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  • Güilas, un cortometraje que se hizo viral y se convirtió en película


    Una docena de producciones nacionales llegará a los cines de Costa Rica en 2018
    Por Jéssica I. Montero Soto


    El cine costarricense de ficción ha conseguido presencia constante en las salas de cine del país durante los últimos años: las carteleras locales incluirán en el 2018 unos 12 títulos hechos en Costa Rica, incluido Güilas, de Sergio Pucci, un cortometraje que se hizo viral y se convirtió en película. (Ver recuadro “Por estrenar”)

    Un total de 448.273 personas han ido al cine en el presente año para ver al menos alguna de las tres producciones ya estrenadas: Keylor Navas: Un hombre de fe, Violeta al fin y el documental Nosotros las piedras.

    Directores y autoridades locales consideran que la constancia está desarrollando una audiencia que considera las propuestas nacionales dentro de sus opciones de entretenimiento y que se reconoce en las historias y en las imágenes de Costa Rica.

    El reto ahora es encontrar el equilibrio entre la calidad de la producción, el atractivo de las historias y el éxito comercial en nuestro mercado.

    Ruptura de la barrera tecnológica

    Datos de la historiadora de cine centroamericano María Lourdes Cortés arrojan un promedio de seis largometrajes de ficción costarricenses estrenados cada año entre el 2014 y el 2017, separados en dos tendencias: el cine que intenta atraer un público y el cine pensado para un festival internacional.

    La ruptura de la barrera tecnológica fue uno de los primeros hitos para lograr el aumento y la oferta permanente de producción local: por ejemplo, un proyecto como el que desarrolló Pucci nació en las redes sociales, gracias al éxito del corto Amor de temporada.

    Su versión para pantalla grande se grabó con una cámara réflex de fotografía y la inversión total en producción rondó los $50.000. Esto hace pocas décadas era impensable y aún hoy es un monto conservador, posibilitado por el efecto emocional del corto. La campaña de mercadeo costó otros $50.000, cubiertos en parte por canjes.

    Güilas consiguió servicios profesionales por precios menores a los del mercado, porque el interés en el proyecto movía a las personas a querer participar: parte del equipo humano o crew de grabación, producción y post-producción cobró por debajo de sus salarios normales. El director no recibió pago por su tiempo, ya que considera que este fue un proceso de aprendizaje para él.

    “Hay proyectos que ameritan un riesgo más grande en inversión, como la película de Keylor Navas. Otros no requieren eso para contar una historia atractiva. Y siento que esos dos extremos son válidos y tienen posibilidades de ser exitosos siempre y cuando logremos mejorar más en la producción y hacer mejor cine, porque eso es lo que lleva a la gente a las salas”, comentó Pucci.

    Además, en el país ya existe un ecosistema con recursos humanos y técnicos dedicados a las diferentes manifestaciones de la producción audiovisual —publicidad, series, productos para Internet, etcétera— listo y a la espera del próximo proyecto de cine.

    La directora Erika Bagnarello, quien vive la mayor parte del año en Los Ángeles, California, tiene en Costa Rica una de estas empresas de producción que posibilitan proyectos de terceros. Su experiencia y los datos del Centro de Cine permiten que en Costa Rica la producción audiovisual sea rentable, si se aplica la flexibilidad y se disfruta trabajar en proyectos de naturaleza diferente.

    Fernando Rodríguez, director nacional del Centro de Cine, afirma que el sector acoge actividades productivas distintas que están en crecimiento aquí.

    “Hay que incluir en la ecuación no solo a la producción de gran formato destinada a las pantallas de cine, sino también a todo aquel contenido audiovisual que pueda ser transmitido y difundido en otros formatos como las plataformas OTT (Over The Top, las que transmiten información a dispositivos electrónicos conectados a la web), el streaming o redes sociales, las tabletas o teléfonos inteligentes, los vídeo juegos e incluso los productos transmediáticos que interaccionan con el usuario en cualquiera de estos formatos (realidad aumentada, realidad virtual, entre otros)”, citó Rodríguez.

