CRÍTICA

  • “Tótem”, un ecosistema lidiando con lo inevitable
    Por Ana Iribe


    Es difícil decir adiós y también lo es aceptar la muerte, un destino que compartiremos y debemos aceptar por más que duela. "Tótem" de Lila Avilés reproduce un día en la vida de Sol (Naíma Sentíes), una niña de 7 años cuya familia hace preparativos para celebrar el cumpleaños de Tona (Mateo García Elizondo), su padre, quien padece cáncer terminal y no tiene las fuerzas para tolerar una fiesta. Nadie lo menciona abiertamente, pero el festejo también se puede interpretar como una despedida agridulce, un proceso de dejar ir algo que amas.

    El universo presentado en la cinta es pequeño pero intenso: la historia transcurre en la casa del abuelo de Sol, desde la mañana hasta la noche y sitúa a sus personajes en la preparación de la celebración de Tona. La familia interactúa de manera disruptiva, con tías que discuten por trivialidades, un par de hermanos que pelean por la forma de ejecutar los quehaceres y niñas que miran más allá de lo que ocultan los adultos.

    Al ser una película coral, es decir, compuesta por personajes que mantienen un mismo nivel de importancia dentro de la narrativa, se demuestra la fuerza que tiene el elenco para llamar la atención del espectador: Sentíes, García Elizondo, Monserrat Marañón, Marisol Gasé, Saori Gurza, Teresita Sánchez, Juan Francisco Maldonado, Iazua Larios y Alberto Amador interactúan casi como si fueran una familia de verdad, con una sinceridad que se comprueba en las acciones lideradas por el amor que le tienen al otro.

    Las diversas tomas de insectos y animales sirven para contemplar los vínculos que tenemos con nuestro alrededor, pues al final del día, somos animales sociables y necesitamos de personas que nos hagan sentir como en casa. Ningún hogar es perfecto, solo se requiere calidez y comprensión para tener un espacio que nos haga sentir seguros. ¿Pero cómo estarlo ante una adversidad como la muerte de un ser querido? Es una pastilla difícil de tragar, incluso para los adultos quienes se supone tienen la vida más clara; aunque tienen la necesidad de proteger a los más pequeños de la casa, la historia demuestra que ellos también buscan proteger a sus mayores. La cinta entiende que la muerte no es un tema exclusivo para adultos y se debe presentar a las infancias como algo natural.

    Tótem, a pesar de ser ficción, tiene tintes de documental al momento de capturar las interacciones familiares, pues la fotografía de Diego Tenorio (Invitación a un asesinato) se conforma principalmente de tomas largas y con cámara en mano, las cuales siguen las acciones de los personajes con mucho detenimiento y registran sus comportamientos sin interrupciones. Durante la película vemos extractos de un todo, pero la edición de Omar Guzmán (Zapatos rojos) es tan eficiente que no se necesita escuchar la conversación completa para entender las dinámicas entre los personajes.

    La dirección de Avilés (La camarista) es empática, pues busca que aceptemos a cada miembro de la familia y su método para luchar contra lo inevitable, todo por medio de una historia que resalta detalles que, en su superficie, no parecen tener importancia, pero cuyos significados se elevan al ser presentados como un conjunto de momentos que marcarían a una familia para siempre. Tótem es una representación de un recuerdo colectivo formado por el dolor, pero también una impetuosa demostración de amor y de cómo estaremos juntos al combatir las condiciones de lo que significa ser un humano.

    “Tótem” ganó Mejor Largometraje de Ficción, Premio del Público y Mejor Dirección en el Festival Internacional de Cine de Morelia 2023 y se estrenará en cines mexicanos el 30 de noviembre a través de Cine Caníbal. Es la selección de México para el Oscar a Mejor Película Internacional 2024.


    (Fuente: Laestatuilla.com)


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