Chile, a inicios de los años 70. Inés, Justo y Gerardo son tres veinteañeros que forman parte de un violento grupo de extrema derecha, y nacionalista, que quiere derrocar al gobierno de Salvador Allende. En el fragor de esta lucha se ven envueltos en un arriesgado y apasionado triángulo amoroso y cometen un crimen político que los separa para siempre. 40 años después, Gerardo reaparece. No sólo la venganza lo inspira, sino también su obsesión de hacer renacer su causa. Inés, hoy influyente empresaria, hará lo que esté en sus manos para que Gerardo no divulgue su pasado ni el de su marido, Justo.

El chileno Andrés Wood vuelve sobre un tema que ya trató en Machuca, los primeros años 70 y el golpe de estado militar de Pinochet. Ahora el enfoque es muy distinto. La línea argumental de Araña recuerda a títulos como Un lugar en ninguna parte (Sidney Lumet, 1988) o Pacto de silencio (Robert Redford, 2012). La detención de un hombre, que es identificado como un antiguo activista, en este caso del grupo de extrema derecha Patria y Libertad, que conspiró para derrocar al Gobierno de Salvador Allende, pone en riesgo de ser descubiertos a quienes fueron sus antiguos camaradas, convertidos con el tiempo en personas socialmente respetables.

El film, con buena hechura técnica, alterna con oficio el ayer y hoy de unos personajes por los que el cineasta no muestra ninguna empatía, provocando el previsible rechazo del espectador. Incluso a pesar de una María Valverde que llena de luz la película con su interpretación. Más allá de la ficción, Wood toma partido y propone una lectura actual del relato, advirtiendo del peligro de lo que él teme que podría concluir en una posible repetición de aquel triste pasado.