CRÍTICA



  • Violeta al fin, con determinado y exquisito tono poético

    He aquí una nueva película costarricense modesta en ambiciones, tierna con su personaje, sencilla en sus planteamientos, amorosa, pero con mordiente en sus resultados: Violeta al fin (2017), escrita y dirigida por Hilda Hidalgo.

    La trama de dicho filme nos presenta a Violeta, mujer de 72 años, personaje que hubiese quedado mejor diseñado con un poco más de edad, quien ve en peligro la posesión de su casa, allí donde ella ha trazado su historia, por lo que rompe esquemas para defenderla. Al hacerlo, Violeta se ve envuelta en su propio cambio de personalidad.

    Por ahí, la carga dramática de la película baja su intensidad, gracias al planteamiento o al diseño de su personaje, lleno de cualidades humanas y en tránsito hacia la firmeza de sus decisiones. Esto la enfrenta a tirios y troyanos, familiares o no, por lo que el filme alcanza cierta ternura sin escaparse del drama como situación. Es su mérito.

    De alguna manera, la puesta en imágenes es invisible, incluso rígida si hemos de pensar –por ejemplo– en movimientos de cámara (muy estática para mi gusto), pero esto permite mostrar los vericuetos del argumento desde su personaje principal, Violeta, encarnado con sentimiento, apego y calidad histriónica por Eugenia Chaverri (¡excelente!).

    Es evidente que la directora prefiere rehuir los nudos dramáticos o los saltos de intensidad narrativa, situaciones que acentúan de sopetón el drama. Hilda Hidalgo prefiere deslizar su relato dentro de una especie de calor humano, aunque critica de manera acentuada a los garroteros prestamistas que se hacen de dinero a costa de las necesidades de los demás (¡muy bien!).

    La calidez que muestra Violeta al fin se opone del todo a la frialdad que, de la misma directora, vimos en su anterior largometraje Del amor y otros demonios (2010). No importa que el tema no sea tan original (pensemos en el filme brasileño Aquarius, del 2016 y dirigido porKleber Mendonça Filho). Aquí lo que vale es el tratamiento del tema.

    Hilda Hidalgo no busca un filme que gotee mucha imaginación, sino que se mueva de manera vitalista por la acción de su personaje Violeta con su evolución (es de mejoramiento emocional, sin duda). Eso sí, todo ello se pudo haber reforzado con más desarrollo de algunas subtramas apenas sugeridas: por ejemplo, la relación de Violeta con su nieto mayor.

    Con determinado y exquisito tono poético, ajustado y preciso, capaz de irrumpirnos más adentro de la piel y de seducirnos,Violeta al fin muestra ese ansiado universo de seres humanos en su más pura esencia: cálidos, pero valientes, y con alguna jocosidad dentro del drama.

    Con excelente fotografía, buena dirección de actores y mejor respuesta del elenco, no dudo en recomendarles que asistan a ver esta película, se van a sentir bien, van a amar a Violeta, porque este filme usa sus imágenes para llegar a esa tangible abstracción llamada espíritu.


    (Fuente: William Venegas)


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