CRÍTICA



  • El Libro de Lila, una fantasía animada hecha con talento 100% colombiano
    Por Sandra M Rios


    Así como la coproducción entre Chile, Colombia y México Un caballo llamado elefante llegó para cubrir un segmento infantil descuidado en el cine latinoamericano, El Libro de Lila también está pensada para satisfacer al público más pequeño de la industria.

    Esta es la primera película animada de fantasía que se estrena como resultado del Premio de Producción de Largometraje Animado y Premio de Desarrollo de Largometraje Animado del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, como también es la primera en su género que dirige una mujer colombiana y es realizada con talento 100% nacional.

    La película cuenta la historia de Lila, un personaje de un cuento infantil que sale de su mundo y queda atrapada en el nuestro. Sin saber con claridad qué ha pasado debe hallar la forma de regresar a él y para ello debe apoyarse en Ramón, un niño que solía leer el cuento. Convencerlo no le es fácil porque Ramón ya ha crecido y en la aventura enfrentarán obstáculos que los llevarán a El Olvido, el siniestro lugar donde ha caído El libro de Lila.

    El esfuerzo de casi ocho años que les tomó prepararse con especialistas internacionales en animación, desarrollar y terminar la película, se ve en cada escena. El libro de Lila es un gran logro técnico. Visualmente es bellísima, su estética explota los vívidos colores que da nuestra propia fauna y flora y los tonos cálidos de la ciudad de Cali, cuyas calles inspiran el ambiente de la película.

    El libro de Lila tiene una historia con un nivel de complejidad medio que encaja perfecto para su target infantil más pequeño (niños de 5–10 años), una película que además de entretener les lleva un bonito mensaje sobre atesorar lo intangible, nuestra memoria.

    Las hermanas Rincón, Marcela y Maritza, directora y productora respectivamente, muestran su experiencia en este tipo de contenidos para niños, sabiendo utilizar cada recurso visual para mantenerlos entretenidos, así como la creación de un guion (también de Marcela) con una estructura clara y con un mensaje útil y de valor.

    Otra de las virtudes de El libro de Lila es que no es una animación con las pretensiones de copiar a Hollywood y sus fórmulas. De hecho las evita y tiene su propio tempo, por lo que para algunos la película podría resultar menos comercial de lo que supone. Esto sería un error. El libro de Lila usa el lenguaje nuestro, nuestros acentos (caleño en este caso), su trama está basada en conflictos que nos pertenecen y pueden ser también universales, así como su iconografía.

    Anticipadamente las hermanas Rincón habían comentado que su inspiración estética se basaba esencialmente en el maestro de la animación Hayao Miyazaki. Las referencias a su filmografía son notorias en la paleta de colores y en personajes como la Guardiana de la Selva (en la voz de Leonor González Mina) y muy claramente con el Señor del Olvido (gran trabajo de villano del actor Jorge Herrera), en una referencia a Kaonashi de El viaje de Chihiro. En general la película tiene varios guiños a esta obra de Miyazaki, incluido el hecho que su protagonista sea una niña y sus decisiones, aun proviniendo de un universo fantástico, sean fundamentales para la historia. Así lo hacía el maestro japonés donde la mujer a menudo jugó un papel protagónico y determinante.

    Finalmente está el gran acompañamiento musical, cuya composición fue de Juan Andrés Otálora, y que termina de cerrar una película con una mezcla bellísima y delicada de sonidos folclóricos y sinfónicos que estuvieron a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, la Negra Grande y Hugo Candelario.


    (Fuente: Cinevistablog.com)


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