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  • Tlacuilos: el grafiti de Centroamérica pinta su historia en cine

    Hay aquí un acto inédito para una región que pocas veces documenta su historia en cine: el documental Tlacuilos ha condensado en 85 minutos dos décadas de grafiti en Centroamérica. La película, cuya dirección estuvo a cargo del cineasta y DJ costarricense Federico Peixoto (a.k.a Gafeto), es un tributo al grafiti como elemento de la cultura hip hop. Si bien realza el impacto de este movimiento artístico, no huye de los puntos polémicos y lo hace a través de una narrativa dirigida tanto para expertos como para neófitos. La película se estrena este 26 de septiembre en toda Centroamérica a través de la cadena Cinépolis.

    Los pliegos que cuentan historias nacen póstumos porque colocan la piedra angular para que otros continúen la tarea. Tlacuilos es un trabajo pionero en documentación de la cultura hip hop centroamericana (con énfasis en el grafiti). También es un gran angular para la identidad de la región. Nos recuerda que se comparten problemáticas sociales. Sin embargo, la novedad de este documental es que muestra, además, que los países comparten soluciones.

    La palabra "tlacuilo" viene del náhuatl «tlahcuiloh» y significa «pintor» o «ilustrador». En la historiografía del México antiguo llamaban así a las personas hábiles en el dibujo. Hoy, esos hábiles dibujantes son una especie de prehistoria para el grafiti de la región, en el que uno de los puentes fue el muralismo político de las décadas previas a los noventa, en el siglo pasado. Esto es parte de lo que narra el documental: la historia de un movimiento de pintura libre con aerosol. 

    El hilo narrativo recae en las voces de los mismos grafiteros, quienes colocan cada pieza de un rompecabezas que abarca desde Guatemala hasta Panamá. Vemos en ellos a diferentes artistas, pioneros y contemporáneos. Atestiguamos el desarrollo del arte en las ciudades y en los barrios pobres, con aprobación social y en la ilegalidad; esto último, abordado en pluralidad de miradas y argumentos.

    Además, el grafiti es presentado como elemento unificador. Desde diferentes países de la región, expertos en el tema coinciden en que uno de los articuladores principales para el movimiento hip hop fue el salvadoreño B-boy Milo (desaparecido en 2016), quien empezó a conectar a diferentes exponentes de Centroamérica. También aparece la faceta de Milo como activista y se muestra al arte como una alternativa para los jóvenes. Es decir, el documental también honra su memoria y legado.

    Si bien esta expresión reconoce la herencia del muralismo político, no busca repetirlo. Y, al mismo tiempo, evita ser ornamentación vacía. Por eso crea su propio camino. Revive paredes de inmuebles abandonados y llena de colores a los barrios calientes. Para algunos grafiteros, incluso, se convirtió en su profesión.

    La historia es buena y está bien contada. Eso no hace menguar su presentación, que destaca por la cantidad de material grabado por el director en más de 20 años, además de los recursos de ilustración y animaciones. Se trata de recursos que están acompañados, casi siempre, del bombo y la caja del rap; con momentos en los que un MC, por medio de una canción, explica contextos políticos y sociales.

    Pocas veces tenemos la oportunidad de vernos, como región, en la pantalla grande. A partir del jueves 26 (en las salas de Cinépolis) encontramos una de esas pocas ocasiones. Tlacuilos permite conocernos más, exorcizar algunos prejuicios y saber de qué hablan esas paredes que vemos desentonar con la gris realidad.

    Según Valadez, este respaldo significará poder terminar su cinta, ya que se le habían agotado los recursos para hacer la postproducción.


    (Fuente: revistafactum.com)


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