CRÍTICA



  • Nuestro tiempo, una telenovela artística
    Por Marta Balaga


    Ambientada en un rancho mexicano lleno de toros y caballos, no se puede negar que Nuestro tiempo también es una bestia extraña. Contemplativa y hortera al mismo tiempo (y estrenada seis años después de Post Tenebras Lux, que fue alabada en Cannes), centrada en un malogrado triángulo de amor que sale mal, esta competidora del Festival de Venecia es posiblemente una de las cintas más accesibles de Carlos Reygadas. O lo sería, si no durara casi 180 minutos.

    En su sexto largo, Juan (interpretado con auténtica dedicación por el propio Reygadas, que una vez más ha recurrido a la mitad de su familia) cuida de los animales mientras que su mujer Ester (la montadora Natalia López, conocida por Heli y Luz silenciosa) se encarga de gestionar todo el negocio. Aunque queda claro bastante pronto que la pareja ha llegado a algún tipo de acuerdo, cuando Ester comienza una relación con un hombre que han contratado para ayudar en el rancho, las cosas no tardan en descontrolarse, y ya nadie sabe con seguridad por qué lucha.

    Aunque en esta ocasión la trama es bastante sencilla, con personajes que se enamoran y se desenamoran, cruzando los límites que ellos mismos se han establecido, Nuestro tiempo proporciona una entretenida experiencia de visionado. Sobre todo gracias a López, que encarna a una mujer que va madurando lentamente, aunque ello implique destruir la poca estabilidad que ha construido con su pareja, a la que ya no desea. Pero es difícil no reír a carcajadas al toparse con algunos de los manierismos más extraños de Reygadas, ejemplificados a la perfección por una escena francamente delirante en la que Juan se harta y se enfrenta a los amantes, solo para ser vapuleado repetidas veces con una silla por su esposa, mientras que "el otro hombre", completamente fumado, apunta con calma: "Sois la mejor pareja que conozco".

    Con recursos como ese, Reygadas se atreve a poner a prueba la paciencia del público; pero este estado de divertida confusión es exactamente el que se busca en sus películas, y Nuestro tiempo no alienará a sus avezados seguidores. En cuanto a los recién llegados, todo puede reducirse a la impresión que les causen frases como "los caballos no son fumetas", o las escenas casi documentales de realidades cotidianas, saboteadas por momentos intensamente emotivos. Melodramática y sutil en igual medida, estamos ante una obra cinematográfica interesante que no se esfuerza mucho por agradar, pero que de algún modo lo consigue. Al menos la mayor parte del tiempo.


    (Fuente: Cineuropa.org)


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