CRÍTICA

  • Lemebel, Pedro, nunca tan Manifiesto
    Por Alejandra Boero Serra


    Una reseña al largometraje documental recientemente estrenado en las salas nacionales -que acaba de obtener el galardón a Mejor Película en la competencia de cine chileno de Sanfic 15-, y el cual retrata los últimos ocho años de existencia del multifacético artista local, fallecido en enero de 2015.

    «Me dijiste que te filmara, que no dejara de hacerlo». Estas palabras dichas por la cineasta Joanna Repossi Garibaldi -directora, guionista y productora ejecutiva- del documental Lemebel (2019) abren la pantalla para reconstruir un corazón en llamas; un cuerpo desgarrado; una voz irreverente, irónica, pasional, barroca. Y para dar cuenta de la vida y la obra de un escritor, performer, artista visual, autor de culto. Un artista. O como él mismo se autodefinía: «maricón y pobre, mis dos títulos nobiliarios», además de «indio y malvestido». Desde la diferencia.

    Septiembre fue el mes del estreno nacional de este documental -trabajo amoroso- que retrata la intimidad del artista disidente. La directora registró durante ocho años -hasta días antes de la muerte del poeta, en enero de 2015- a un Pedro Lemebel múltiple. Joanna no sólo filma. Fotografía, guarda, recopila, compone, entrevista. Joanna acompaña, escucha, mira. Y ve. Como profesional y como amiga.

    Una reconstrucción. No una biografía. Hitos. Performances anteriores a la mítica formación -junto a Francisco Casas- de «Las Yeguas del Apocalípsis», instalaciones que -en su momento- escandalizaron, entrevistas en vivo para la TV, lecturas, videos caseros. Un diálogo cómplice. Lemebel cuenta -en todos los registros- parte de su vida: su niñez y adolescencia en un departamento en San Miguel donde comenzó a maquillarse y a experimentar su cambio de imagen, el amor de sus padres: «no contaminados por la cultura», la asunción de su homosexualidad: «soñando con ser amado».

    Y un coro -en off- de amigos y familiares dando testimonio de quien fue uno de los primeros activistas en exigir igualdad de derechos para las minorías -no sólo sexuales-; pionero del movimiento queer; el deslenguado que, a sangre y fuego, supo poner el cuerpo en tiempos de censura y de represión; de quien desafió al terror con todas las herramientas que tuvo a su alcance; de quien expresó, sin tapujos, el conservadurismo de una sociedad que no lo representaba; de quien jamás olvidó su origen de clase proletaria; de quien supo desenmascarar a los progres y revolucionarios; de quien habló -en una entrevista televisiva en 2001- de los crímenes durante la dictadura de Pinochet; de quien, según Roberto Bolaño: «no necesita escribir poesía para ser el mejor poeta de mi generación. Nadie llega más hondo que Lemebel. Y encima, por si fuera poco, Lemebel es valiente, es decir sabe abrir los ojos a la oscuridad, en esos territorios en los que nadie se atreve a entrar…».

    Esta cinta, reconocida con el Teddy Award al Mejor Documental en el Festival Iternacional de Cine de Berlín -Berlinale 2019-, Premio a Mejor Película en el Festival de Santiago (2019), Premio del público Alphapanda, Docs in Progress, Vissions Du Réel (2017), entre otros, es un homenaje. También es descubrimiento para los espectadores europeos. Y un reencuentro para quienes lo leímos. Para todos, un quedarnos prendados de ese cuerpo/alma, hombre/artista, pura sensibilidad y cercanía.

    Lemebel: un registro insoslayable que enciende la música, el vuelo que fue la performance/vida de: «…ese muchacho de ojos tristes…», «…de niño grande, de hombre niño/ Capaz de amar con delirio/ Capaz de hundirse en la tristeza/ Pues tiene el corazón de poeta…». Así lo canta Jeanette en este filme que nos lo trae para siempre.

    Joanna Reposi, impecable en la dirección y el guión. El montaje, como las perfomances, preciso. Y la música, sin la cual Pedro no podía funcionar, retratándolo con dulzura. Y las conmovedoras imágenes en movimiento. Pedro le dijo a Paul B. Preciado-: «… La única imagen en movimiento es el amor». Así, con amor y respeto, fue acompañado por las cámaras. Así se mostró: «Perlas y Cicatrices», sin tabúes. O como lo llora Paul:»…Incorrupta … como una diosa trans-andina. Y nos arrancarán de la historia los libros que ya no escribirás. Pero no tu voz. Y nacerán otra vez mil niños con la alita rota y mil niñas que llevarán tu nombre. Pedro Lemebel. Mil veces. Y en mil lenguas».

    Una obra para disfrutar. Y reflexionar. Y quedarse.

    Pedro Lemebel: «Me dijiste que te filmara, que no dejara de hacerlo». Qué bien hecho. Cuánto nos deja.



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