A partir del 12 de agosto, 240 países del mundo -entre los que se encuentra Estados Unidos- tendrán acceso a “Noticia de un secuestro”, una miniserie de 6 episodios, producida por Prime Video, que toma como referencia principal el libro de Gabriel García Márquez del mismo nombre, pero que ahonda a la vez en las circunstancias que rodearon al caso real allí presentado, es decir, el de 10 figuras públicas que fueron secuestradas en 1990 por el grupo “Los Extraditables” -dirigido por el narcotraficante Pablo Escobar- con la finalidad de presionar al gobierno colombiano de la época.
Adaptar una obra del celebrado ganador del Premio Nobel de Literatura y retomar además unos hechos especialmente complicados en la historia de un país latinoamericano eran retos claros en la creación de un show televisivo que ha sido dirigido por el aclamado realizador chileno Andrés Wood y producido por Rodrigo García, hijo de ‘Gabo’ y, a su vez, director de cine y de televisión de probado prestigio.
Según García, la idea de hacer una película basada en el libro surgió cuando su padre estaba todavía vivo, y el gran literato estuvo de acuerdo con ella. En esos momentos, el proyecto no prosperó, lo que se debió en parte a que los involucrados no lograron obtener un guion donde se lograra contar todo lo que era necesario en dos horas o dos horas y media.
“Hace dos años, el auge de las plataformas y la oportunidad de hacer este tipo de cosas en las horas que fueran necesarias, en el lugar donde debían hacerse y con actores de ese mismo lugar, nos ofreció una oportunidad que a mi mamá [Mercedes Barcha], a mi hermano [Gonzalo] y a mí nos gustó mucho”, nos dijo García.
Anuncio:
“Para mí, esta era también una manera de colaborar con mi padre sin tener que meterme con sus libros de ficción, que son difíciles de adaptar”, agregó. “Vale la pena retomar cualquier historia que se encuentre bien contada, pero en este caso, lo que teníamos ha mantenido su vigencia, porque toca temas que todavía no se han resuelto”.
La mirada externa
A García le parecía también interesante desarrollar algo relacionado al mundo del narcotráfico en una serie que, a diferencia de muchas otras que se han hecho, no apelara a la fascinación morbosa por el ‘capo’ de las drogas, sino que le diera voz a las víctimas del fenómeno. “Para hacerlo, pensé en Andrés, porque él ha hecho muchas historias en las que ha logrado contar historias muy personales dentro de un marco político y nacional grande”, puntualizó.
Algunas de las historias a las que se refiere son las que se hallan en el centro de películas tan aplaudidas como “Machuca” (2004) y “Violeta se fue a los cielos” (2011), que, al igual que todas las que Wood ha hecho, se desarrollaban en Chile, lo que significaba que el cineasta tenía que ponerse ahora a cargo de su primer proyecto con base en otro territorio.
“Rodrigo pensó que una persona todavía latinoamericana, pero externa, podría ayudar a mirar cosas que para un colombiano podrían ser muy evidentes o muy simples”, precisó Wood. “Más allá de eso, el proceso tuvo muchas etapas: lo desarrollamos inicialmente con Rodrigo y con guionistas colombianos, lo que fue vital; y después, cuando se hizo la escritura, trabajamos con ellos mismos y sumamos a más guionistas colombianos”.
“El libro fue siempre para mí como un oráculo al que le consultaba todo, y ya en la producción misma, me di cuenta de que en el nivel más profundo -que es el que nos interesaba desarrollar-, la humanidad de estos personajes -con sus contradicciones, sus amores, sus sueños y su tragedia- se me hacía muy común, porque creo que hay lazos profundos entre los latinoamericanos”, agregó.
Sumas y cambios
Pese a la ausencia de elementos del realismo mágico en sus páginas, “Noticia de un secuestro” incorpora diálogos recreados por su autor y adopta a veces recursos propios de la ficción; pero la serie -cuyos tres primeros capítulos se pusieron a disposición de la prensa- se toma muchas más libertades en la búsqueda de un estilo de ‘thriller’ dramático.
“El libro es un trabajo periodístico muy riguroso que usa técnicas de la ficción sin usar ficción para generar suspenso y empatía con los personajes, y pese a ello, sigue siendo la visión de ‘Gabo’ de estos hechos”, retomó García. “Nosotros hicimos nuestra visión del libro, respetando el libro, respetando los hechos y, sobre todo, respetando la experiencia de los secuestrados”.
“Nos tomamos algunas libertades, por supuesto, porque siempre que se adapta hay libertades; pero creo que respetamos siempre la esencia del problema nacional, del problema del ‘narco’, del problema social y del drama de las víctimas”, detalló el productor. “Hay respeto por el autor del libro, por supuesto, pero la fidelidad a lo vivido por los secuestrados era primordial para nosotros. Nada se abarató, nada se explotó de una manera grosera”.
