La trama del filme se remonta al momento en que Rafael tiene que enfrentar el reto de abandonar su hogar después de haber enviudado y adaptarse a vivir en el hogar para envejecientes.
“Es un verdadero privilegio tener la oportunidad de hacer una película”, dice el director puertorriqueño Raúl Marchand por encima de los malabares que está obligado a hacer localmente para lograr colocar alguno de sus proyectos en cartelera.
En estos días su nombre ha vuelto a aparecer en los carteles de las salas de cine con el reestreno de la precuela Broche de Oro: Comienzos, un trabajo que le toca de cerca.
Protagonizada por Jacobo Morales, Adrián García y Diego de la Texera, Marchand inspiró este drama cómico en sus abuelos maternos - a los paternos les dedicó Broche de Oro (2012)- y fue al fenecido actor, músico y libretista Ysrael “Shorty” Castro a quien le encargó el papel de Jorge Sánchez, “mi abuelo en vida real”.
“Originalmente escribí seis episodios de media hora cada uno, y se me hacía casi imposible poder levantar los fondos para hacer una serie de televisión, por cosas que la Ley de Cine tenía para ese tiempo, así que decidimos hacer la película. Tuve que coser narrativamente una historia completa. Y ahí fue que me di cuenta que el personaje de Jorge Sánchez era crucial para la película. Si esa historia, si ese momento no funcionaba, el resto de la película no funciona”, advierte el guionista que con esta producción suma 11 títulos a su trayectoria como director y editor, y cuatro como guionista, director y editor.
El perfil profesional de Marchand, de 50 años, comienza con la película 12 horas (2001), de categoría R, y según comparte, cuando una de sus abuelas la vio se escandalizó por el alto contenido soez. La calmó con la promesa de que le haría una película que pudiera disfrutar con sus amigas. Ahí surge Broche de Oro, cuya primera entrega se mantuvo en cartelera por cerca de siete meses aun cuando las expectativas, a nivel de la industria local, eran “cero”.
“Es esta mentalidad de que si no tienes a alguien internacional, la película no sale de Puerto Rico”, lamenta. “El problema más grande que tenemos en Puerto Rico es la competencia con la industria americana y como vivimos en un país que es muy americanizado, la audiencia, particularmente la joven, que es la que mantiene el cine a flote, no tiene mucha confianza en el cine puertorriqueño. Ha habido películas en los últimos años que sí han levantado la confianza, pero no es hacer la película, es que la película llegue a esa audiencia”.
Los retos que históricamente enfrenta la industria del cine local lo desconciertan, por todo lo que implica en lo económico, en lo personal... pero no mina el compromiso con su audiencia primaria. Trabaja actualmente tres guiones pensados para el público puertorriqueño, y otros dos que apuntan a la meca del cine norteamericano.
“Tengo 50 años y estoy sintiendo la necesidad de correrme el riesgo de hacer mi película Hollywood”, anticipa. “¿Qué significa eso? Creo en Puerto Rico, soy 100% boricua, y quiero continuar haciendo cine para Puerto Rico. El problema es que es tan y tan difícil, que algunas veces nos drena la pasión. así que siento la necesidad de que a esta edad pueda decir 'Hice una película Hollywood' y si funciona, vamos a ver a dónde nos lleva. Eso no significa que voy a abandonar a Puerto Rico”.
Presentar en la isla la cinta Ovni -nominada a Mejor Película para los Premios Soberanos en República Dominicana-, más editar una producción de una importante casa productora que se rodará aquí, son otros planes que tiene para este año.