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  • Myriam Bravo, a la izquierda, y Laura Susana Morales Mendoza en una escena de "Nudo mixteco".


    Cruz muestra realidad de mujeres indígenas en ‘Nudo mixteco’
    Por Berenice Bautista


    CIUDAD DE MÉXICO — En su ópera prima “Nudo mixteco”, la actriz y directora Ángeles Cruz presenta una mirada honesta sobre abusos cometidos contra mujeres en una pequeña comunidad indígena de Oaxaca.

    Pero para la realizadora, el filme — que el lunes se llevó el premio al mejor guion y el premio del público en el Festival Internacional de Cine de Morelia — aborda un tema universal.

    “La mujer no ha alcanzado la equidad en este universo, no nada más en mi comunidad”, dijo Cruz en una entrevista reciente por videollamada desde Oaxaca. “Falta muchísimo recorrido. En este país por lo menos, ser mujer te pone en una desventaja y ser mujer indígena te pone en doble desventaja”.

    Cruz, quien pertenece a la etnia mixteca, estudió arte teatral en el Instituto Nacional de Bellas Artes y por años se desempeñó como actriz, en películas como “Zapata, el sueño del héroe” y “Tamara y la catarina”, y series como “Capadocia” y “Aquí en la Tierra”, antes de que le surgiera “la cosquillita” de dirigir en 2010 tras escuchar el testimonio de una mujer que había sido abusada de niña y sintiera la necesidad de plasmar su historia.

    Por consejo de su amigo músico Rubén Luengas, de Pasatono Orquesta, comenzó a estudiar todo lo relacionado con cine y a escribir sus propios guiones, incluyendo de dos cortometrajes galardonados con el premio Ariel del cine mexicano, “La tiricia o de cómo curar la tristeza” y “Arcángel”, además de “La carta”.

    Cruz escribió el guion de “Nudo mixteco”, cuyo elenco combina a actores profesionales (Sonia Couoh, Eileen Yáñez, Noé Hernández, Myriam Bravo y Aida López) con actores amateur originarios de su comunidad, que igualmente tuvieron que pasar por un proceso de casting. Las pruebas de actuación fueron convocadas a través de avisos públicos en el sistema de sonido comunitario que se ve en acción en la película.

    Los actores profesionales viajaron a la comunidad con antelación para ensayar y adentrarse en sus personajes. Filmada entre Oaxaca y la Ciudad de México, la cinta sigue a María (Couoh), una empleada doméstica que trabaja en la capital y que al volver a la comunidad es rechazada por ser lesbiana; Chabela (López), una mujer que vive el abandono de su esposo Esteban (Hernández), quien migró a Estados Unidos; y Toña (Bravo), que también trabaja fuera de la comunidad pero siente que debe volver, pues teme que su hija esté en peligro.

    Todas se encuentran durante la fiesta patronal de San Mateo, la celebración anual de la comunidad. Y aunque es una población pequeña, los abusos que enfrentan simultáneamente estas mujeres son factibles.

    Al volver, Esteban se enfurece al descubrir que Chabela ha comenzado una relación con otro hombre en su ausencia. Para resolver la disputa se convoca a una asamblea general donde la población vota para resolver el conflicto (algo que en otras partes implicaría un largo y burocrático proceso de divorcio). En otro momento, la autoridad local ayuda a detener rápidamente a una persona que ha cometido un delito grave.

    La comunidad de Cruz se rige por usos y costimbres, un sistema de autogobierno que recientemente ha generado polémica por casos ocurridos en el vecino estado de Guerrero, donde en comunidades de las montañas se han vendido niñas para matrimonios argumentando sus propios usos y costumbres, mismos que han llevado a la gobernadra Evelyn Salgado y al presidente Andrés Manuel López Obrador a pronunciarse al respecto.

    “Nada está por encima de la ley federal. Por ejemplo, no puedes tener un uso o una costumbre que esté por encima de tu ley de derechos humanos, por lo menos en mi comunidad”, dijo Cruz, quien en la vida real forma parte de la autoridad comunitaria que es elegida en asamblea.

    “Efectivamente hay muchos abusos y costumbres, no solamente en nuestras comunidades”, continuó. “Nuestros usos y costumbres están para apoyarnos, para generar cultura, para generar democracia, porque entre todos y todas votamos, y para hacer valer nuestros derechos”.

    Para poder realizar su película, Cruz hizo una presentación profesional — como las que se hacen ante productoras de cine — y pidió permiso a la asamblea comunitaria que, tras revisar el proyecto, lo sometió a votación.

    “Lo que sí debo decir y agradecer a mi comunidad es que siempre he tenido la libertad... en los temas que toco y en cómo los toco”, dijo la cineasta. “Jamás me han puesto un calificativo o algo que se involucre en mis decisiones creativas”.

    Cruz señaló que el retrato que busca hacer sobre la situación de las mujeres indígenas en estas comunidades no es complaciente sino crítico.

    “El machismo existe, la misoginia existe, el rechazar a las personas por ser diversas existe y existe en todos lados”, dijo. “A las mujeres nos han despojado del derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, en general, no nada más en mi comunidad, todavía seguimos discutiendo el derecho de la mujer a decidir sobre el aborto”.

    “Nudo mixteco” incluye la escena de un funeral en una casa, con una iluminación y arreglos fieles a los que se realizan en esa localidad. La directora de arte de la película, Basia Pineda, es oaxaqueña como Cruz, sólo que de una zona diferente, por lo que tuvo “la inteligencia y la sabiduría”, a decir de la directora, de convocar a gente local para lograr una reproducción ideal en el filme.

    “Lo que yo quería evitar era que se viera embellecido, como he visto en muchas películas”, dijo Cruz. “Para mí era muy claro que lo que yo quería representar era lo que tengo ante los ojos, lo común”.

    Algo que une las tres historias de “Nudo mixteco” es la migración, sea a Estados Unidos o a otras ciudades de México, para buscar mejores condiciones laborales, económicas, educativas.

    “Necesitaba plantear eso porque todas las familias aquí han cambiado su estatus, todas las familias están separadas por kilómetros”, dijo Cruz. “Las familias están partidas, están rotas, y la fiesta patronal es una invitación siempre a que regreses a tu comunidad. Por muy pobre o por muy sencilla que sea tu celebración, es una celebración que la sentimos nuestra. Si estás fuera, siempre regresas”.

    Para Cruz, el pueblo es el personaje principal que entrelaza este nudo. El de la película, San Mateo, es ficticio. La comunidad de Cruz, a nueve horas de la Ciudad de México, se llama Villa Guadalupe Victoria y se encuentra en el municipio San Miguel el Grande, en el distrito Tlaxiaco, en Oaxaca.

    Satisfecha detrás de la lente, adelantó que su próximo proyecto será sobre el duelo, nuevamente en su comunidad. Ahí, dice, está todo lo que necesita para sus historias.


    (Fuente: chicagotribune.com)


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