En Los perros (2017), recientemente premiada en San Sebastián y Biarritz, la directora chilena Marcela Said (El verano de los peces voladores, 2013) aborda un tema controvertido como es la complicidad civil durante la dictadura pinochetista.
Mariana (Antonia Zegers) es una cuarentona de clase aristocrática, amante de los perros, infelizmente casada con un abogado argentino (Rafael Spregelburd), que comienza a tomar clases de equitación mientras se somete a un proceso de fertilidad. A medida que las clases avanzan descubrirá que su profesor (excelente Alfredo Castro), un excoronel con quien mantiene una relación ambigua teñida de cierta fascinación, estuvo fuertemente comprometido con la desaparición de personas durante el periodo que el régimen militar gobernó el país, de la misma manera que su familia enriquecida gracias a los negocios realizados con los golpistas.
Said presenta una suerte de continuación de El mocito (2011), documental que focalizaba en un agente de la dictadura encargado de servir café durante las secciones de tortura. Ahora, desde la ficción, vuelve sobre el tema pero desde el lado de las complicidades civiles que por un lado cuestionan los hechos pero por el otro son cómplices de las acciones que se realizaron.
Los perros es una película incomoda y para nada condescendiente, que interpela al espectador, más allá de la generación a la que pertenezca, responsabilizándolo de la actitud que toma frente a hechos que suceden frente a sus narices, de los cuales toma conocimiento directa o indirectamente, pero mantiene una actitud pasiva, de no meterse mientras a uno no lo manche y pueda sacar un provecho. Retrata la hipocrecía humana en todas sus facetas.
El cine chileno, cuyo abordaje de la dictadura pinochetista es dispar y no demasiado transitado, ofrece un relato donde sienta en el mismo banquillo de los acusados a militares y a civiles, a gobernantes y al pueblo, a todos aquellos que de alguna u otra manera colaboraron con hechos o desde el silencio a que la atrocidad se apoderara de un país, una región y todo un continente. Callando sin cuestionar mientras les era conveniente.