tratan de conflictos de su vida real. Creo que la imaginación es igual de importante que la vida cotidiana, que son partes de la misma realidad.

    -La película juega todo el tiempo en varios registros: el falso documental, la ficción, la exaltación del artificio y va desde el drama hasta el humor absurdo ¿Cómo pensaste este constante pendular de tonos y estilos que tiene la película?

    -No pensé en la mezcla de registros, de hecho no sé qué es un falso documental, sino más bien en jugar con la estructura narrativa. La película trata de una extranjera que aprende su nuevo idioma y que busca su nueva identidad. La vida en un idioma extranjero al comienzo se parece mucho a los ensayos para una obra de teatro. En teatro, el director reparte el texto a los actores y les dice: “Vos sos Hamlet, vos sos Ofelia”. Y luego ensayan durante semanas o meses para que los actores encuentren su rol, para que encuentren algo real en ese texto ficticio. Los textos del manual de idiomas también parecen ficticios al comienzo. ¿Cómo puedo ser yo, un ser adulto, serio, expresivo, si solo puedo decir “Un agua con gas” o “El gato está sobre la mesa"? Entiendo entonces la escuela de idioma como sala de ensayo para una nueva identidad.

    Por eso, la película tiene esta estructura dual: Por un lado, las escenas en la escuela de idiomas, por el otro las escenas de la vida de Xiaobin. En la escuela vemos a un grupo de estudiantes chinos ensayar su nuevo texto, que es el idioma castellano. Lo que Xiaobin aprende ahí lo aplica en la calle, y la trama de la película avanza. Cada vez que aprende algo nuevo, puede hacer más cosas, pueden pasar más cosas en la película. Es un juego, pero a la vez es serio, calculo que de ahí el doble-tono cómico y trágico. Todo está conectado con el aprendizaje de idiomas y los usos de tiempos verbales.

    Al comienzo, cuando Xiaobin no sabe hablar, su carácter es más chato y también la puesta en escena lo es: las escenas se cuentan en un solo plano, no se desarrollan mucho. Al final, practican el condicional que es un modo verbal más complejo y que es necesario para poder expresar deseos, imaginaciones y proyectar hacia el futuro. Es el modo gramatical que permite la ficción.

    -¿Cuáles son tus principales modelos, directores favoritos y referencias cinéfilas?

    -Robert Bresson y Abbas Kiarostami. Y después también Chantal Akerman, Jean Rouch, Nicolás Pereda, Miguel Gomes y, por supuesto, Martín Rejtman. Y todos los que me estoy olvidando en este momento. Y creo que cuando era chica, The Bodyguard (El guardaespaldas) también me influyó en el sentido de que le dio vuelta a la categorización de realidad y ficción a mi cabeza de niña. ¿Whitney Houston era cantante que actuaba su propia vida en una producción de Hollywood? ¿Como hicieron para poner en escena el intento de un asesinato durante la ceremonia de los Oscars?

    -¿Te sentís más cerca del movimiento del Nuevo Cine Argentino que del alemán o te resulta indistinto e indiferente?

    -No te lo podría decir. Cuando estoy haciendo una película, me concentro en tantos detalles, de llegar al fondo de las cosas, que pierdo la visión global. Lo que sí, mi diálogo lo comparto en primer lugar con directores argentinos porque vivo acá.

    -¿Qué significó para vos esta selección para un festival del prestigio de Locarno y qué expectativas tenés?

    -Me dijeron que en la competencia de cineastas del presente se encuentran películas que buscan nuevas formas y estructuras narrativas, estoy con muchas ganas de verlas. Es importante que la película se encuentre con otras películas de búsquedas radicales y que se apoyen entre sí.


    (Fuente: Otroscines.com)


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