ENTREVISTA



  • Juan Padrón: “Primero los paticos, luego la perfección”
    Por María Matienzo


    Fueron muchas las historietas que firmó Juan Padrón —“Los vampiros”, “Los verdugos”, “Los piojos”, “Cachivache” y “Elpidio Valdés”— a su paso por la revista Mella, alternando en un espacio llamado El Hueco, o por El Sable, suplemento humorístico de Juventud Rebelde. Historias que desde el celuloide marcaron a más de una generación.

    Y se hicieron tan famosos Los Vampiros y Elpidio Valdés que se llevaron a largometrajes. Aunque en esta entrevista Juan Padrón, derrochando modestia o porque no le gusta hablar, no se atreve a reconocer la repercusión de su Elpidio o del Pepito de Vampiros en La Habana; se sabe que más de un español ha reído con las peripecias de Elpidio Valdés en la manigua y son muchos los cubanos que disfrutan la desdicha del jefe de la policía tarru'o.

    También hay que mencionar sus Quinoscopios, que parten de la obra del ingenioso creador de Mafalda o sus inicios con La aerodinámica o con La silla.

    Entonces, cómo no conversar en exclusiva sobre el futuro del animado en Cuba con uno de sus fundadores y más geniales representantes.

    ¿Cree que el Juan Padrón de las historietas que luego pasó a la animación, junto a sus contemporáneos, sentó escuela en la animación cubana?

    Si sentamos escuelas o no, eso habría que preguntárselo a los muchachos de esta generación. Lo cierto es que el cine de animación cubano tiene características que lo hacen distinguirse entre los animados del resto del mundo, en cuanto el color, el ritmo y la banda sonora, que es mucho más trabajada que lo que vemos de Europa y los antiguos países socialistas. Te acordarás de algunos animados que eran una pelotica con un piano de fondo, mientras el dibujo animado cubano tiene efectos de ambientes y otro tratamiento con el cine. El dibujo animado se puede distinguir del resto, pero si ha sentado escuela, eso le toca decirlo a otros.

    ¿Por qué el dibujo animado siempre ha optado por el mensaje didáctico y no por el porrazo de Disney?

    Al principio veíamos el dibujo animado como didáctica. Los primeros eran en blanco y negro, y eran ¿Cómo sembrar café?, ¿Cómo protegerse de los huracanes? Era materiales didácticos que servían de apoyo a documentales de Santiago Álvarez y a otros.

    Fue en los años 71 y 72 cuando se decidió hacer el animado para niños. Mucha de esa gente venía de esa escuela y uno de los primeros animados que vi en colores fue ¿Cómo ordeñar una vaca?, o sea, que seguían siendo didácticos, pero esta vez para un público infantil. Fue una preocupación de todos. Muchos de los primeros que yo hice también fueron didácticos: La aerodinámica, etcétera.

    Con el tiempo nos fuimos desprendiendo de ese lastre que nos obligaba a tener siempre que explicar algo, y se comenzaron a hacer cosas diversas.

    En el caso de Elpidio Valdés el objetivo era, de forma humorística, contar la guerra de independencia, con una enseñanza detrás.

    ¿Existe algún conflicto entre el método tradicional y la digitalización del dibujo animado en el ICAIC? ¿Se puede hablar de una nueva etapa en la animación cubana?

    Lo que sucede es que los jóvenes, como toda gente que empieza, quieren ponerles efectos que a veces sobran a las películas, pero porque los tienen gratis en la computadora. Eso no sucedía cuando los hacíamos en 35 mm, porque pasábamos un trabajo tremendo y era carísimo.

    Lo fundamental es el cambio de mentalidad, con respecto a cómo se trabajaba y cómo se trabaja ahora para las películas digitales.

    Es una etapa en que las películas pueden llegar a tener una mayor calidad, porque esta nueva técnica nos ofrece una mayor intensidad de colores, una imagen más limpia, que antes era más difícil de lograr.

    La nueva etapa se da en realidad desde que los jóvenes se han incorporado a la realización de cortos, de spots como aprendizaje. Con el tiempo será lo más importante, que estos jóvenes lleven adelante la animación en Cuba.

    ¿Se ha pensado en ampliar la experiencia de los animados para adultos?

    Aquí siempre hemos hecho una pequeña parte de la realización para adultos. Podría mencionarte los Quinoscopios o Los vampiros en La Habana. Lo que pasa es que mucha gente le pone la etiqueta al dibujo animado de "solo para niños", sin contar con que la animación es otra forma de comunicación. En estos momentos, si se presenta un proyecto para adultos y tiene la calidad suficiente, se acepta sin problemas. No es como hace unos años atrás que para romper esa etiqueta de que era solo para niños había que pelear para convencer que una parte del equipo se dedicara a la realización para adultos.

    ¿Existe necesariamente una relación directa entre calidad, juventud y digitalización en la animación cubana?

    La película la sigue haciendo el artista, la máquina es solo un instrumento que él manipula a su antojo: se puede hacer una película digital que parezca hecha en 35 mm. El instrumento no marca nada, uno puede lograr con él lo que quiera.

    Hay una tendencia de cargar la imagen de sonido simplemente, porque es la moda o porque hay una influencia del manga sobre todo en los jóvenes, que también están influidos por lo último que ven, las cosas que les gustan y las quieren reproducir. Pero esto no media en la calidad.

    La ventaja que tiene la digitalización es que se puede hacer lo que se quiera. Solo hay que saber. Esto lleva un proceso de realización, de desarrollo, de tiempo. No es nada simple: es como cuando uno empieza a tocar piano, primero son los paticos, y luego la perfección”.


    (Fuente: cubasi.cu)


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