ENTREVISTA



  • Un drama rural, "Cochochi"
    Por José Luis García


    En el norte de México está situado el valle de Okochochi. Es la tierra de los Raramuri, una comunidad indígena que lucha por mantener vivas su lengua, cultura, creencias y tradiciones. Los hermanos Evaristo y Luis Antonio son dos niños pertenecientes a esta comunidad. La familia recibe un día el aviso de que uno de sus familiares se encuentra enfermo y necesita unas medicinas. Este pariente vive al otro lado del valle, y serán los niños los que emprenderán el viaje a lomos de un caballo para llevárselas. El caballo es del abuelo y es su posesión más preciada. En un momento de descuido, el animal se les escapa y los chicos tratan por todos los medios de recuperarlo.

    Laura Amelia Guzmán, co-directora junto a Israel Cárdenas, comenta en entrevista con Cinestel cómo surgió la iniciativa de retratar en el cine esta comunidad tan singular:

    "Nosotros estábamos en el Estado de Chihuahua haciendo otra película en la que trabajábamos como asistentes y al acabar nos fuimos de vacaciones a la sierra Tarahumara en plan relax y conocimos a Evaristo y Antonio de casualidad. Los vimos un día por ahí caminando y nos ayudaron a terminar el paseo.

    El próximo día otra vez nos encontramos con ellos mientras estábamos grabando paisajes y las nubes de ese lugar maravilloso y empezaron a pasar frente a cuadro y como a querer intercambiar con nosotros, aunque son muy tímidos, no hablan casi, pero se les veía que querían tener algún acercamiento. En eso, les prestamos una cámara para que pudieran filmarse el uno al otro y cuando regresamos a la ciudad de México, que revelamos el material y lo vimos, dijimos ¡hay que volver! y así creció el proyecto Cochochi, que en un principio no sabíamos que iba a ser un largometraje, sino más bien queríamos regresar allá, a la sierra Tarahumara, estar con estos chicos y mostrarles lo que habíamos grabado.

    Al ver el entusiasmo de ellos y nosotros empezar a regresar todos los meses, como que nos dimos cuenta de que teníamos cosas que compartir acerca de lo que estábamos viviendo, sobretodo acerca de la educación, pues les preguntábamos qué iba a pasar cuando acabaran la primaria y pensábamos que seguramente se irían a trabajar. Ahí fue donde surgió la idea de hacer una película.

    En un primer momento teníamos una linecita muy delgada, que era la historia del caballo. Siempre andaban a caballo y les preguntábamos que qué pasaría si perdían ese animal. Nos decían ¡uy, el abuelo se enojaría! Entonces ahí juntos fuimos desarrollando ideas para escribir el guión".

    ¿El hecho de haber sido clasificado como semi-documental significa que no todas las líneas del guión estaban predefinidas a priori?

    "La historia básica de perderse el caballo nos daba pies a estar construyendo juntos, entonces cualquier cosa que pudiera pasar alrededor de eso era válido porque todo estaba pasando ahí en el momento y yo estaba bastante abierta, sobretodo porque teníamos muchos personajes que ya los habíamos conocido, que teníamos idea de trabajar con ellos en la película, pero que llegada la hora pues no aparecían o no querían. Entonces trabajábamos con la gente que estaba cerca de nosotros, en su mayoría los familiares de Evaristo y Toni. Lo que sí que teníamos claro, y eso se respetó, fue el principio y el final, el cierre de un ciclo y el principio de otro".

    Ellos en esa zona tienen lo que necesitan para vivir y no anhelan la acumulación de dinero ni de bienes de consumo ni de posesiones.

    "Prefieren vivir así y es la manera que conocen y cuando, dentro de su cultura, alguien busca algo más pues dicen que 'ha errado' o que está errando. No tienen muchas posesiones ni les interesa tenerlas. Con que tengan su tierra para cultivar es lo suficiente. Además estas personas ya están muy cerca de un 'pueblo de blancos' y ya se está un poco como contaminando de sus 'necesidades'. Evaristo y Toni están por ese camino".

    Los habitantes de la sierra beben teshuino y hacen un peculiar saludo de mano. ¿En qué consisten ambas cosas?

    "El teshuino es la bebida que ellos hacen, un fermentado de maíz, que lo utilizan también para los fritos y es como su diversión, es una bebida muy sagrada y el saludo de mano, que supongo que me lo dices por el momento en que es la fiesta del teshuino en la que se ve que no tienen mucho contacto físico, al igual que a la hora de hablar tampoco son muy directos, son más bien reservados, entonces ese saludo es algo así como una cosa muy sublime, es un tacto de mano, como un roce simplemente".

    ¿Eso de ser reservados es cuando están en público o también lo son cuando están en sus momentos más íntimos o familiares?

    "En su vida habitual, cuando no están tomando (bebiendo alcohol), son muy reservados y respetuosos uno con el otro, hasta el punto de que uno puede llegar a tu casa, haber caminado 6 horas, sentarse y no decir a qué vino y después de tres horas te pide ayuda y te dice ¡oye, mi hija se cayó y necesita que la curen! ¿podría usted acompañarme?, por lo que tardarían mucho tiempo en decirlo porque son muy respetuosos del tiempo del otro, pero cuando están tomando sus vinos ya la cosa cambia y están totalmente desinhibidos y se vuelve otra cosa, se ríen y bailan,..."

    Sobre la escuela, Luis Antonio quiere continuar sus estudios pero Evaristo no, por lo que se forma una contraposición entre los valores de uno y de otro.

    "Tienen dos caminos que ellos lo escogen así porque desde muy chiquitos son muy responsables y eso nos llamó mucho la atención, ya que ellos toman sus decisiones, los padres no los mandan a la escuela. Ellos deciden si van o no. Y aquí encontramos dos hermanos opuestos, uno que le gusta la vida libre del campo, de trabajar, de ayudar en la siembra, del caballo, de la libertad, y Evaristo que es aculturado, que tiene una tendencia hacia la otra cultura y hacia la escuela y seguir aprendiendo. Y una cosa buena que tienen es que siempre que se van para estudiar lo hacen para regresar y transmitir sus conocimientos".

    El que ellos hablen su propia lengua enriquece todavía más el relato.

    "Sí, queríamos hacer un retrato de esa cultura y que, a través de la película, se viera un conocimiento y también un respeto. Entonces siempre pensamos rodar en su lengua, en la que ellos se sienten más cómodos también aunque hablan español y a la hora de escribir nosotros los diálogos era mucho más sencillo, como que todo salía más natural a la hora que ellos lo decían y lo traducían a la vez, del español a su idioma. Después se daban su tiempo y salió algo más natural y más cercano a como ellos hablan realmente".

    Cochochi ha pasado ya por diversos Festivales de cine, entre ellos Venecia, Miami (Premio Mejor Película Iberoamericana) y en el de Guadalajara, donde se produjo un interesante coloquio después del pase en el que los espectadores pudieron preguntar a los realizadores al tiempo que se pudo comprobar el buen conocimiento que algunos de ellos tenían sobre los habitantes de esta zona del país. La cinta pasará a partir de ahora por Toulouse, Buenos Aires (Bafici) y una Universidad sudafricana.


    (Fuente: Cinestel.com)


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