Alejandro Loayza Grisi ofrece un prometedor primer largometraje existencialista y místico. Este versa sobre tres miembros de una familia quechua ambientada en el espectacular altiplano boliviano.

“Si pudieras leer las señales, ya lo sabrías. --¿Qué señales? Todo indica que es momento de abandonar este lugar”. Que dos generaciones, encarnadas por un abuelo y su nieto, no estén de acuerdo no tiene nada de sorprendente, pero cuando se trata de una cuestión de vida o muerte, de creencias ancestrales y de una tercera persona implicada, la controversia es mucho más complicada de resolver.

Este es el tema que el cineasta boliviano Alejandro Loayza Grisi ha decidido tratar con mucha humildad, sencillez, precisión y maestría en su primer largometraje, "Utama", presentado en la sección: World Cinema Dramatic del Festival de Sundance.

Para los indios Quechuas, el hombre y la naturaleza son uno. Pero en el altiplano boliviano, en la inmensidad desértica enmarcada a lo lejos por las montañas andinas, la austeridad es de una intensidad extraña. Allí, en medio de la nada, viven Virginio (José Calcina) y su esposa, Sisa (Luisa Quispe). A los 80 años, el primero sigue pastoreando todos los días su rebaño de llamas mientras su esposa se encarga de su modesta casa y de traer cubos de agua del pueblo. Una vida rutinaria y parca en palabras que cambiará debido a tres acontecimientos. Por una parte, no llueve desde hace un año y los habitantes de la región se desesperan y se exilian. Por otra, Virginio respira cada vez peor, a escondidas de Sisa. Por último, llega de visita su nieto, Clever (Santos Choque), con su teléfono móvil en la mano y los cascos en la cabeza.   

Cielo azul implacable, tierra reseca, rostros arrugados esculpidos por el tiempo, reparto tradicional de los roles masculinos y femeninos, creencias místicas y ceremonia de sacrificio para que el agua regrese: para un joven urbanista, la obstinación y la introversión extremas de Virginio, su rechazo férreo a la modernidad y su aceptación secreta (más allá de la negación) de su muerte, no son más que egoísmo e inflexibilidad. Pero Clever, oponiéndose e intentando ablandar a su abuelo, acompañará también un proceso infinitamente humano donde la profundidad de los sentimientos contiene valores atemporales.

Alejandro Loayza Grisi, que viene del mundo de la fotografía, demuestra una sólida maestría en el poder expresivo de la imagen cuyas riendas ha confiado a la talentosa argentina Barbara Alvarez (La Fièvre, Jesús, "La mujer sin cabeza" (La mujer rubia).

Una destreza que le permite trabajar en una sutil economía de percepciones favoreciendo la aparición de retratos púdicos y emotivos que, al igual que el cóndor de la cosmología andina (el vínculo entre la tierra y el cielo), son el reflejo del puente entre lo cotidiano de la vida y las aspiraciones del alma.

"Utama", producida por la compañía boliviana Alma Films y la uruguaya La Mayor Cine, ha sido coproducida por la sociedad francesa Alpha Violet, quien también gestiona las ventas internacionales.