Por ese lado, Wood señaló que hubo al menos cierto contacto con las víctimas que sobrevivieron -porque no todas lograron hacerlo-, así como con algunos de sus familiares, quienes tienen también roles relevantes en la producción. “Tuve oportunidad de conversar un par de veces con [la periodista, política y publicista] Maruja Pachón, y el resto del equipo tuvo contacto con [el político y economista] Andrés Villamizar y con Carolina, la hija de [la abogada y periodista] Diana Turbay”, enumeró.
“Además, Maruja ayudó a la preparación de Cristina Umaña, quien la interpreta”, añadió. “Todos ellos entendieron que esto es una interpretación, y de todos modos, lo hicieron con mucha generosidad”.
Víctimas y victimarios
Es llamativo encontrar en los papeles principales tanto a Umaña como a Juan Pablo Rada -quien se encarga del rol del esposo de Maruja, Alberto Villamizar-, porque ambos han seguido un camino muy parecido en la actuación, ya que empezaron haciendo telenovelas y participaron después en la serie de Netflix “Narcos”, donde se ponían en la piel de narcotraficantes. Aquí, los personajes que interpretan son muy distintos.
Y la atención no se limita a ellos, porque se muestra también a veces aspectos íntimos de unos captores que, en algunos casos, eran muy jóvenes y estaban también dominados por Escobar, quien no aparece nunca en pantalla. “No íbamos a mostrar a los ‘capos’, pero sí nos interesaba tratar a los soldados rasos”, explicó García. “Al igual que el libro, quisimos subrayar que muchos de ellos eran igualmente víctimas de un sistema, que se unían al ‘narco’ por falta de opciones y de educación, sin justificar nunca acciones violentas, pero entendiendo que los victimarios pueden ser también víctimas y no son simplemente monstruos”.
En los episodios que vimos, hay una escena de brutalidad policial, mostrada durante una de las redadas destinadas a encontrar a los secuestrados, que no figura en el texto de García Márquez. “El libro [publicado originalmente en 1996] no tiene toda la información que teníamos en el año 2020, por lo que incorporamos algunas cosas; pero más allá de hechos factuales, se trató de capas que quizás estaban insinuadas, pero que se revelaron después con más autoridad”, aseguró Wood. “El conflicto es muy complejo, y eso es lo que ha demostrado la Historia”.
El libro tiene extensos fragmentos en los que se describen las circunstancias políticas y sociales de Colombia a inicios de los ’90, y que no podían ser presentados en la serie del mismo modo, por lo que los creadores del proyecto decidieron agregar a reporteros inquisitivos y mostrar conferencias de prensa muy intensas en las que se pudiera insertar esta información de modo accesible para los espectadores de distintas latitudes.
“Ese era uno de los retos, y ahí también funcionaba lo de Andrés y su visión extranjera, así como el apetito que tenía por entenderlo todo, procesarlo todo y contárselo después no solo a los colombianos de cierta generación, sino también a los colombianos que no vivieron los hechos y al público que va a poder ver esto en todos los lugares donde se va a estrenar”, manifestó García.
Un problema muy grande
Pese al marcado interés que tiene por las temáticas de tinte humano, Wood confesó que evita a veces exponerse demasiado a realidades conflictivas ajenas a su entorno para preservar su salud mental, por lo que participar en la serie lo dejó marcado. “Recrear los momentos de encierro y desarrollarlos con los actores y las actrices te hace más sensible ante la cantidad de tragedias que están ocurriendo relacionadas con este tipo de violencia o con otras calamidades, como las migraciones y otros problemas”, reflexionó.
“Para mí, este es un proyecto que tiene mucho sentido, porque maneja una temática que está todavía latente, quizás no en Colombia de la manera en que se vivió en los ’90, pero sí en muchos otros países”, agregó. “Hacer algo así le da legitimidad a este oficio, y es un motivo de orgullo y de alegría”.
Al ser preguntados por lo que habría que hacer para superar el problema suscitado por la guerra contra las drogas, nuestros entrevistados admitieron lo difícil que es encontrar cualquier tipo de solución. “Cada país es diferente; no me atrevería a hacer una generalización”, adelantó el hijo de ‘Gabo’. “Se ha hablado de una manera bastante tentadora de la legalización, pero hay mucha gente en contra y es algo que traería sus propias complicaciones”.
“Yo creo que el problema va mucho más allá de legalizar o no la droga; finalmente, estas cosas suceden por otros problemas económicos y de justicia social”, remarcó. “El narcotráfico a este nivel, con estas infraestructuras, se da en unos países más que en otros, y también sucede por la posibilidad de enrolar a tanta gente en esa industria debido a que las posibilidades en otros campos son extremadamente limitadas. No creo que exista una cura para el narcotráfico que no sea una cura global”.
Por su lado, Wood dijo que no se atrevería a teorizar demasiado sobre el tema, pero que comparte plenamente lo que acababa de decir su colega. “No creo que haya una solución única; tendría que ser cultural y económica, y en nuestros países, tiene mucho que ver con la desigualdad”, concluyó el director. “Mientras tanto, sigue siendo uno de nuestros mayores flagelos”.