    Los directores, técnicos y proveedores de equipo pueden mantener sus negocios con una mezcla de esas actividades. Para vivir solo del cine, todavía queda camino por recorrer.

    “Es un área difícil en Costa Rica y en todo el mundo, porque es una forma de arte y su capacidad de llegar al público se ve afectada por muchos factores, como el presupuesto de mercadeo, el formato y el tema”, reflexionó la directora del documental Gigi, uno de los estrenos nacionales recientes.

    Bagnarello afirmó que el país ha avanzado en el acceso a fondos para la producción y en la generación del capital humano para las diferentes tareas de una grabación para cine, pero falta trabajo en el desarrollo de guiones cercanos a la audiencia local, en los que la gente se reconozca.

    Otras tareas pendientes son la educación del público sobre la importancia de ver las películas en el fin de semana de estreno, para prolongar su espacio en carteleras, y el desarrollo de fondos complementarios dedicados a mercadeo y difusión de los proyectos cinematográficos.

    Los productores y directores de cine también deben pensar en una industria globalizada: sus películas compiten con las de otros países, sin que para el público pese la diferencia de recursos, pues el costo de ver una u otra es igual en tiempo, dinero y objetivos.

    Si bien el Centro de Cine está trabajando en dos proyectos para acercar el cine alternativo a la gente y sensibilizar al público en el disfrute de productos distintos a los que ofrece Hollywood, este proceso abriría oportunidades sin eliminar la función de entretenimiento y distracción que cumplen las megaproducciones estadounidenses.

    Miguel Gómez, director de algunos de los filmes nacionales con mayor éxito en taquilla, como Maikol Yordan de viaje perdido e Italia 90, aseguró que el sector de producción nacional se beneficia de la diversidad de proyectos y que el público así lo entiende: algunas propuestas tienen fines específicos de comunicación o causas sociales, entretenimiento o negocio, pero todos buscan la conquista del público.

    “Yo busco una conexión con la audiencia. En principio mi audiencia es tica y los trabajos en los que he participado tienen en común buscar hacer ese enlace. Cada película tiene objetivos diferentes y cada cineasta también. Dentro de mis proyectos hay unos que han tenido un performance más exitoso en taquilla que otros y también hay otros que han triunfado en su reto especial que cumple, que tal vez no es económico. Y eso es lo que al final importa entender que todo es un proceso”, explicó.

    Para ser sostenible, una industria cinematográfica requiere proyectos que cubran esa diversidad de objetivos.

    Las imágenes de una calle polvorienta en el paisaje típico guanacasteco, un niño, una pulpería, una bolsa de huevos y una historia breve. El corto Amor de temporada conmovió las redes sociales tras su lanzamiento en el Festival Schnit 2015, superando el millón de vistas en YouTube durante su primera semana.

    Esto le dio a su director, Sergio Pucci, la exposición y los contactos para desarrollar su primer largometraje.

    El efecto viral que consiguió el corto se debió en parte a la nostalgia por una niñez libre, jugando en las calles, expuesta a los elementos externos, que Pucci atesora en sus recuerdos y con la que espera conquistar de nuevo a quienes comparten ese sentimiento.

    “Mi objetivo como director era en alguna medida retratar la identidad tica a través de la manera en que crecí y crecimos tradicionalmente muchos ticos, que la valoro mucho, y que es jugando afuera, explorando, con libertad”, afirmó Pucci.

    El corto original le permitió al director aliarse con dos socios: Juan Burú Producciones y Rola Entertainment, esta última también encargada da la distribución.

    Por estrenar

    Estas son las producciones cinematográficas costarricenses que se encuentran en post-producción y cuyo estreno está previsto para 2018:

    Como un ángel, de Andrés Francisco Chaves

    El baile de la gacela, de Iván Porras

    Cascos indomables, de Neto Villalobos

    Dos Fridas, de Isthar Yasin

    Apego, de Patricia Velásquez

    Río Sucio, de Gustavo Fallas

    Aquí y ahora, de Paz León

    Maykol Yordan 2, de la Media Docena


    (Fuente: Elfinancierocr.com, Centro de Cine de Costa Rica )


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