ENTREVISTA



  • Entrevista a Cecilia Atán y Valeria Pivato, directoras de La novia del desierto (filme en Un Certain Regard)
    Por Diego Batlle


    Atán, quien trabajó con directores como Héctor Babenco, Eduardo Mignogna, Juan José Campanella, Alejandro Agresti, Bruno Stagnaro, Gerardo Herrero y Christopher Hampton; y dirigió publicidades, videoclips, programas educativos, documentales (Madres de Plaza de Mayo, la historia) y cortos (El Mar); y Pivato, quien fue asistente, directora de casting y script supervisor de realizadores como Bruno Stagnaro, Paula Hernández, Walter Salles, Miguel Pereira, Pablo Trapero, Juan Solanas y el apuntado Campanella, debutan en el largometraje con La novia del desierto, uno de los dos filmes argentinos que compiten en la sección oficial Un Certain Regard, protagonizado por la chilena Paulina García (Gloria) y Claudio Rissi.

    Sinopsis: Es la historia de Teresa, una mujer de 54 años que trabaja como empleada doméstica en una casa de familia en Buenos Aires. Durante décadas se ha refugiado en la rutina de sus tareas pero ahora, tras la decisión familiar de vender la casa y luego de años de servicio, queda a la deriva. Sin alternativas, acepta un nuevo trabajo en la provincia de San Juan. Poco amiga de los viajes, deja atrás la ciudad y su pequeño mundo seguro para entregarse sin sospecharlo a la voluntad de lo imprevisible. En su primer parada, el Santuario de la Difunta Correa, Teresa pierde el bolso en el que carga sus únicas pertenencias. El inesperado accidente la llevará a atravesar el desierto cuyano junto a un desconocido, el Gringo, su nuevo compañero de ruta. Este vendedor ambulante se recortará sobre el árido paisaje como una opción amenazante y, a la vez, atractiva. A medida que avance el viaje y juntos se adentren en los diferentes universos, esta mujer silenciosa y opaca irá lentamente tiñéndose de color y vida.

    ¿Cómo surge la idea de La novia del desierto?

    El punto de partida fue poder representar, a través de un personaje, el sentimiento de no lugar. Teresa es una mujer de 54 años que dedicó su vida al cuidado de una familia y habita un mundo que siente propio pero que, en realidad, no lo es. Al comenzar la película la casa donde ha trabajado durante 30 años se vende y sus circunstancias cambian de pronto, quedando varada en un espacio fuera del tiempo. Pero el vértigo y la incertidumbre que le provoca el abandono de su lugar seguro se convierte al mismo tiempo en el motor de cambio que la llevará a iniciar una búsqueda que no estaba en sus planes, a conectarse con sus deseos y enfrentarse el mundo.

    ¿Cuáles fueron los principales desafíos a nivel de coproducción y en el terreno de la puesta en escena y la dirección de actores?

    El principal desafío que hemos enfrentado durante el proceso de la película fue la de ocupar tres roles al mismo tiempo: siendo escritoras y directoras, nos costó muchísimo sumar a estas dos enormes tareas, una tercera, la de ser productoras de nuestra propia película. La energía que se necesita para llevar adelante la escritura y la dirección de una obra, es muy diferente a la que se requiere para cubrir las responsabilidades que tiene un productor. De todos modos y a lo largo del proceso hemos aprendido muchísimo, ya que fuimos parte de todas las etapas de una película. Hemos tenido el honor de dirigir a dos grandes actores que enriquecieron infinitamente con su mirada a sus personajes. En cuanto a la coproducción con Chile en nuestro caso fue un ensamble de lo más exitoso que permitió que La novia del desierto creciera y pudiera contar con talentos como Sergio Armstrong (director de fotografía de El Club, Neruda y Desde allá); Andrea Chignoli (montajista de No y Violeta se fue a los cielos) y Daniel Muñoz (actor de Sentados frente al fuego). El ida y vuelta con el país vecino nos desafió como directoras y amplió nuestra mirada sobre la película.

    ¿Por qué se interesaron en personajes ya maduros que deben cambiar de forma brusca de realidad, ámbito y contexto?

    Cuando empezamos a delinear la historia que queríamos contar, un modo de profundizar el conflicto de Teresa (personaje fuera de tiempo y de lugar) era elegir un momento de su vida en donde muchas de las decisiones importantes ya habían sido tomadas. En nuestra película lo que sería para la mayoría el final del viaje, para nosotras fue el principio. El mundo de hoy supone que lo que no te ocurre antes de los 35 años probablemente no te ocurra nunca. Por eso nos interesa recuperar el valor del proceso, de la búsqueda, del paso del tiempo, el trabajo que lleva crecer y encontrar ese lugar seguro donde realmente existe, dentro de uno mismo.

    ¿Por qué eligieron a Paulina García (más allá de las exigencias de coproducción) y Claudio Rissi como protagonistas?

    En realidad en nuestro caso sucedió al revés. La idea de coproducción llegó a nosotras a partir de Paulina. Pocos meses después de empezar a escribir el guión de La novia del desierto, comenzamos la búsqueda de actrices y desde el inicio nos propusimos llevar adelante el proyecto con un espíritu de sinergia. Queríamos hacer una película que atravesara fronteras y desde la primera decisión hasta la última la tomamos con ese objetivo. Por esa razón empezamos a pensar en actrices que no solamente fueran argentinas y en esa búsqueda dimos con Paulina, quién había recientemente ganado el Oso de Plata en Berlín como mejor actriz por Gloria. Le acercamos una primera versión de guión, allá por 2013, y enseguida se sumó al proyecto. Con ella como parte del equipo la coproducción era absolutamente orgánica. Es entonces cuando fuimos en busca de una productora chilena y dimos con Ceibita Films (de Alejo Crisóstomo). Juntos presentamos al Fondo de Fomento Audiovisual y, ya con ese apoyo, y el anteriormente ganado concurso de Opera Prima del INCAA filmamos la película. Claudio se sumó un poco más cerca en el tiempo. Lo habíamos visto en su primer año de la obra de teatro Terrenal y sin dudarlo supimos que era nuestro Gringo. Le acercamos el proyecto, pero estaba en aquel momento complicado para poder hacer una película fuera de Buenos Aires. La historia le resultaba desafiante y atractiva, entre otras cosas, porque significaba construir un personaje muy diferente de lo habitual. Hablamos durante varios meses, pero las fechas no coincidían. Finalmente el rodaje, que en un principio estaba planeado para junio, se pasó para noviembre y entonces el calendario se despejó de pronto y Claudio se convirtió en el Gringo de La novia del desierto.

    ¿Cómo tomaron la selección para Cannes y qué expectativas tienen con este estreno mundial en el principal festival del mundo?

    La noticia de Cannes nos sorprendió muchísimo. Veníamos de haber presentado la película, pocas semanas atrás, en Cine en Construcción del Festival de Toulouse, donde ya habíamos tenido una enorme alegría al ganar dos de los tres premios que allí se otorgaban. Pero realmente hasta ahí llegaba nuestra proyección. Estábamos de vuelta en casa pensando cómo seguir. Y, en el medio de la incertidumbre, llegó Cannes y cambió la historia. Si bien es inevitable hacerse ilusiones, que nuestra primera película sea parte de la competencia oficial del festival más importante del mundo, una de las pocas películas latinoamericanas, es para nosotras un enorme honor que queremos disfrutar después de muchísimo esfuerzo.


    (Fuente: Otroscines.com)


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